La positividad de su amigo siempre
la hacia sonreír. Pero por mucho que ella lo quisiera, y por mucho que Eva
dijera que su hermano la quería, él dejo muy claro en su mensaje de móvil que
no quena volver a verla nunca, y ella no quería volver a interferir en su vida.
Otra vez no.
Tras hablar un rato con su amiga, y
quedar en verse con ella aquella misma noche, miró a su primo que charlaba con
el guapísimo jardinero que tenía contratado y dijo:
—Llama a Mike Grisman y dile que iré
con el esta noche a la fiesta de Marlene.
—¿Segura queen mía?
Ella asintió, y tras mirar el
vestido de Givenchy lo cogió entre sus manos y respondió mirándose en el
espejo:
—Tan segura como que me voy a poner
este vestido para los Oscar. Al día siguiente en la prensa mundial se leyó el
siguiente titular: «Mariana Espósito y Mike Grisman ¿boda a la vista?»
El veinte de febrero, Peter llegó a
España procedente de Irak y su padre y el abuelo Goyo fueron a recibirle al aeropuerto.
Llegaba en un avión militar junto a otros compañeros y al ver a aquellos dos
seres que tanto quería su cara se iluminó. Estaba cansado y agotado y solo
deseaba dormir y descansar. Iras fundirse con ellos en un entrañable abrazo,
los tres hombres de la familia Lanzani caminaron hacia el coche de Manuel y
entre risas y bromas llegaron a Sigüenza.
Por la tarde, después de comer en
casa de su padre con la familia y recoger a una histérica Senda, que al verle
no paró de saltar y ladrar emocionada, cogió
su coche y se marchó a casa. Deseaba llegar a su hogar. Cuando llegó suspiró
aliviado al ver que no había ningún periodista, y sonrió al pensar con amargura
la pesadilla acabó.
Al entrar y cerrar la puerta un
extraño y hueco silencio le envolvió. Dejó su petate en el suelo y miró al
frente mientras la perra, encantada, husmeaba en el salón. Los recuerdos
vividos antes de su marcha inundaron su mente con más fuerza que un devastador
tsunami. Agobiado, cerró los ojos y susurró:
—De acuerdo. Terminemos con esto de
una puta vez.
Cogió su petate y se dirigió hacia
el salón y lo recorrió con la mirada. Todo estaba en su lugar. Todo estaba
limpio, pero al mismo tiempo vacío. Se dio la vuelta y caminó hacia la cocina.
Una vez allí cogió la cafetera, la llenó de agua, echó café en el filtró y la
encendió. Después subió a su habitación y tras tirar el petate sobre la cama se
desnudó y entró en el baño. Diez minutos después y con algo de mejor humor
salió de la ducha, abrió uno de los cajones de la cómoda y tras secarse con la
toalla vigorosamente se puso unos boxer oscuros. Camino descalzo hasta su
armarlo y sin mirar la cama lo abrió.
Cogió unos vaqueros y una sudadera
gris y mientras se la ponía sus ojos se fijaron en algo que se había caído
sobre el suelo del armario. Se agachó y al cogerlo blasfemó. Allí estaba la
pequeña camiseta oscura que ella había usado para dormir.
Sin poder evitarlo se la acercó a la
nariz y la olió. Aquel olor era el de ella. Un olor que había añorado todos y
cada uno de los segundos de su desorientada existencia y que ahora añoraba
todavía más. Con rabia recordó los titulares que había visto en las revistas
«Mariana y Mike ¿boda a la vista». Ni en Irak había podido alejar de su vista
aquellas noticias. Finalmente decidió acabar con aquello y metiendo aquella
camiseta en un cajón, directamente bajó a la cocina.
Una vez allí cogió un vaso y sacó un
cartón de leche del mueble. Lo abrió y se sirvió. Calentó el café con leche en
el microondas e instintivamente abrió el mueblecito de las galletas y las vio.
