Dicho esto, se dio la vuelta y se
dirigió hacia la salida. Por fin le había dicho a su padre todo lo que llevaba
años guardando en su interior y se sintió liberada. Necesitaba respirar aire
fresco y alejarse de allí y de aquel ser que solo miraba por él mismo y por su
negocio sin tener en cuenta que en la vida también existen los sentimientos. En
su camino la interceptó Mike quien, con gesto serio, le preguntó:
—¿Has recapacitado en cuanto a lo
nuestro?
Tras soltar un suspiro de
frustración la joven actriz lo miró y en un tono más conciliador se acercó a él.
—Vale. Entiendo que eres un hombre y vuestra especie
necesita su tiempo para procesar la información. Pero no... lo nuestro no
existe porque nunca ha existido Y una vez que te lo he dicho y aclarado, piénsalo
y procésalo, porque no te lo voy a volver a repetir ¿Okay?
Sin más, se acercó a su amiga Salma,
la besó en la mejilla y quedó en llamarla al día siguiente. Después se marchó.
Quería regresar a su casa.
El veintisiete de febrero por la
noche Peter estaba sentado cómodamente en su salón leyendo un libro cuando sonó
el timbre de la puerta de su casa. Sorprendido, miró el reloj. Las doce y
cuarto de la noche. Rápidamente se levantó y al coger el telefonillo escuchó:
—Abre Peter, somos nosotras.
AI escuchar aquello blasfemó ¿Qué
hacían sus hermanas allí a esas horas? Pero apretando el botón del portero
abrió la verja y después la puerta, quedándose de piedra al ver aparecer a sus
hermanas, padre, abuelo, a Menchu y cuando creía que no podría ver entrar a más
gente entró Nicolás con su mujer, Lucas y Damián.
Boquiabierto al verles llegar con
bebidas, hielo y bolsas de patatas fritas preguntó:
—¿Pero qué se supone que estáis
haciendo aquí?
—Venir a ver la gala de los Oscar
—respondió Eva dejándole patidifuso.
—¡¿Cómo?! —bramó enfurecido.
Lo último que le apetecía ver en
aquel instante era aquel absurdo programa.
—Lo que oyes Peter —replicó Irene—.
Lolo se ha quedado con los niños en casa y tú eres el único que tiene Canal
Plus, a papá no le funciona.
Peter fue a decir algo cuando su
amigo Nicolás, tras darle un golpe en la espalda para llamar su atención, dijo:
—Eso te pasa por tener el Plus,
nenaza.
Divertido por el gesto adusto de
Peter, Lucas dijo al padre del anfitrión:
—Toma Manuel, una cervecita
fresquita. —Y mirando hacia su enfurecido amigo, le guiñó el ojo y dijo— : en
el frigorífico he puesto otra tanda. Creo que la noche va a ser larga.
—Vaya qué considerado —murmuró
agriamente Peter.
—Bonito —gritó Eugenia—. Dame una
Coca-Cola.
—En seguida, preciosa —contestó
Nicolás encantado.
Sin entender nada de lo que estaba
pasando, Peter, en medio del salón observaba todo aquel jaleo sin dar crédito
mientras Senda, su perra, parecía encantada de tener a toda aquella gente allí.
—Por cierto —dijo Nicolás tras
entregarle el refresco a su mujer—, por si no te habías enterado, nuestra amiga
Lali está nominada a los Oscar y esto es como cuando España jugó en el mundial.
En vez de todos con la roja, esta noche es ¡todos con Lali! Nuestra chica tiene
que ganar ese Oscar, sí o sí.
—No me jodas, hombre —protestó
aquel—. ¿No os podéis ir al bar para verlo?
—Ni lo pienses, guapo —sonrió
Almudena tras aparcar el cochecito de su bebé en un lateral del salón—.
Pudiendo estar tu casa, ni de coña nos vamos al bar.
El abuelo Goyo, que estaba ansioso
por ver aquel programa de televisión, cogió una de las butacas, la puso frente
a la tele y gritó:
—El gorrioncito tiene que ganar por
guapa y relinda.
Cada vez más alucinado, Peter les
vio acomodarse frente al televisor, mientras charlaban y reían como si
estuvieran en cualquier sitio menos en su casa. Incluso Senda parecía feliz.
