viernes, 13 de febrero de 2015

Capítulo 84

Al escuchar aquello pensó en algo que ella le dijo él dijo que se fue algo así como «la vida se compone  de  momentos  y los  que  he  vivido  contigo  los  atesoro  en mi  corazón»  pero  borrando aquello de su mente respondió con frialdad: 

—No es tan fácil como tú lo ves Nicolás. Ella vive en un mundo que nada tiene que ver con el mío, y yo no puedo darle nada de lo que...

—Lo que tienes se llama miedo ¿verdad? Estás acojonado.

—¡¿Cómo?!

—Estás cagado tío, y no me lo puedo creer. Mi amigo Peter Lanzani, el inspector, el instructor de los geo, el valiente superhéroe para sus sobrinos ¡por fin tiene miedo de algo!

—No digas gilipolleces, Bonito. No me jodas.

Pero  su amigo,  dispuesto  a  decirle  todo  lo  que  llevaba  en su interior,  sin  importarle  las consecuencias continuó:

—Lo que te ha ocurrido es que esa tía te ha tocado la patata ¿verdad? —Peter no respondió—. Ha llegado ella y con su normalidad, a pesar de su glamuroso mundo, te ha desbaratado la vida y te ha demostrado lo que sería tu puta vida si vivieras con ella y te ha gustado. No lo niegues. Te conozco y he visto lo feliz y motivado que has estado mientras ella ha estado aquí contigo. Pero ¿no ves que estáis hechos el uno para el otro? ¿No te das cuenta que estás enamorado de ella hasta las trancas?

—¿Por qué eres tan jodidamente marujón? —protestó Peter—, Cada día me recuerdas más a tu mujer.

—Uis... eso me pone —se mofó aquel—, Y si te parezco marujón, ni te cuento lo que pensarías si escucharas a Mariliendre y las heteropetardas de la base opinar.

Durante unos segundos ambos permanecieron en silencio hasta que Peter dijo:

—Ella  se  marchó  sin despedirse  —omitió  su terrible  llamada  posterior—.  Me  dijo  cosas terribles y...
—Y tú, el inspector Lanzani, ¿te quedaste escuchando sin más?

—Sí.

—¿Por qué?

Peter, con los ojos cargados de furia, se acercó a su amigo y en un susurro que solo él pudo escuchar siseó:

—Porque ella se quería ir. Quería desaparecer. No me quiso escuchar. Descubrió que lo nuestro bahía sido un estupendo calentón y nada mas. Joder macho, que cuando llegué a la base me enfrenté a todo el mundo por ella. Era mi prioridad deseaba afianzar lo nuestro, algo casi imposible, pero me falló. Ella decidió marcharse sin decirme adiós y zanjar el tema. ¿Qué coño quieres que haga?

—Serás nenaza —protestó Nicolás—, ¿Desde cuándo no dices tú la última palabra? Que yo sepa eres un tío que lucha por lo que quiere. El problema es que nunca has tenido que luchar por amor y no tienes ni puta idea de cómo hacerlo ¿verdad?

Aquello les hizo sonreír.

—Mira Peter, lo que te voy a decir ya lo sabes, pero te lo voy a repetir quieras o no. Hace ya algún tiempo, una preciosa mujer llamada Eugenia me tocó la patata —aquel sonrió—. Soy de los que cuando llego a casa, me gusta encontrarme con una preciosa sonrisa esperándome, y aunque a veces me queje de que mi Eugenia me vuelve loco, o me esconda la música de AC/DC, no la cambio por nadie en el mundo porque la quiero, me quiere y mi vida con ella y con el pequeño Sergio es lo mejor que tengo. Lo nuestro requiere tensión, sacrificio y presión, y cuando uno sale de la base, cuando uno sale de trabajar, necesita desconectar y disfrutar, y desde que te conozco, tú solo has desconectado cuando ella, esa que no te quiso escuchar, estaba en tu vida y en tu casa. —Al ver que aquel le miraba prosiguió—. Vale que ella, es una gran diva de Hollywood. Joder es ¡Mariana Espósito! Y que tú solo eres un policía, sin más, que con seguridad gana menos al mes de lo que gasta ella en una sesión de Spa. Pero macho, piensa, utiliza la cabeza para algo más que trazar operativos, y date cuenta de dos cosas. La primera que las tías son muy raras y en situaciones limite quieren que les grites que no puedes vivir sin ellas, y la segunda, que lo vuestro funcionaba y funcionaba muy bien y...

—Bonito, si no te callas, juro que te arrancaré hasta la última muela —protestó Peter harto de escucharle.