Allí estaba el paquetito azul de las Oreo que tanto le gustaban a ella. Cerró
el mueble de golpe y sin coger el café se dirigió de nuevo al salón. Rebuscó
entre los CD de música y puso uno en el equipo. Al escuchar los primeros sones
de aquella canción se le puso la carne de gallina.
At Last my love has come along/ Al
fin mi amor ha llegado
My lonely days are over/Mis días
solitarios han acabado
And life is like a song /Y la vida
es como una canción
At Last (...,/ Al fin [...]
Mientras la voz de Beyoncé inundaba
el salón se tumbó en el sillón con el mando del equipo en la mano y cerró los
ojos.
Ella me dijo que esta música me
ayudaría a relajarme. Ella... ella... ella...
Por su mente pasearon sin
control momentos vividos
con ella. Recordó su cara de
sorpresa cuando le tapó la boca con cinta americana aquel día en el campo, su
gesto de enfado el día que le tiró barró a la cara, su asustado rostro al
entrar por primera vez en casa de su padre, su chispeantes ojos al comer las
galletas Oreo sobre la cama, su divertida sonrisa cuando la hacía cosquillas, y
su pasión en la mirada cuando le hacia el amor. Añoró su boca, sus ojos, sus
manos, su encanto y tuvo que sonreír al recordar lo divertida que era y su
maravilloso sentido del humor.
Las horas pasaron. Llegó la noche y
Peter continuaba tumbado en el sillón escuchando la misma canción, una y otra
vez, mientras revivía recuerdos. Momentos vividos con ella. Instantes que se
había obligado a no revivir durante demasiados días. Pero que al llegar a su
hogar, en soledad, se lo permitió.
Sonó el timbre de la casa y eso
consiguió arrancarle de aquella
dulce pero amarga agonía.
Arrastrando sin ganas sus piernas
hasta la puerta, al abrir
sonrió al encontrarse en la puerta
a Garlos, Lucas y Damián, junto a otros compañeros.
Entre risas y abrazos todos le
saludaron, y cuando hubieron acabado con
todas las cervezas frescas que había en el frigorífico, decidieron salir a
tomar algo.
Al llegar al Loop, Peter se dio de
bruces con el Cachetón, que al verle suspiró, agachó la cabeza y se acercó
hasta su amigo dispuesto a lo que fuera.
Peter, al verle acercarse, se tensó.
Sabía por Nicolás y por Eva cómo llegaron las fotos de Lali hasta la prensa
y deseó partirle la cara, pero
era consciente de que todo
lo ocurrido fue algo tramado por
Paula.
—Tranquilo Cachetón... no pasa nada.
—Joder macho —gimió aquel
abrazándole ante todos— Lo siento. Siempre la cago contigo y con ella. Lo
siento. Me merezco que me partas la cara ¡lo sé! Y te aseguro que no voy a
defenderme. Me lo merezco... me lo merezco.
Durante unos
segundos Peter se quedó
quieto. Todos sus
compañeros le miraban
con gestó guasón. Finalmente, tras sentir la pena de aquel, le dio un
par de palmadas en la espalda y le susurró al oído:
—Te he dicho que no pasa nada,
Cachetón, pero si no dejas de abrazarme creo que si pasará. Rápidamente, aquel
se soltó y entonces Peter, con una sonrisa, volvió a abrazarle con fuerza.
—Ven aquí hombre… yo también me
alegro de verle.
Pasados aquellos primeros segundos
de tensión, todo se relajó y durante horas el grupo de hombres se divirtió
jugando a los dardos, hasta que Lucas se acercó a unas jóvenes y Nicolás
murmuró:
—Vaya, Mariliendre ya está de caza.
Aquel pareció leerle los labios y,
con una sonrisa, se acercó hasta ellos y se situó al lado de Peter.
—Mi amiguita dice que estás muy
bueno ¿quieres levantármela?
—Tranquilo, hoy no estoy de humor
—respondió con mofa.
