Dando un empujón a Nicolás para
apartarle de su camino, Peter, se encaminó hacia la salida del local. No estaba
dispuesto a escuchar nada más. Lucas miró a Nicolás y este, con un gesto, le
indicó que no se preocupara y fue tras él. Una vez fuera del local, Peter se
encaró a su amigo.
—Se acabó Nicolás, no quiero
escuchar nada más. ¿Me has oído?
—Pues lo siento, porque creo que vas
a tener que escucharme un poquito más. Furioso, le dio un empujón acorralándole
contra la pared.
—Maldita sea, Nicolás. ¿Por qué coño
te empeñas en recordarme algo que quiero olvidar?
—Porque como te dije una vez, sigues
con el freno de mano echado y ya es hora de que lo bajes y seas feliz ¡joder!
Además, tenía ganas de comprarme la pamela para la boda.
Aquel comentario
y la sonrisa burlona fueron el
detonante. Peter le asestó un puñetazo.
Sin calibrar su fuerza, le dio tal golpe en el estómago que Nicolás se
dobló en dos. Pero este no se quedó quieto y, en cuanto sintió que su amigo
aflojaba su fuerza, levantó la pierna y le dio una patada con tanto impulso que
Peter acabó espatarrado en el suelo. Enfadado por su cabezonería miró a su
amigo y, levantándose del suelo, gritó:
—¡No te das cuenta de que quiero
continuar con mi vida! ¿Por qué te
empeñas en hacerme recordar lo que no
debo?
—Porque estás confundido y me
parecerá estupendo que olvides, pero solo cuando conozcas la verdad de los
hechos, Lali tuvo miedo a que la echaras de tu vida, por eso fue dura contigo y
se fue sin despedirse. No quería sentir tu desprecio. No quería ver cómo su
presencia había arruinado tu trabajo. Por eso huyó. ¡Piénsalo!
Boquiabierto por aquella revelación
clavó sus oscuros ojos en su amigo.
—¿Y tú cómo sabes eso?
Con una tonta sonrisa, Nicolás se
acercó a él.
—Nenaza, uno tiene sus fuentes y te
aseguro que son totalmente fiables. Apoyándose en la pared para tomar aire,
Peter susurró:
—No voy a dar marcha atrás
Nicolás...
—Pues harás muy mal pero por lo
menos yo, a partir de ahora, podré dormir tranquilo por las
noches sabiendo que lo intenté y te
dije la verdad. Ahora tú, y solo tú deberás decidir qué quieres hacer. Pero
estoy de acuerdo con Mariliendre: ¡Espabila!
Dos segundos después, los dos
entraban de nuevo en el Loop donde se emborracharon.
Los días pasaron. Peter y Lali
conocían la verdad sobre cómo se filtró la información a la prensa y sobre lo
mucho que se echaban de menos, pero ninguno movió ficha. El daño que había
sufrido en sus corazones era tal que ambos decidieron pasar página y olvidar.
Peter continuó con su vida
e intentó disfrutar
de los días
libres que le
quedaban antes de reincorporarse de
nuevo a su unidad.
Lali hizo lo
mismo y más cuando
supo que él
había regresado sano y salvo de
Irak. Saber que estaba bien era lo único que necesitaba para poder continuar viviendo.
El veinticinco de febrero, la
víspera de la gala de la entrega de los Oscar, Lali cenaba junto a Mike Grisman
y varios de los nominados a los premios. Todos se reunieron en el hotel Seminius
para disfrutar de una velada entrañable. En su misma mesa se sentó Salma con su
marido y aunque no podían hablar en privado porque estaban situadas una
enfrente la una de la otra, se entendían con la mirada.
Durante la cena, Lali comprobó que
no muy lejos de su mesa estaba su padre con su mujer. Se saludaron desde la
distancia con un movimiento de cabeza. Su relación, tras regresar de España, se
tornó inexistente. La discusión que mantuvo con ellos había abierto brechas
incurables. Aquel día, Lali, presa de su pena y su tristeza les pidió
comprensión y afecto, algo que ellos
decidieron ignorar. Aquella frialdad fue lo que definitivamente le congeló el corazón. Estaba sola y así era
cómo debía aprender a vivir.