Estaba enfadado, molesto, cabreado y cada vez más. Todo lo que su amigo decía era verdad. Se había dado cuenta que estaba enamorado de ella, pero no quería aceptarlo. No debía.

Nicolás intuyendo lo que su amigo pensaba, se sentó con resignación en el balancín junto a su amigo. Al mirar hacia la derecha se encontró con Eva que, oculta tras la puerta, lo había escuchado todo. Ella, con lágrimas en los ojos, levantó el pulgar para mostrarle su conformidad con todo lo que él le había dicho. Por fin alguien había sido capaz de decirle al cabezón de su hermano la verdad. Nicolás, al verla, sonrió y asintió. Después miró de nuevo a su cabizbajo amigo.

—Vale, No hablarse más de ella. Pero joder tío, me preocupa que te vayas a la puta zona roja de Irak sin mí. Reconócelo nenaza, tú sin mí no eres nadie.

Ambos prorrumpieron en una carcajada. Una hora después los dos amigos se marcharon a tomar unas copas. Lo necesitaban.

Los días pasaron y Peter se marchó. Su partida, como siempre, dejó muy preocupados  a sus familiares y amigos. Los conflictos que existían en Irak no eran fáciles de digerir y que Peter tuviera que  lidiar  con ellos  les  quitaba  el  sueño.  Conocían  suficientemente  al  geo  para  saber  que  se entregaba al cien por cien en su trabajo y que era muy buen profesional. Pero eso no restaba que algo pudiera ocurrir en un abrir y cerrar de ojos, cuando él menos se lo esperara.

Menchu, durante todo aquel tiempo mantuvo el contacto con Lali. Eva también. Solo habían hablado un par de veces por teléfono, pues ella se marchó a Tokio para continuar con la promoción de su película, pero los emails entre ellas eran casi diarios.

El día que Lali supo que Peter se marchaba a Irak, su corazón empezó a palpitar desbocado.
¿Dónde iba aquel loco? Pensó en regresar a España e impedírselo, pero tras recordarlas cosas que él dejó grabado en el contestador de su móvil, decidió que no sería buena idea. Aquella era la vida de Peter, plagada de peligros, él así lo había decidido. Pero a partir de aquel día, Lali fue una más de las que constantemente buscaba noticias sobre Irak. Necesitaba saber que estaba bien. Necesitaba leer que no le había pasado nada.

Eva aún recordaba petrificada el momento en el que su amiga Yoli le enseñó el número de móvil desde donde llegaron las fotografías y la información de dónde se encontraba Mariana Espósito. ¡Era su móvil! Y todo  había  sido  enviado  la  madrugada  del  día  uno  de  enero.  Justo  cuando  estaban celebrando la llegada del nuevo año. Su exjefe, el mismo que días antes la había despedido quiso contratarla de nuevo. Aquella joven reportera, supuestamente, podía ser la cuñada de la actriz Mariana Espósito y tenerla en su equipo le daba prestigio

Pero Eva no aceptó y comenzó a estudiar otras propuestas que había recibido. Al fin y al cabo, la vida continuaba.

Sentadas en el Croll una noche, Eva y Menchu charlaban sobre lo ocurrido.

—Te juro que cada vez lo entiendo menos. Yo no envié esas fotos, pero el teléfono desde el que se mandaron es el mío ¿Cómo puede ser cierto?

—Quizás le diste a un botoncito sin darte cuenta y lo enviaste. Ya sabes que la tecnología es muy buena para muchas cosas y algo indiscreta para otras —susurró Menchu.

Molesta, Eva dio un trago a su cerveza.

—No digas tonterías, joder. Para enviar esas malditas fotos lo primero que tengo que hacer es seleccionarlas, buscar a Yoli entre mis contactos y enviarlas. Y eso no se hace sin querer.

—Tienes razón. Discúlpame y no te enfades conmigo.

Al ver la cara de su amiga Eva le tocó en la mano y murmuró:

—Joder Menchu perdona. No quiero pagar contigo los platos rotos, pero es que de verdad soy incapaz de entender todo esto y...

—Pero que hacen estos dos monumentos solos en medio de esta jungla —gritó el Cachetón acercándose a ellas junto al Rúcula—. Por cierto, buenas noches preciosas ¿os he dicho que hoy estáis especialmente atractivas?

Divertidas, se miraron y Eva respondió en todo cansino:

—Valeeee Cachetón te invitamos una cervecita.

