martes, 5 de enero de 2016

Capítulo 2

Peter miró a través del cristal del nido del hospital y vio a Amy. Sint un nudo en el esmago. 
Si todo hubiera sido como había estado planeado, él haba sido el padre de una criatura de cinco os en aquel momento. Pero las cosas no habían salido como había pensado. Paula había tenido un aborto y lo había culpado a él. Su divorcio le había hecho replantearse su trabajo y su vida y así había sido como había vuelto a Wild Horse Junction, Wyoming.

No sabía por qué aquel bebé había removido su pasado. Tal vez simplemente porque se trataba de un bebé. Era una buena razón para mantenerse lejos del caso y de ella. Y mejor razón aún era la ola de atracción que le había despertado Lali Espósito. Era verdad que el ruido del martillo no lo había dejado darse cuenta de que ella se había acercado, pero había sido la primera vez que su instinto no se lo había advertido. Además, se había sentido incómodo porque la había dejado seguirlo a su casa. Él siempre cuba su rastro. No dejaba que nadie fuera detrás.

Los viejos bitos no morían fácilmente.

En aquel momento, una enfermera salía del nido. En la etiqueta con su nombre ponía Dianne Spagnola. Peter se acercó a ella y le dijo:

Siento molestarla, pero estoy trabajando con el sheriff en el caso de Amy —el sheriff y él no estaban trabajando juntos, pero estaban trabajando en el mismo caso—. ¿Qué tal está la niña?

—No puedo darle ninguna información si no tiene una autorización escrita dijo la enfermera solemnemente.

Las normas de seguridad eran más estrictas de lo que solían ser. Eso era algo bueno.

Peter se acercó más a la niña.

Parece  sana,  y  no  está  aislada  del  resto.  Por  lo  que  deduzco  que  está esperando que se la lleve una familia. Lali Espósito me lo ha dicho. Ya sabe, la mujer que la encontró, ¿la conoce?

¿Conoce usted a Lali? Él asintió.

Amy está bien, come mejor ahora. Necesita un hogar.

¿Puede decirme qué ha pasado con la ropa con la que la trajeron?

¿La ropa? —preguntó la enfermera, sorprendida.

Lali me ha dicho que llevaba un jersey y un gorro, encima de un pijama.

Llevaba uno en aquel momento, pero no era amarillo, sino rosa.

¿No sabe dónde está el jersey y el gorrito, y la manta en la que estaba envuelta?

La enfermera pensó.

—Es posible que estén en uno de los armarios del almacén.

Si aceptaba el caso, los analizaa. Si aceptaba el caso tenda que averiguar el grupo sanguíneo de la niña y cualquier información que pudiera darle el informe médico. Eso requeria un viaje a la oficina del sheriff

Si aceptaba el caso

Mostró su tarjeta a la enfermera y dijo:

¿Poda llamarme al teléfono móvil si encuentra la ropa? Me quedaré un rato en la ciudad, así que poda pasarme por aquí antes de irme si tiene alguna novedad.

La enfermera miró la tarjeta y asintió.

Peter le dio las gracias a la mujer y se marchó. Investigaría más y luego decidia.

¿Sea madre alguna vez? ¿Realmente pensaba que un niño necesitaba dos padres? El domingo por la mañana, después de ir a la iglesia, Lali fue a ver a Amy.

Era sencillo y complicado a la vez. Ella se consideraba una mujer progresista, pero estaba descubriendo día a día que tenía unos valores muy tradicionales.

Por un lado, ¿qué pasaba si no se casaba nunca? ¿Por qué se iba a negar a ser madre por no tener un hombre en su vida? Por otro, en lo más profundo de su corazón, tenía el sueño de tener una pareja.

Pasaba a ver a Amy todos los días desde que la había encontrado, y a su pesar, senun  profundo  lazo  con  la  niña.  Cuando  la  tomaba  en  brazos y  le  daba  el biben, y la acunaba, deseaba tener un bebé propio, al igual que un hogar ideal para él.

Aquel día, en lugar de ir directamente al nido, se detuvo en el mostrador de Obstetricia.

Dianne Spagnola la mi.

Lali, ¿conoces a un tal Peter Lanzani?

Sé quién es. ¿Por qué?

Porque ha estado aquí haciendo preguntas, y me ha dado la impresión de que estaba trabajando con el sheriff. Cuando se ha marchado, me he preguntado si hice bien en darle información.

Lali sint esperanza.

