Al escuchar aquello pensó en algo
que ella le dijo él dijo que se fue algo así como «la vida se compone de
momentos y los que
he vivido contigo
los atesoro en mi
corazón» pero borrando aquello de su mente respondió con
frialdad:
—No es tan fácil como tú lo ves
Nicolás. Ella vive en un mundo que nada tiene que ver con el mío, y yo no puedo
darle nada de lo que...
—Lo que tienes se llama miedo
¿verdad? Estás acojonado.
—¡¿Cómo?!
—Estás cagado tío, y no me lo puedo
creer. Mi amigo Peter Lanzani, el inspector, el instructor de los geo, el
valiente superhéroe para sus sobrinos ¡por fin tiene miedo de algo!
—No digas gilipolleces, Bonito. No
me jodas.
Pero
su amigo, dispuesto a
decirle todo lo
que llevaba en su interior, sin
importarle las consecuencias
continuó:
—Lo que te ha ocurrido es que esa
tía te ha tocado la patata ¿verdad? —Peter no respondió—. Ha llegado ella y con
su normalidad, a pesar de su glamuroso mundo, te ha desbaratado la vida y te ha
demostrado lo que sería tu puta vida si vivieras con ella y te ha gustado. No
lo niegues. Te conozco y he visto lo feliz y motivado que has estado mientras
ella ha estado aquí contigo. Pero ¿no ves que estáis hechos el uno para el
otro? ¿No te das cuenta que estás enamorado de ella hasta las trancas?
—¿Por qué eres tan jodidamente
marujón? —protestó Peter—, Cada día me recuerdas más a tu mujer.
—Uis... eso me pone —se mofó aquel—,
Y si te parezco marujón, ni te cuento lo que pensarías si escucharas a
Mariliendre y las heteropetardas de la base opinar.
Durante unos segundos ambos
permanecieron en silencio hasta que Peter dijo:
—Ella se
marchó sin despedirse —omitió
su terrible llamada posterior—.
Me dijo cosas terribles y...
—Y tú, el inspector Lanzani, ¿te
quedaste escuchando sin más?
—Sí.
—¿Por qué?
Peter, con los ojos cargados de
furia, se acercó a su amigo y en un susurro que solo él pudo escuchar siseó:
—Porque ella se quería ir. Quería
desaparecer. No me quiso escuchar. Descubrió que lo nuestro bahía sido un
estupendo calentón y nada mas. Joder macho, que cuando llegué a la base me
enfrenté a todo el mundo por ella. Era mi prioridad deseaba afianzar lo
nuestro, algo casi imposible, pero me falló. Ella decidió marcharse sin decirme
adiós y zanjar el tema. ¿Qué coño quieres que haga?
—Serás nenaza —protestó Nicolás—,
¿Desde cuándo no dices tú la última palabra? Que yo sepa eres un tío que lucha
por lo que quiere. El problema es que nunca has tenido que luchar por amor y no
tienes ni puta idea de cómo hacerlo ¿verdad?
Aquello les hizo sonreír.
—Mira Peter, lo que te voy a decir
ya lo sabes, pero te lo voy a repetir quieras o no. Hace ya algún tiempo, una
preciosa mujer llamada Eugenia me tocó la patata —aquel sonrió—. Soy de los que
cuando llego a casa, me gusta encontrarme con una preciosa sonrisa esperándome,
y aunque a veces me queje de que mi Eugenia me vuelve loco, o me esconda la
música de AC/DC, no la cambio por nadie en el mundo porque la quiero, me quiere
y mi vida con ella y con el pequeño Sergio es lo mejor que tengo. Lo nuestro
requiere tensión, sacrificio y presión, y cuando uno sale de la base, cuando
uno sale de trabajar, necesita desconectar y disfrutar, y desde que te conozco,
tú solo has desconectado cuando ella, esa que no te quiso escuchar, estaba en
tu vida y en tu casa. —Al ver que aquel le miraba prosiguió—. Vale que ella, es
una gran diva de Hollywood. Joder es ¡Mariana Espósito! Y que tú solo eres un policía,
sin más, que con seguridad gana menos al mes de lo que gasta ella en una sesión
de Spa. Pero macho, piensa, utiliza la cabeza para algo más que trazar
operativos, y date cuenta de dos cosas. La primera que las tías son muy raras y
en situaciones limite quieren que les grites que no puedes vivir sin ellas, y
la segunda, que lo vuestro funcionaba y funcionaba muy bien y...
—Bonito, si no te callas, juro que
te arrancaré hasta la última muela —protestó Peter harto de escucharle.