Un ruido ensordecedor la sacó de sus
pensamientos. Al girar la cabeza sobresaltada para ver qué había sucedido, vio
a un joven camarero en el suelo recogiendo la pila de platos que se le habían
caído.
—Que torpe eres chico, y eso que
solo tienes que llevar y traer platos —se mofó Mikel Crisman a su lado haciendo
reír a varios de los comensales.
El muchacho, al escuchar aquello,
levantó la vista. En su mirada se reflejaba la rabia por aquel comentario pero
calló. Lali, sin poder evitarlo, se fijó en la chapa que llevaba en la solapa
de su chaquetilla blanca. «Josh»,
leyó. Y levantándose de la
mesa dijo mientras
ayudaba al chico
a recoger la loza rota:
—No le hagas caso Josh. Ya me
gustaría verle a él haciendo lo que tú haces.
Boquiabierto, el
muchacho la miró y sonrió.
Ante él estaba
la grandísima Mariana
Espósito, ayudándole a recoger los platos rotos y levantándole el ánimo.
—Gracias, señorita Espósito —sonrió
aquel. Ella le guiñó un ojo.
—De nada, Josh.
Mientras ayudaba al muchacho,
recordó el día en que otro camarero cayó a los pies de Peter en la cafetería de
Madrid. Su amabilidad y humanidad, nada tenían que ver con la de Mike. Al
pensar en ello sonrió, y con los recuerdos dando vueltas por su cabeza, acabó
de ayudar al muchacho. Cuando volvió a su asiento junto a Mike, este la
recriminó:
—Mariana, ¿qué estabas haciendo?
—Ayudando a Josh —respondió tras
guiñar el ojo a su amiga Salma, sentarse y ponerse la servilleta sobre las
piernas.
Después de que otro de los camareros
les sirviera el segundo plato, Mike insistió acercándose a ella:
—Debes mantener tu posición social.
Eres Mariana Espósito, no una recogeplatos. ¿Qué pensaran los demás sobre lo
que has hecho?
La joven miró a los comensales que les acompañaban en la mesa y tras
sonreír a su amiga respondió con
tranquilidad:
—Sinceramente Mike, los que son mis
amigos ya me conocen y el resto me importa bien poco lo que piensen
—molesta por aquella llamada
de atención le siseó—: ¿Qué pasa, tú nunca le has tropezado ¿Nunca has necesitado ayuda?
Incapaz de contestar a aquello el
divo del cine miro a su alrededor hasta encontrarse con la mirada de Carlos
Rice y farfulló malhumorado:
—Con solo mirar a tu padre, sé que
piensa como yo.
—Pues ¡qué bien! —se mofó ella.
—Solo hay que ver cómo te ha mirado
mientras...
Sin poder aguantar ni un segundo
más, Lali le miró con desdén.
—Lo que píense mi padre de mi, no me
interesa. Por lo tanto cierra el pico, si no quieres que te lo cierre yo
delante de todos.
Durante unos
segundos permanecieron callados
mientras escuchaban el
discurso que John
Foswell ofrecía, hasta que Mike,
molesto por como ella le había hablado, volvió al ataque.
—No sé qué clase de tipo sería con
el que has estado en España, pero a mi no me hables así —
ella le miró fijamente y preguntó:
—¿Qué estás diciendo Mike?
—No te hagas la tonta porque sé muy
bien con quién estuviste. ¿Acaso crees que tu padre no me mantuvo informado?
Estuviste con un policía y, por tus recientes modales, presupongo que ni mucha
educación ni saber estar debía de tener.
Deseó darle un puñetazo allí mismo y
saltarle los dientes, pero no, no debía hacerlo. Primero porque no era lugar y
segundo porque la educación debía primar ante todo, aunque aquel le estuviera
demostrando la poca que tenía. Finalmente, cuando comprendió la convenida
relación que unía a aquellos contestó con mofa:
—Vaya... me dejas impresionada. Mi
padre y tú hablando de mí.
—Tu padre solo quiere que tu carrera
no se hunda, y sabe que yo soy un buen poste al que amarrarse.
—¿Que tú eres qué? —preguntó
sorprendida.