—Le he pedido que me ayude a buscar a la madre de Amy. ¿Cuánto hace que ha estado aquí?

—Hace unos diez minutos.

Tal vez le diera una respuesta aquella noche, pensó Lali.

¿Sabes en qué dirección se marchó?

Quea que yo intentase encontrar la ropa que tenía puesta Amy el día que la encontraste. Me dio una tarjeta y me dijo que lo llamase si sabía algo. Que estaría en la ciudad y que se pasaa antes de marcharse.

Wild Horse Junction no era muy grande. Tal vez pudiera localizar su coche, un SUV. Era grande y negro. Lo había visto frente a su casa. Tenía una pegatina en la ventanilla con el dibujo de un triángulo. Se preguntó si sea miembro de un club.

—Creo que voy a seguir su rastro sonr a Dianne—. Volveré a acunar a Amy dentro de un rato.

—En nuestros descansos, le prestamos toda la atención que podemos, pero creo que te prefiere a ti.

Lali se marc al aparcamiento.

Sentada en su camioneta decidió empezar por la calle principal, Wild Horse Way, luego seguia por tiendas y galerías de arte.

En una estación de servicio vio un coche que le parec el de Peter Lanzani. Aparcó al lado de él y vio la pegatina de la ventanilla.
Guar las llaves de su camioneta y recogió su bolso. Y salió, excitada, en su busca.

Pero cuando abr la puerta de la tienda de la estación de servicio, y lo vio en la caja, sint nuevamente aquella atracción hacia él. Siempre le habían gustado los hombres altos, y él era definitivamente alto. Tenía aspecto peligroso y sexy, y ella supo que debía tener cuidado con él.

Cuando él la vio no le dijo «hola» simplemente.

—Ésta no es una coincidencia, ¿verdad? —preguntó Peter. Ella sonrió.

—No. He ido al hospital.

¿Y?

—Y Dianne me ha dicho que ha estado por allí haciendo preguntas y que estaa en la ciudad. ¿Va a aceptar el caso?

Aún me lo estoy pensando Peter concentró su atención una vez más en el cajero—. ¿Entonces no recuerda a la joven pareja? —le preguntó al jovencito.

—No respondió el adolescente—. ¿Quién es usted, de todos modos?

—Hola, Reuben —lo interrumpió Lali—. Nos conocimos en el instituto. Yo os di un taller y tú me ayudaste con la pantalla en el auditorio.

El chico la mi.

—Lo recuerdo. La señorita Espósito, ¿no?

Sí. Reuben, ¿recuerdas una noticia del periódico acerca de un bebé que encontraron?

—No leo los periódicos, pero mis amigos estaban hablando de ello.

—Estamos buscando a su madre.

¿Para arrestarla? preguntó el chico.

—No. No somos las fuerzas del orden. Queremos encontrarla para ayudarla. Aunque el chico no parec convencido, miró a Lali y finalmente preguntó:

¿Ayudarla? ¿Cómo?

Quisramos saber por qué abando al bebé.

Lali se había hecho las mismas preguntas sobre su madre. ¿Cuántos años tenía? ¿Era rica o pobre? ¿No había tenido ayuda para quedarse cosu bebé  o simplemente no le había importado abandonarlo?

Si realmente quiere dar el bebé en adopción, está bien. Sólo queremos estar seguros de que tiene la información que necesita para tomar esa decisión. Y si, por el contrario, desea quedarse con el bebé pero necesita ayuda para hacerlo, también queremos saberlo.

El muchacho miró a Peter, luego a Lali.

Ya… Pero yo no sé nada seguro.

Aun así, ¿sabes algo?

Quizás. Yo sólo trabajo los lunes, mrcoles y domingosDe todos modos, el lunes por la noche, vinieron un chico y una chica a la tienda. Compraron compresas. Los recuerdo porque ella no tenía buen aspecto. Estaba muy blanca, como si fuera a irse al otro mundo o algo así. Cuando se fueron, el chico le rodeó los hombros, sujetándola.

Peter miró a Lali. El lunes por la noche había sido la noche que habían dejado a Amy, y aquella pareja parecía la que buscaban.

¿Puedes describirlos? —preguntó Peter.

Después de dudar un momento, Reuben dijo finalmente:

—Ella tenía el pelo largo, casto. Él era rubio.

¿Te fijaste en el tipo de coche que conducían? sigu Peter.