Estaba enfadado, molesto, cabreado y
cada vez más. Todo lo que su amigo decía era verdad. Se había dado cuenta que
estaba enamorado de ella, pero no quería aceptarlo. No debía.
Nicolás intuyendo lo que su amigo
pensaba, se sentó con resignación en el balancín junto a su amigo. Al mirar
hacia la derecha se encontró con Eva que, oculta tras la puerta, lo había
escuchado todo. Ella, con lágrimas en los ojos, levantó el pulgar para
mostrarle su conformidad con todo lo que él le había dicho. Por fin alguien había
sido capaz de decirle al cabezón de su hermano la verdad. Nicolás, al verla,
sonrió y asintió. Después miró de nuevo a su cabizbajo amigo.
—Vale, No hablarse más de ella. Pero
joder tío, me preocupa que te vayas a la puta zona roja de Irak sin mí. Reconócelo
nenaza, tú sin mí no eres nadie.
Ambos prorrumpieron en una
carcajada. Una hora después los dos amigos se marcharon a tomar unas copas. Lo
necesitaban.
Los días pasaron y Peter se marchó.
Su partida, como siempre, dejó muy preocupados
a sus familiares y amigos. Los conflictos que existían en Irak no eran
fáciles de digerir y que Peter tuviera que
lidiar con ellos les
quitaba el sueño.
Conocían suficientemente al
geo para saber
que se entregaba al cien por cien
en su trabajo y que era muy buen profesional. Pero eso no restaba que algo
pudiera ocurrir en un abrir y cerrar de ojos, cuando él menos se lo esperara.
Menchu, durante todo aquel tiempo
mantuvo el contacto con Lali. Eva también. Solo habían hablado un par de veces
por teléfono, pues ella se marchó a Tokio para continuar con la promoción de su
película, pero los emails entre ellas eran casi diarios.
El día que Lali supo que Peter se
marchaba a Irak, su corazón empezó a palpitar desbocado.
¿Dónde iba aquel loco? Pensó en
regresar a España e impedírselo, pero tras recordarlas cosas que él dejó
grabado en el contestador de su móvil, decidió que no sería buena idea. Aquella
era la vida de Peter, plagada de peligros, él así lo había decidido. Pero a
partir de aquel día, Lali fue una más de las que constantemente buscaba
noticias sobre Irak. Necesitaba saber que estaba bien. Necesitaba leer que no
le había pasado nada.
Eva aún recordaba petrificada el
momento en el que su amiga Yoli le enseñó el número de móvil desde donde
llegaron las fotografías y la información de dónde se encontraba Mariana
Espósito. ¡Era su móvil! Y todo
había sido enviado
la madrugada del
día uno de
enero. Justo cuando
estaban celebrando la llegada del nuevo año. Su exjefe, el mismo que
días antes la había despedido quiso contratarla de nuevo. Aquella joven
reportera, supuestamente, podía ser la cuñada de la actriz Mariana Espósito y
tenerla en su equipo le daba prestigio
Pero Eva no aceptó y comenzó a
estudiar otras propuestas que había recibido. Al fin y al cabo, la vida
continuaba.
Sentadas en el Croll una noche, Eva
y Menchu charlaban sobre lo ocurrido.
—Te juro que cada vez lo entiendo
menos. Yo no envié esas fotos, pero el teléfono desde el que se mandaron es el
mío ¿Cómo puede ser cierto?
—Quizás le diste a un botoncito sin
darte cuenta y lo enviaste. Ya sabes que la tecnología es muy buena para muchas
cosas y algo indiscreta para otras —susurró Menchu.
Molesta, Eva dio un trago a su
cerveza.
—No digas tonterías, joder. Para
enviar esas malditas fotos lo primero que tengo que hacer es seleccionarlas,
buscar a Yoli entre mis contactos y enviarlas. Y eso no se hace sin querer.
—Tienes razón. Discúlpame y no te
enfades conmigo.
Al ver la cara de su amiga Eva le
tocó en la mano y murmuró:
—Joder Menchu perdona. No quiero
pagar contigo los platos rotos, pero es que de verdad soy incapaz de entender
todo esto y...
—Pero que hacen estos dos monumentos
solos en medio de esta jungla —gritó el Cachetón acercándose a ellas junto al
Rúcula—. Por cierto, buenas noches preciosas ¿os he dicho que hoy estáis
especialmente atractivas?
Divertidas, se miraron y Eva
respondió en todo cansino:
—Valeeee Cachetón te invitamos una
cervecita.