—Lo que has oído. Tú eres Mariana
Espósito, pero yo soy Mike Grisman, no lo olvides. Soy un hombre que puede darte
mejor vida que ese poli, además de la fama necesaria parar continuar con tu
carrera.
—Vaya... —suspiró Lali deseosa de
haber tenido el garrote de el abuelo Goyo para darle aquel su merecido.
Si algo tenía Peter era clase y
saber estar. Mucha más que aquel divo hollywoodiense que se mofaba del pobre
chico que se había resbalado con los platos.
Molesto por la guasa que veía en su
mirada, Mike se envalentonó y prosiguió.
—Quiero que sepas que he perdonado
que te quedaras en España y tuvieras un romance con ese policía, y si te
perdoné fue porque tu padre habló conmigo y me hizo ver lo beneficioso de
nuestra unión.
Lali resopló cada vez más
sorprendida. Ahora entendía la insistencia de aquel por invitarla a salir una y
otra vez. En el
fondo todo era
marketing. A Mike le
convenía que le
volvieran a relacionar con ella y
a su padre también. Ella era solo un negocio y eso le revolvió el estómago.
Mike era como su padre. Siempre lo había sabido, pero ahora lo confirmaba.
Simplemente quería usarla igual que la mayoría de los que estaban sentados con
ella en aquella cena. Estaban allí en su propio beneficio, para ganar fama y
dinero.
—No
me mires así,
Mariana —prosiguió aquel—.
Darte una nueva
oportunidad es algo beneficioso para los dos, para nuestras
carreras. Un beneficio que ese vulgar policía no te puede dar. Pero quiero que
quede clara una cosa, no voy a consentir que me humilles ni me hables como lo
has hecho hoy, ni ahora, ni nunca.
Hasta aquí hemos llegado pedazo de
burro pensó malhumorada.
Furiosa, levantó el pie y con toda
la fuerza que pudo clavó su fino tacón de Jimmy Choo sobre el zapato de Mike.
Al ver que este disimulaba el gesto de dolor ante todos, se aproximó más a él
con gesto sonriente.
—Mira, guapo. Con lo que acabas de
decir en referencia a mi padre lo has acabado de arreglar. En cuanto a eso de
que tu me estas dando una segunda oportunidad, no te lo crees ¡ni loco! Y por
último, para hablar del policía español le lavas la boca antes. Ese hombre, ese
policía, no es vulgar. Es maravilloso, ingenioso, divertido, cabezón y
acurrucoso, y por si fuera poco todo lo bueno que te he dicho, también es mil
veces más hombre que tú. Tiene unos valores sobre la vida, la dedicación y la
familia que tú nunca conocerás. Y si vuelves a mencionarle en tono despectivo a
él o a su familia, o a acercarte a mí para algo más que no sea algo relacionado
con el trabajo, te juro que lo vas a lamentar ¿entendido?
Mike asintió asustado y durante el
resto de la velada no volvieron a dirigirse la palabra. Notó que estaba muy
enfadada y, si algo sabía de ella, era que cuando se enfadaba había que dejarle
tiempo para que entrara en razón. Lali era muy temperamental y necesitaba su tiempo. Tras la cena, y algo
más calmado, Mike al verla de nuevo sonreír, se acercó con cautela y asiéndola
del codo la apartó del grupo donde estaba.
—Mariana, preciosa. He dicho que te
perdono.
—¿Que me perdonas? —se mofó ella
deseando tener a mano la cinta americana para taparle la boca—. Vaya, es todo
un detalle.
—Creo que mi comentario ha sido
desafortunado y...
Tapándole la boca con la mano, ella,
con una espectacular sonrisa murmuró:
—Oh no, Mike. Creo que el comentario
sobre lo que es beneficioso para ti y para mi ha sido lo más afortunado que has
dicho en tu vida. Gracias a él me he dado cuenta de lo que quiero y lo primero
que quiero es no volver a tener nada contigo. A pesar de ser una pésima
persona, eres un actor maravilloso, pero lo poco que hubo entre tú y yo se
acabó.
—¡¿Cómo dices?!