Aquel comentario hizo que Lucas sonriera
y, sorprendiendo a aquellos dos, indicó:
—Si yo fuera tú, lo intentaría. Y no
me refiero a esa jovencita de falda roja precisamente. Peter clavó sus oscuros
ojos en él y no respondió. Lucas prosiguió:
—Sé que no querrás hablar de ella,
pero lo siento capullo, me vas a escuchar, Lali es una mujer maravillosa, y no
porque sea Mariana Espósito, que eso te guste o no la hace más atractiva, si no
porque ella ha sabido ver en ti algo que no ha visto en mi, y mira que no lo
entiendo —se mofó—, porque estoy infinitamente más bueno que tú. Así que, deja
de hacer el gilipollas y llámala.
—¿Alguien te ha pedido consejo
Mariliendre? —gruñó Peter.
—No divine —sonrió aquel imitando a
Gasti— Pero como diría mi abuelo Pepe, el de Cádiz, Camarón que se duerme se lo
lleva la corriente. Por lo tanto, ¡espabila!
Dicho esto, levantó las cejas y se
fue hacia el grupito de las jovencitas. Cinco minutos después ya tenía en el
bote a su presa.
—Joder con Lucas, y parecía tonto
—murmuró Nicolás sorprendido.
Peter resopló a modo de respuesta.
Había regresado a su vida, y de nuevo todo comenzaba a sobrepasarle. Nicolás, al ver el gesto de aquel,
aprovechó el momento y dijo sin importarle las consecuencias:
—A ver Peter, ella..
—No me jodas Bonito, y no empecemos
con lo mismo —protestó con gesto duro.
—Escúchame joder. Ella se fue porque
no quería perjudicarte en tu trabajo. Le repetiste tantas veces que
era un problema, que
al presentarse la prensa
en tu casa y ver tu reacción decidió ponértelo fácil. Ella te
quiere tío... ¡te quiere!
Al escuchar aquello Peter le clavó
la mirada.
—¿Y eso ahora a qué viene?
—Viene a que tienes que saberlo y
hacer algo. Furioso y con rabia contenida siseó:
—¿Me quiere? Vaya... cuánto me
alegra saberlo.
—Sí... te quiere ¿pero en qué idioma
hay que decírtelo para que lo entiendas?
—Tú estás tonto, joder —resopló
Peter y dio un trago a su cerveza—. Acaso no has visto que ella ha rehecho su
vida con Mike Grisman.
—Ese es un blandengue que no tiene
media guantá. Si tú quisieras le levantabas a Lali con una mirada.
—No... ella ya ha elegido y yo no
voy a hacer nada —y despechado sentenció—: Que se quede con el Grisman.
—¿Noto cierto retintín en tu voz?
—Déjame en paz, Nicolás.
Pero este continuó metiendo el dedo
en la llaga.
—Vaya... me gusta saber que lees la
prensa del corazón para saber de ella. Eso me hace pensar que todavía te
interesa esa mujer, aunque sea Mariana Espósito.
—Mira, no tengo porqué hablar de
esto y menos contigo —le espetó a su amigo levantándose de la mesa con gesto
desencajado.
—Oh sí... claro que lo harás —se
levantó su amigo.
Dominando sus ganas de cogerle por
el cuello para que callara y le dejara en paz Peter voceó:
—¿Te he dicho que quiera hablar de
ello? ¿Te he preguntado yo por ella acaso?
—No. pero ya me conoces, soy algo
marujil y entrometido. Estar casado con mi Bonita es lo que tiene ¡todo se
pega!
Aquel comentario le hizo sonreír y
Nicolás prosiguió:
—Piénsalo. Ella te quiere, tú la
quieres ¿Dónde está el problema?
—La llamé...
—¿La llamaste? ¿Cuándo? —preguntó
sorprendido a su amigo.
—La noche que ella volaba hacia Los
Angeles. Le dejé un mensaje en el buzón de voz. Le dije que no quería volver a
verla en mi vida. Le grité cosas terribles de las que me avergüenzo y sobre las
que no quiero volver a pensar.
K bueno k reconozca k no va x ella x el dichoso mensaje k le dejó en el contestador.
ResponderEliminarLo van a poner verde ,xk nadie sabía d ese mensajito
Sube mas capitulo
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