Al escuchar aquello, él levantó la
mano y dijo sorprendiéndolas:
—De eso nada bellezones. Aquí el que
invita esta noche soy yo y mirando al camarero dijo—: Todo lo que tomen estas
preciosidades me lo apuntas en mi cuenta.
—A mi ponme otro gin tonic— pidió el
Rúcula.
Menchu y Eva se miraron convencidas
de que el camarero le mandaría a freír espárragos, pero se sorprendieron al ver
que aquel asentía y les ponía dos nuevas cervezas. En ese momento llegaron
Nicolás y Eugenia a quienes, tras saludar a todos rápidamente se integraron en
la conversación.
Cuando el Cachetón sacó a bailar a
la mujer de Nicolás y el Rúcula a Menchu, Nicolás y Eva se quedaron a solas.
—Gracias por lo que le dijiste al
cabezón de mi hermano antes de que se marchara a Irak. Creo que has sido el
único capaz de decirle lo que todos pensamos.
—No fue fácil, no creas —sonrió
aquel. Tras un pequeño silenció la joven añadió:
—Sigo en contacto con Lali y Gasti
por email.
—¿En serio?
—Sí.
—¿Qué tal está ella?
—Según ella bien. Según Gasti mal.
Nicolás cabeceó y tras beber de su
cerveza susurró:
—Vale. Creeremos a Gasti.
—He intentado hacerla razonar
—prosiguió Eva— pero es imposible.
—Es tan cabezota como tu hermano.
Como dice el dicho «Dios los cría y ellos se juntan». Ambos sonrieron y Eva
prosiguió:
—Vamos a ver. Se quieren. Solo hay
que mirar al merluzo de mi hermano para darse uro cuenta de que está enamorado
de ella, y leer los emails de Lali para percatarse de que a ella le pasa lo
mismo. ¿Porqué narices no hacen algo por estar juntos?
—Muy fácil. Ella es Mariana
Espósito. Una gran diva del cine y tu hermano es simplemente Peter, un geo. Un
policía español que nunca ganará lo que ella gasta cuando va a comprarse
esmalte de uñas —respondió Nicolás.
—Pero ¿qué chorrada estás diciendo?
—La verdad.
—Pues disculpa —siseó Eva— Pero tu
verdad no me convence. Yo adoro a mi hermano y por él como se dice última mente
¡MA-TO! Pero creo que en esta ocasión se está equivocando. No está haciendo
nada, al revés, se marcha a Irak con el consiguiente peligro de que le pase
algo y nos amargue a todos la existencia. —Nicolás fue a decir algo pero esta
no le dejó— . Por cierto, hablas de Lali romo si hiera una mujer a la que solo
le gusta aparentar y su clase social, cuando creo que en el tiempo que ha
estado con nosotros, se ha comportado como una chica más, sin ningún ataque de
divismo por ser quien era y...
—¿Tengo que recordarte que le dijo
cosas terribles y se fue sin despedirse de él? —la cortó aquel— Tu
hermano ha tenido
que soportar la
mofa de mucha
gente, el verse
en la prensa diariamente y el que se entrometieran
en su vida, cuando ya le conoces y sabes cómo es. ¿Acaso crees que para él ha
sido agradable tener que dar explicaciones
o soportar lo que ha soportado? Mira Eva, Peter dio la cara por ella
ante todos los mandos de la base. Les recordó que fuera del trabajo, él era
dueño de su vida, y cuando regresó a casa para arreglarlo como fuera con ella, nuestra querida
estrellita de Hollywood se había ido. Se había pirado sin ni siquiera despedirse
de él. ¿Eso lo hace una chica normal o una diva?
Boquiabierta por aquella revelación
Eva le miró fijamente y susurró:
—Según Lali, ella se marchó para no
perjudicar más a Peter. En un email me confesó que se marchó sin despedirse de
él porque temía que la echara tras regresar de la base.
—Pero ¿qué chorrada dices?
—Ay Dios, que ahora todo comienza a
encajar —susurró Eva— Mira Nicolás, Lali nos ha dicho a Menchu y a mi que Peter
siempre le dijo que si alguien descubría quien era ella todo serían problemas.
Y que aquel día, al verle discutir por teléfono, se dio cuenta que realmente
Peter llevaba razón y...
Sorprendido por aquella revelación,
Nicolás dejó su botellín sobre la barra.
—¿Me estás diciendo que estos dos
gilipollas, por no decir más burro, se han separado por un jodido malentendido?
—Si.
—¡Joder! —resoplo Nicolás.
Tan emocionada como desconcertada
por haber descubierto por fin porque aquellos dos habían procedido así, cogió
su cerveza y sentenció.