El padre de Lali que los observaba
desde hacía rato desde la otra punta del salón, al ver el gesto de su hija y la
cara de Mike optó por acercarse a ellos. Desde su tremenda discusión cuando
llegó de España no había vuelto a
hablar con ella, pero al acercarse y escuchar
la última frase pregunto:
—¿Qué es eso de que lo que hubo
entre Mike y tu se acabó?
—Lo que has oído, ni más ni menos
—respondió mirando a su padre.
—Mariana, tu relación con Mike es...
—Mi relación con Mike es nula—
—cortó la joven. ¿Qué hacia su padre discutiendo con ella sobre su vida?
—Lo siento Carlos, pero tu hija hoy
no está de humor —añadió el actor con gesto contrariado.
El
poderoso cineasta, con el
ceño fruncido, asió a
su hija que le miraba
con desprecio y, llevándosela a
un lateral del salón, lejos de ojos indiscretos siseó:
—Mariana haz el favor de comportarte
como la mujer que eres. El que Mike y tú estéis juntos pued...
—Cállate papá —respondió con odio—
Yo no tengo ninguna relación con Mike, ni la voy a tener porque no le quiero.
—Siempre ocasionando problemas...
siempre.
—No papá, yo no te ocasiono nada —
—respondió con seguridad—. Eres tú el que se empeña en querer controlar mi vida
y cuando ves que se escapa de tu férreo control te desesperas. Vamos a ver
¿cuándo te vas a enterar que la única que puede decidir sobre mí misma soy yo?
—Cuando me demuestres que eres capaz
de pensar con sensatez y no como tú madre, con el corazón. Esto es la industria
del cine y aquí hay unas normas que acatar. Tu actitud y tu negativa a aceptar
ciertas cosas me recuerda a ella, y eso solo te perjudicará.
Aquello le dolió. Que mencionara a
su madre le revolvió las tripas. Su padre sabía todo lo que ella había sufrido
con su muerte. Y cómo si le hubieran metido los dedos en un enchufe Lali
explotó llena de ira.
—Nunca la quisiste a ella y nunca me
has querido a mí. Pero la diferencia que hay entre mamá y yo, es
que ella no
supo ver lo
dañino que eras y
yo sí.
Si tengo algo
que agradecerte es la
oportunidad que me dio la meca del cine por ser tu hija. ¡Solo eso! Pero mi
cuenta está saldada contigo desde lince mucho tiempo y...
—No le consiento que me hables así
Mariana. Tu madre era un ser débil que...
—Que le quería maldito imbécil
—siseo con odio— . Mamá era una mujer demasiado buena para ti que solo
demandaba un poco de tu valioso tiempo y tu cariño para que la quisieras. Pero
solo consiguió pequeñas migajas del gran Carlos Rice hasta que no pudo más y
tomó aquella terrible decisión. Pero yo no soy ella, no lo olvides. Yo tengo tu
fuerza y su bondad. No soy un problema. Aprendí a no querer migajas tuyas desde
muy pequeña y te aseguro que a día de hoy soy una mujer de treinta años que
sabe muy bien lo que quiere y, sobre todo, que tiene muy claro quién la quiere.
Y ni tú, ni la tonta de tu mujer, ni Mike podéis darme lo que yo necesito
porque no me queréis. Por lo tanto papá, no vuelvas a decirme con quién he de
estar o no porque el poco respeto que te tengo porque eres mi padre y porque la
abuela me lo pidió, se puede desvanecer en un segundo y te aseguro que lo vas a
lamentar. —Carlos Esposito impresionado no podía despegar los labios—. Pero no
lamentarás perderme como hija, porque nunca me has tenido, si no porque si la
prensa se enterará de tu comportamiento conmigo y eso ocasionará un gran
escándalo que tú ¡don poderoso! no se puede permitir. ¿Y sabes por qué? Porque
sabes tan bien como yo que la gente, el público, me quiere y te guste o no,
Mariana Espósito hoy por hoy, es tan fuerte y poderosa como tú en la industria
del cine.
—Mariana...
—No
papá. No digas
nada y ¡escúchame!
Nunca más vuelvas
a inmiscuirte en
mi vida, ¿entendido?
Los puntos claritos con los dos idiotas engreídos ,su padre y Mike
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