Jugueteaba con Damián mientras este le daba una patata frita. Quiso gritarles
que se fueran, que no quería compañía, que lo último que quería ver era aquel
programa cuando su padre, que le llevaba rato observando, le cogió por el
hombro derecho y dijo ofreciéndole una cerveza:
—He traído croquetas. No veas lo
buenas que salen con la nueva Thermomix.
—Pero papá... —se quejó desesperado.
—Lo
sé hijo, lo
sé —se disculpó
aquel—, pero tus
hermanas ya sabes
como son y han movilizado a todo el mundo para ver la
gala de los Oscar.
—¿Y no lo podían haber visto en tu
casa?
Manuel sonrió, cada vez mas
consciente de la necesidad de que Lali volviera con su hijo, cogió una croqueta
de la bandeja, le dio un mordisco, y dijo:
—No hijo. La gracia era verlo en la
tuya.
—Joder —murmuró molesto.
Un rato después, tras poner todas
las excusas del mundo para echarles de su casa, Peter claudicó. Nadie estaba
dispuesto a irse de allí hasta que aquella maldita gala terminara. Pero les
dejó claro una cosa. Él no
iba a verla. Por
ello, muy enfadado, se dirigió
a su garaje dispuesto a hacer cualquier cosa menos estar allí
sentado con ellos.
Sobre la una de la mañana todos
vocearon al ver que por fin conectaban con el evento. Durante un buen rato
vieron desfilar entre flashes a infinidad de famosos por aquella preciosa
alfombra roja caminando hacia el teatro Kodak.
—Oisss que mona va la Portman —gritó
Irene al ver a la actriz ataviada con un vestido granate corte imperio.
—Para mono su Bonito —añadió
Eugenia—. Le conoció en el rodaje de la película Cisne negro ¿la habéis visto?
—Sí... a mi me gustó mucho —asintió
Eva.
—Bueno... bueno... bueno... ¡Cómo va
de guapa Penélope! —gritó Almudena.
Los ojos de todos se centraron en la
actriz española y Lucas, tras beber de su cerveza, murmuró:
—Sí... está tremenda.
—¿Dónde están el gorrioncillo y
Gasti? —preguntó el abuelo Goyo.
—Estarán al llegar —respondió
Almudena.
—Por el amor de Diorrrrrrrr —gritó
Eva—. Me encanta el vestido plateado que lleva Gwyneth Paltrow. Está guapísima.
—Guapísima... guapísima —corearon
los hombres divertidos.
—Oh sí... el vestido es chulísimo.
Pero claro, menudo tipazo que tiene ella. Ya quisiera yo —se quejó Almudena.
—Bonitooo —gritó Eugenia—. Para la
boda de mi prima Paz me haré un vestido como ese ¡que lo sepas!
—Genial, preciosa... genial —sonrió
aquel tras encogerse de hombros ante la mirada guasona de sus amigos.
—Uoooo ¿y que me decís del vestido
que lleva Hilary Swank? —aplaudió Menchu.
—Aisss que bonitoooooooo. Es
preciosooooooooo —asintió Irene.
—Precioso... precioso... —volvieron
a mofarse los hombres. Diez minutos después Eva volvió a gritar.
—Joderrrrrrrrrrr ¡pero que bueno que
esta el McConaughey! Ay Dios qué guapo está con ese esmoquin. No me digáis que
ese tío no es sexy. El resto de las mujeres asintieron.
—Todo tuyo hija. A mi me gusta más
Colin Firth. Es más madurito, vamos como a mi me gustan—murmuró Irene.
Damián, que junto con los hombres se divertía
con los comentarios que aquellas hacían,
al escuchar a Eva y verla tan emocionada mirando la pantalla dijo:
—Bah... el macnosequé, tampoco es
para tanto. Por cierto ¿no tiene nombre de hamburguesa?
Al escuchar aquello,
la joven le miró y, tras darle un repaso
de arriba abajo con un gesto
devastador, susurró:
—Ya quisieras tú parecerte a él aun
siendo una hamburguesa.
—Perdona guapa, pero ya quisiera él
parecerse a mi. Y te recuerdo que yo soy de Ávila, como los chuletones
—respondió aquel, ganándose varias palmaditas en la espalda de algunos hombres.
—Si es que es pá darle —se quejó Eva
al verle sonreír.
—Eva María ¡ni caso! —replicó Irene
—No empecemos Eva... No empecemos
—sonrió Almudena.
—Pero ¿cuándo salen el gorrioncillo
y Gasti? —insistió el abuelo Goyo con curiosidad.
