martes, 3 de febrero de 2015

Capítulo 79

Tomando aire, miró a todas aquellas personas que tanto cariño le habían dado en los últimos días e intentando responder a sus preguntas dijo:


—Me llamo Mariana Rice Espósito. Efectivamente soy Mariana Espósito, la actriz de Hollywood, pero también soy Lali, la mujer que habéis conocido estos días —y mirando a Irene murmuró—: Y sí. Soy la rubia pilingui que viste aquella noche con Peter.

—Ay Lali, no digas eso —negó avergonzada aquella.

—Como habréis comprobado  ni soy morena, ni tengo los ojos oscuros, pero si quería pasar desapercibida entre la gente y ser una persona de a pie, necesitaba ocultar mi verdadera imagen, y por eso quiero pediros perdón. Nunca me ha gustado engañar a nadie, y menos a vosotros, que me habéis dado tanto cariño.

El padre de Peter, al verla tan agobiada, dio un paso al frente y dijo:

—No tienes que pedir disculpas y hablo en nombre de todos. Te entendemos perfectamente y para nosotros siempre seguirás siendo Lali. ¿Está claro?

—Gracias Manuel. Muchas gracias por abrirme las puertas de tu casa y...

—Estarán abiertas para ti y para Gasti siempre que queráis —insistió aquel acercándose a ella para abrazarla.

Ahora entendía el agobio de su hijo en muchas de las ocasiones en las que se habían reunido. Por fin comprendía  qué era aquello que preocupaba  a Peter de manera constante  y que no había querido revelarle.

—Que fuerte maja. ¡Eres Mariana Espósito! —murmuró Almudena con su bebe en brazos.

—Sí, y es divina ¿verdad? —asintió Gasti sonriendo.

—Para mi es tan divina como siempre —se mofó el abuelo Goyo—, El gorrioncillo sigue siendo el mismo pero con otro pelaje diferente y mi cariño por ella no ha cambiado ni un ápice. Si ayer la tenía cariño, hoy le tengo el mismo porque para mi es Lali, no la actriz esa de joügusssss  que vosotros decís.

—Gracias abuelo Goyo —murmuró emocionada.

—Por cierto hermosa —rio el anciano—. Tienes unos ojos que parecen dos luceros, no me extraña que mi nieto esté así.

Todos miraron al fondo del pasillo donde estaba Peter. Él, a diferencia del resto, no sonreía, discutía con alguien. Desde el primer instante que supo que la noticia había saltado a la prensa, sabía que aquello le acarrearía problemas con alguno de sus mandos. Pero algo en él se rebeló. Era su vida y pensaba luchar como nunca por ella. Por Lali. No quería perderla y se enfrentaría a quien tuviera que hacerlo, como lo estaba haciendo en aquel momento.

La tensión se palpaba en el ambiente y Eva para arrancarles una sonrisa cuchicheó:

—Fíjate tú que  te  veo más  guapa al  natural —y con gesto divertido prosiguió—: Ahora entendéis, al ver sus ojos, porqué la pequeña Ruth creyó que se le había caído un ojo como al osito Sito el día de la cena de Nochevieja.

Todos miraron en dirección a Lali.
—Cuando  me  caí  en la  cocina,  se  me  saltó  una  lentilla.  La  pobre  Ruth fue  la  primera  en auxiliarme y al ver mi ojo do otro color se asustó.

La familia rio al conocer el verdadero significado de lo que la niña dijo aquella noche, pero a Lali se le cortó la sonrisa al mirar a Peter y verle tan agobiado. Se sintió culpable por aquella situación y decidió que debía marcharse cuanto antes o él terminaría odiándola.

—Uisss y yo que recuerdo que te dije que tu pelo me parecía natural —rio Irene para atraer su atención—. Madre mía ¡que ojo tengo! Por cierto, cuando la lianta de mi Rocio se entere de quien eres ¡le va a dar algo! Veras cuando se lo cuente a sus compañeros de instituto. Su tito saliendo con Mariana Espósito ¡la actriz! Va a ser la envidia de todos en el pueblo.

—Y cuando  lo sepa Eugenia, la mujer  de Nicolás.  Ella que te adora—  apostilló Almudena—.
¡Verás! ¡Verás!

—¿Saldremos en el HOLA? —se guaseó Irene divertida.

El timbre del portero automático  de la casa no dejaba de sonar. Aquello era una locura. La prensa estaba allí y quería información.  Sonó el móvil de Eva, contestó y fue a abrir la puerta. Menchu había llegado. Al entrar y ver a Lali con gesto confuso, la abrazó y esta se lo agradeció.

—Oye... ¿y que vais a hacer ahora mi hermano y tú? —preguntó Irene.

—Nada.

—¡¿Cómo que nada?! —gritaron las hermanas al unísono.

—Sé lo que pensáis  pero esto es imposible  —aclaró  la actriz—.  Él vive aquí y su trabajo requiere algo que yo no le puedo dar. Además, es imposible que esto salga bien. Imposible.

—Pero  ¿por qué? —preguntó Almudena  dejando  con mimo a su bebé en el sillón—  No os entiendo. Si Penélope Cruz que es española y Tom Cruise se pudieron enamorar. ¿Por qué vosotros no?

—Uiss Penélope ¡qué divina! Y el Cruise ¡que bombón! —afirmó Gasti encantado, pero al ver el gesto de su prima, calló.

Tras unos segundos de silencio, Almudena insistió.

—Si en la película Notting Hill el amor ente una actriz y un librero inglés se hizo realidad, ¿Por qué no puede ser real entre' vosotros?

Al escuchar aquello, Lali sonrió. Eso era un amor de película. Justo lo que ella buscaba y en lo que Peter no creía.

—Notting Hill es una película preciosa, Almudena pero esto es el mundo real.


—Vamos a ver, Lali —volvió al ataque Almudena. 

Conocía a su hermano y por cómo se había comportado con ella sabía que aquello para él no era una simple aventura— Creo que el hecho de que tú seas una superestrella de Hollywood no quila que puedas enamorarte de alguien que no lo sea. Además, ¿que pasa? ¿las actrices solo se pueden enamorar de actores? Vamos... es como si me dijeras que los zapateros solo se pueden enamorar de zapateras y los cajeros de cajeras.

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