Al escuchar aquello, él levantó la mano y dijo sorprendiéndolas:

—De eso nada bellezones. Aquí el que invita esta noche soy yo y mirando al camarero dijo—: Todo lo que tomen estas preciosidades me lo apuntas en mi cuenta.

—A mi ponme otro gin tonic— pidió el Rúcula.

Menchu y Eva se miraron convencidas de que el camarero le mandaría a freír espárragos, pero se sorprendieron al ver que aquel asentía y les ponía dos nuevas cervezas. En ese momento llegaron Nicolás y Eugenia a quienes, tras saludar a todos rápidamente se integraron en la conversación.

Cuando el Cachetón sacó a bailar a la mujer de Nicolás y el Rúcula a Menchu, Nicolás y Eva se quedaron a solas.

—Gracias por lo que le dijiste al cabezón de mi hermano antes de que se marchara a Irak. Creo que has sido el único capaz de decirle lo que todos pensamos.

—No fue fácil, no creas —sonrió aquel. Tras un pequeño silenció la joven añadió:
—Sigo en contacto con Lali y Gasti por email.

—¿En serio?

—Sí.

—¿Qué tal está ella?

—Según ella bien. Según Gasti mal.

Nicolás cabeceó y tras beber de su cerveza susurró:

—Vale. Creeremos a Gasti.

—He intentado hacerla razonar —prosiguió Eva— pero es imposible.

—Es tan cabezota como tu hermano. Como dice el dicho «Dios los cría y ellos se juntan». Ambos sonrieron y Eva prosiguió:
—Vamos a ver. Se quieren. Solo hay que mirar al merluzo de mi hermano para darse uro cuenta de que está enamorado de ella, y leer los emails de Lali para percatarse de que a ella le pasa lo mismo. ¿Porqué narices no hacen algo por estar juntos?

—Muy fácil. Ella es Mariana Espósito. Una gran diva del cine y tu hermano es simplemente Peter, un geo. Un policía español que nunca ganará lo que ella gasta cuando va a comprarse esmalte de uñas —respondió Nicolás.

—Pero ¿qué chorrada estás diciendo?

—La verdad.

—Pues disculpa —siseó Eva— Pero tu verdad no me convence. Yo adoro a mi hermano y por él como se dice última mente ¡MA-TO! Pero creo que en esta ocasión se está equivocando. No está haciendo nada, al revés, se marcha a Irak con el consiguiente peligro de que le pase algo y nos amargue a todos la existencia. —Nicolás fue a decir algo pero esta no le dejó— . Por cierto, hablas de Lali romo si hiera una mujer a la que solo le gusta aparentar y su clase social, cuando creo que en el tiempo que ha estado con nosotros, se ha comportado como una chica más, sin ningún ataque de divismo por ser quien era y...

—¿Tengo que recordarte que le dijo cosas terribles y se fue sin despedirse de él? —la cortó aquel—  Tu  hermano  ha  tenido  que  soportar  la  mofa  de  mucha  gente,  el  verse  en  la  prensa diariamente y el que se entrometieran en su vida, cuando ya le conoces y sabes cómo es. ¿Acaso crees que para él ha sido agradable tener que dar explicaciones  o soportar lo que ha soportado? Mira Eva, Peter dio la cara por ella ante todos los mandos de la base. Les recordó que fuera del trabajo, él era dueño de su vida, y cuando regresó a casa para arreglarlo  como fuera con ella, nuestra querida estrellita de Hollywood se había ido. Se había pirado sin ni siquiera despedirse de él. ¿Eso lo hace una chica normal o una diva?

Boquiabierta por aquella revelación Eva le miró fijamente y susurró:

—Según Lali, ella se marchó para no perjudicar más a Peter. En un email me confesó que se marchó sin despedirse de él porque temía que la echara tras regresar de la base.

—Pero ¿qué chorrada dices?

—Ay Dios, que ahora todo comienza a encajar —susurró Eva— Mira Nicolás, Lali nos ha dicho a Menchu y a mi que Peter siempre le dijo que si alguien descubría quien era ella todo serían problemas. Y que aquel día, al verle discutir por teléfono, se dio cuenta que realmente Peter llevaba razón y...

Sorprendido por aquella revelación, Nicolás dejó su botellín sobre la barra.

—¿Me estás diciendo que estos dos gilipollas, por no decir más burro, se han separado por un jodido malentendido?

—Si.

—¡Joder! —resoplo Nicolás.

Tan emocionada como desconcertada por haber descubierto por fin porque aquellos dos habían procedido así, cogió su cerveza y sentenció.