Irene le rogó con la mirada a su
hermana Eva que no discutiera con Damián, algo prácticamente imposible, pues
era verse y chocar como dos trenes a alta velocidad. Después miro en dirección al anciano y el respondió.
—Abuelo Goyo, timen que llegar de un
momento a otro. No te impacientes.
—¿Te dijo Gasti o La qué vestido
llevaría para los Oscar? —preguntó curiosa Almudena—. Seguro que grandes firmas como Calvin Klein, Dior o
Marchesa estarían como locos por verla
desfilar con su precioso vestido.
—Seguro que se pone un Dior —asintió
Menchu—. Lali tiene cuerpo para ponerse eso y lo que quiera.
—Almu, Gasti no me dijo nada
—respondió Eva y, bajando la voz para
que Peter no la escuchara, murmuró—: Solo me dijo que intentara que el Xman
viera la gala.
Al decir aquello todos se miraron
entre sí y resoplaron. Peter no lo iba a poner fácil. Mientras tanto aquel,
ajeno al plan que urdía el grupo, trasteaba en su garaje mientras escuchaba a
los AC/DC.
—¿Y cómo hacemos para que se siente
y la vea? —preguntó Irene.
—Tranquilas, preciosas —sonrió
Lucas—. Para eso estamos nosotros aquí. Todas sonrieron cuando de pronto Eva
gritó:
—Ahí está Laliaaaaaaaaa. ¡Qué
guapaaaaaaaaaaaaaaaa!
Desde el garaje, Peter escuchó el
grito de su hermana y la herramienta que tenía en sus manos se le escurrió y cayó
con gran estrepito al suelo.
Durante unos segundos,
intentó luchar contra
la tentación de asomarse por la puerta y mirar el televisor, pero al
final el deseo le venció y se acercó a la puerta para mirar. Allí estaba ella,
tan guapa como siempre, con su espléndido
pelo rubio recogido en un moño italiano y sus inquietantes ojos marrones sonriendo mientras saludaba a
otros actores.
—Ay mi gorrioncito que hermoso está.
Es la más lustrosa de todas y Gasti, con ese traje rojo o encarnao o como él
quiera llamarlo va muy relindo también —aplaudió el abuelo Goyo encantado de la
vida.
Durante un rato, las cámaras de
televisión siguieron los pasos de estos dos, en especial los de Mariana
Espósito que era una de las posibles premiadas de la noche.
—Ay bonito —gritó Eugenia
emocionada—. Esta saludando a Vin Diesel.
—Si cielo ya lo veo —sonrió Nicolás
al escuchar a su histérica mujer. De pronto, Eva miró a su hermana Almudena y
preguntó: —Pero el vestido que lleva Lali ¿no es el que se compró en la tienda
de Alicia? ¿El de las plumas?
Pero no le dio tiempo a contestar.
El móvil de Almudena sonó y una alucinada Alicia gritaba como una posesa que el
vestido que llevaba Lali en la gala de los Oscar había sido diseñado y
confeccionado ella.
—¡Qué fuerte! ¿Se ha puesto el
vestido de Alicia? —gritó encantada Irene.
—Como diría Gasti, esta lady es lo
más —se carcajeó Menchu.
Dos segundos después Lali, junto a
un guapísimo Gasti, se acercaron hasta los reporteros de televisión que
les reclamaban, y tras
contestar a algunas
preguntas en inglés, un reportero
le preguntó algo en español y ella contestó:
—Este bonito
vestido es un
diseño exclusivo de
la maravillosa Alicia
Domínguez. Una estupenda
diseñadora española que tuve el placer de conocer cuando estuve en España, y que
estoy segura que pronto dará mucho que hablar. De hecho Annette Bening ya me ha
pedido su teléfono.
—Ay madre... Alicia tómate una
tilita que la necesitas. Mañana hablamos —susurró Almudena antes de colgar.
Peter, incapaz de dejar
de mirar la pantalla, siguió todos los movimientos de Lali. Le encantaba cómo aquella preciosa
mujer sonreía y eso le hizo que el corazón comenzara a latirle con fuerza. Pero
cerró los ojos y volvió a lo que estaba haciendo. ¿Qué hacía mirándola? No
debía martirizarse con algo que no podía ser.
K cabezota x Dios.
ResponderEliminarYa le daría yo un golpe con una d sus erramientas.
Jjajajajjajajja,el abuelo Goyo ,y su gorrioncito,me matan d amor.