—Esto lo tienen que saber ellos. Tú
encárgate de mi hermano y yo me encargo de Lali. Si realmente se quieren,
tienen que saberlo.
Tras chocar los botellines ambos
rieron y Nicolás, al imaginar la reacción de su amigo, susurró:
—Que Dios me coja confesado cuando
le suelte esto al nenaza de tu hermano.
Sobre las dos de la madrugada, una
sexy y provocativa Paula, que se había mantenido alejada de ellos, se acercó y
sin ningún rodeo, preguntó a Nicolás:
—¿Qué sabes de Peter?
AI oír su voz, todos la miraron de
arriba abajo y Nicolás, tras echar un vistazo al tipo que la esperaba al otro
lado de la barra, respondió:
—Poca cosa. Pero no te preocupes,
está bien. Eva sonrió.
—¿Sabes cuándo regresará? —insistió
Paula.
—¿Y a ti qué te importa? —gruñó Eva.
Nunca le había gustado aquella mujer, y cuando se enteró de los problemas que
había tenido con Menchu y con Lali todavía menos.
Paula la miró con un desagradable
gesto.
—Bonita, no hablaba contigo —y
mirando a Menchu dijo—. Y tú fea ¿qué
pasa? ¿Por qué me miras así?
Aquello calentó la sangre de Eva,
que se levantó de su asiento como un resorte.
—Lo de fea se lo vas a decir a tu
madre.
Menchu, al intuir las ganas de
bronca que traía aquella, cogió a su amiga de la mano y se colocó a su lado.
—Paula, Paula, Paula, no ofende
quien quiere sino quien puede y tú, no puedes. Y, por cierto, ya no trabajo en
el parador gracias a ti, por lo tanto, ten cuidadito conmigo, porque tengo un
derechazo que oh my God!, te puede dejar K.O.
—¿Me amenazas? Vaya... veo que
aprendiste algo de tu amiguita, la Espósito.
—Con la Espósito no te metas —gruñó
Eugenia, la mujer de Nicolás.
—Para hablar de la Espósito, so
petarda —espetó Eva—, te tienes que lavar la boca mil veces y aun así la
seguirías teniendo llena de mugre.
—¿Por qué la defiendes tanto guapa?
Esa estúpida se marchó dejando a tu hermano colgado con la prensa. ¿Todavía no
te has dado cuenta?
Nicolás, temiendo la que se podía
liar, se interpuso entre ellas e intentó zanjar el tema.
—Paula ¡basta! En cuanto a Peter,
aún no se sabe cuándo regresará.
El Cachetón que había estado
presente, se acercó hasta ella y cogiéndola de la cintura murmuró:
—Hola Paulita, qué pasa ¿ya no te
hablas con los amigos?
La joven, echándose hacia atrás, se
lo quitó de encima y con gesto agrio respondió:
—Quítame las zarpas de encima si no
quieres problemas.
—Uooooo— se mofó aquel al
escucharla—. Qué pasa ¿ya no quieres nada conmigo? ¿O es que solo te intereso
cuando te hago trabajitos? Por cierto, tenemos que hablar.
Todos les observaron intrigados.
¿Qué negocios serían aquellos?
—Cierra el pico Cachetón —protestó
aquella, e instantes después desapareció.
—Será asquerosa —gruñó Menchu.
—Asquerosa es poco —siseó Eva y mirando
a Eugenia dijo—: Mira, sé que es tu amiga pero a esta tipa es que no la trago.
—Te entiendo y no, no es mi amiga
—asintió Eugenia.
Desde hacía tiempo apenas se veían y
aunque al principio no lo entendía, ahora lo prefería. Paula no era una buena persona
y por fin se había dado cuenta.
—Lo que no sé es porqué mi hermano
de vez en cuando sale con ella.
—Sexo fácil, cariño —respondió el
Cachetón.
Divertido por aquella contestación,
Nicolás le cogió por el cuello.
—¡¿Trabajitos?! ¿Desde cuando le haces
tu trabajitos a Paulita?
Incómodo con aquella pregunta el
Cachetón se soltó y le dio un trago a su cerveza.
—Ya ves... uno tiene su caché y
ahora que Peter no está, de vez en cuando nos vemos y compartimos fluidos.
—¡Qué asco por Diosssss! —exclamó
Eva.
Menchu, molesta por como aquella
estúpida mujer les miraba desde el otro lado del local siseó:
—Pues ten cuidado Cachetón. Esa tía
solo te puede traer problemas. Y te lo digo yo que por su culpa me he quedado
en el paro.
Ya están todos ,seguro pronto descubren k fue la víbora quien hizo todo.
ResponderEliminarCachetón habla ya!!!