—Hizo mucho ruido cuando se marcharon. Yo miré fuera, y vi una camioneta marrón, pequeña, muy destartalada.

¿Había algo identificable en ella?

—No. No la vi de cerca.

¿En qué dirección se marcharon?

—Hacia el norte.

Lali y Peter se miraron.

Si recuerdas algo más, llámame, ¿de acuerdo? Peter le dio su tarjeta. El adolescente asintió, y Lali y Peter salieron de la tienda.
Cerca del coche, Lali le dijo a Peter:

Parece la pareja que buscamos, ¿no? ¿Qué hacemos ahora?

¿A qué se refiere con «qué hacemos ahora»? —preguntó él—. Hace lo que suele hacer un domingo y yo lo que estoy haciendo.

Tal vez era un solitario, pero cuatro ojos veían más que dos.

¿Va a aceptar el caso?

Sólo estoy haciendo un trabajo preliminar para averiguar si hay razón para aceptar el caso.

¿Sólo busca a alguien cuando sabe que va a tener éxito? —lo desaf Lali.

—No, por supuesto respondió él pasándose la mano por el pelo.

—Entonces, sor Lanzani, ¿por qué es una decisión tan difícil de tomar? Él la miró un largo momento.

—Es  difícil  porque  soy  una  sola  persona  y  tengo  una  cantidad  de  tiempo limitada.

Ella lo comprendía.

¿Ha visto a Amy? —le preguntó Lali. Su expresión no cambió, pero sí algo en sus ojos grises.

Sí, la he visto.

—No podemos dejar que la pequeña pase por la vida sin saber quiénes son sus padres.

¿«Nosotros»? —preguntó él arqueando las cejas.

Sor Lanzani —empezó a decir ella.

Peter. Mi nombre es Peter.

Peter  repitió  ella.  Le  gustó  cómo  sonaba  su  nombre—.  No  habas empezado a hacer preguntas a la gente si no hubieras querido ayudarme con el caso.

—No había conseguido casi nada hasta que has aparecido tú respondió él.

—Reuben creía que eras policía. Los chicos como él no se chivan de otro delante de una autoridad… dijo Lali.

Tengo la sensación de que, con tu encanto, tú consigues lo que quieres con el género masculino comentó Peter.

¡Qué equivocado estaba! Ella no había tenido el suficiente encanto como para retener a Pablo. Una y otra vez se había preguntado qué cosa le faltaba, en qué se había equivocado qué necesidad de él no había satisfecho para que la hubiera abandonado de aquel modo.

—Y si no te sirviera el encanto, lo conseguirás con esa firme determinación continuó él.

¿Has analizado todo eso en el tiempo que hemos estado juntos, que ha sido un total de… qué, quince minutos?

¿Me equivoco? —preguntó él.

Que la hubiera conocido tan bien en un lapso de tiempo tan corto la molestaba.

—No. No te equivocas, pero tengo que saber qué preguntas hacer y dónde buscar, además de mi encanto y mi determinación. Si no, no podré encontrar a la madre de Amy.

Peter dejó escapar una exhalación y miró hacia los Painted Peaks.

¿Has comido ya? le preguntó. Aquella pregunta la sorprendió.

—No, no he comido.

Vayamos al Silver Dollar a comer algo y hablar sobre esto. La idea de que él fuera a ayudarla la animó.

De acuerdo. Es buena idea.

Cuando ella empezó a dirigirse a su pequeña camioneta, él le agarró el brazo. Ella sint un calor en todo el cuerpo al contacto de su mano.

—El hecho de que busquemos a la madre de Amy no garantiza que la encontremos. La mayoa de las veces, no se llega a nada —le advirt Peter.

—Y algunas veces, una pista lleva a otra, y así

Él hizo una mueca que parec un esbozo de sonrisa.

¿Tú ves siempre todo color de rosa? —preguntó Peter.

No había nacido entre algodones, así que era imposible que lo hiciera, pensó Lali.

—No, pero todas las mañanas tomo la decisión consciente de ver la parte positiva de la vida, y creo que da buenos resultados.

Peter bajó la mano, y ella sint la ausencia de su calor.

Te seguiré con mi coche hasta el Silver Dollar —dijo él y se marc a su coche. Esperó a que ella pusiera el suyo en marcha y la siguió.

Lali sonreía mientras conducía.


¿Desde cuándo almorzar en el Silver Dollar era algo excitante?, se dijo. Desde que Peter Lanzani la había invitado.

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