—Esto lo tienen que saber ellos. Tú encárgate de mi hermano y yo me encargo de Lali. Si realmente se quieren, tienen que saberlo.

Tras chocar los botellines ambos rieron y Nicolás, al imaginar la reacción de su amigo, susurró:

—Que Dios me coja confesado cuando le suelte esto al nenaza de tu hermano.

Sobre las dos de la madrugada, una sexy y provocativa Paula, que se había mantenido alejada de ellos, se acercó y sin ningún rodeo, preguntó a Nicolás:

—¿Qué sabes de Peter?

AI oír su voz, todos la miraron de arriba abajo y Nicolás, tras echar un vistazo al tipo que la esperaba al otro lado de la barra, respondió:

—Poca cosa. Pero no te preocupes, está bien. Eva sonrió.
—¿Sabes cuándo regresará? —insistió Paula.

—¿Y a ti qué te importa? —gruñó Eva. Nunca le había gustado aquella mujer, y cuando se enteró de los problemas que había tenido con Menchu y con Lali todavía menos.

Paula la miró con un desagradable gesto.

—Bonita, no hablaba contigo —y mirando a Menchu dijo—. Y  tú fea ¿qué pasa? ¿Por qué me miras así?

Aquello calentó la sangre de Eva, que se levantó de su asiento como un resorte.

—Lo de fea se lo vas a decir a tu madre.
Menchu, al intuir las ganas de bronca que traía aquella, cogió a su amiga de la mano y se colocó a su lado.

—Paula, Paula, Paula, no ofende quien quiere sino quien puede y tú, no puedes. Y, por cierto, ya no trabajo en el parador gracias a ti, por lo tanto, ten cuidadito conmigo, porque tengo un derechazo que oh my God!, te puede dejar K.O.

—¿Me amenazas? Vaya... veo que aprendiste algo de tu amiguita, la Espósito.

—Con la Espósito no te metas —gruñó Eugenia, la mujer de Nicolás.

—Para hablar de la Espósito, so petarda —espetó Eva—, te tienes que lavar la boca mil veces y aun así la seguirías teniendo llena de mugre.

—¿Por qué la defiendes tanto guapa? Esa estúpida se marchó dejando a tu hermano colgado con la prensa. ¿Todavía no te has dado cuenta?

Nicolás, temiendo la que se podía liar, se interpuso entre ellas e intentó zanjar el tema.

—Paula ¡basta! En cuanto a Peter, aún no se sabe cuándo regresará.

El Cachetón que había estado presente, se acercó hasta ella y cogiéndola de la cintura murmuró:

—Hola Paulita, qué pasa ¿ya no te hablas con los amigos?

La joven, echándose hacia atrás, se lo quitó de encima y con gesto agrio respondió:

—Quítame las zarpas de encima si no quieres problemas.

—Uooooo— se mofó aquel al escucharla—. Qué pasa ¿ya no quieres nada conmigo? ¿O es que solo te intereso cuando te hago trabajitos? Por cierto, tenemos que hablar.

Todos les observaron intrigados. ¿Qué negocios serían aquellos?

—Cierra el pico Cachetón —protestó aquella, e instantes después desapareció.

—Será asquerosa —gruñó Menchu.

—Asquerosa es poco —siseó Eva y mirando a Eugenia dijo—: Mira, sé que es tu amiga pero a esta tipa es que no la trago.

—Te entiendo y no, no es mi amiga —asintió Eugenia.

Desde hacía tiempo apenas se veían y aunque al principio no lo entendía, ahora lo prefería. Paula no era una buena persona y por fin se había dado cuenta.

—Lo que no sé es porqué mi hermano de vez en cuando sale con ella.

—Sexo fácil, cariño —respondió el Cachetón.

Divertido por aquella contestación, Nicolás le cogió por el cuello.

—¡¿Trabajitos?! ¿Desde cuando le haces tu trabajitos a Paulita?

Incómodo con aquella pregunta el Cachetón se soltó y le dio un trago a su cerveza.

—Ya ves... uno tiene su caché y ahora que Peter no está, de vez en cuando nos vemos y compartimos fluidos.

—¡Qué asco por Diosssss! —exclamó Eva.

Menchu, molesta por como aquella estúpida mujer les miraba desde el otro lado del local siseó:


—Pues ten cuidado Cachetón. Esa tía solo te puede traer problemas. Y te lo digo yo que por su culpa me he quedado en el paro.

1 comentario:

  1. Ya están todos ,seguro pronto descubren k fue la víbora quien hizo todo.
    Cachetón habla ya!!!

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