Tomando aire, miró a todas aquellas
personas que tanto cariño le habían dado en los últimos días e intentando
responder a sus preguntas dijo:
—Me llamo Mariana Rice Espósito.
Efectivamente soy Mariana Espósito, la actriz de Hollywood, pero también soy
Lali, la mujer que habéis conocido estos días —y mirando a Irene murmuró—: Y
sí. Soy la rubia pilingui que viste aquella noche con Peter.
—Ay Lali, no digas eso —negó
avergonzada aquella.
—Como habréis comprobado ni soy morena, ni tengo los ojos oscuros,
pero si quería pasar desapercibida entre la gente y ser una persona de a pie,
necesitaba ocultar mi verdadera imagen, y por eso quiero pediros perdón. Nunca
me ha gustado engañar a nadie, y menos a vosotros, que me habéis dado tanto
cariño.
El padre de Peter, al verla tan
agobiada, dio un paso al frente y dijo:
—No tienes que pedir disculpas y
hablo en nombre de todos. Te entendemos perfectamente y para nosotros siempre
seguirás siendo Lali. ¿Está claro?
—Gracias Manuel. Muchas gracias por
abrirme las puertas de tu casa y...
—Estarán abiertas para ti y para
Gasti siempre que queráis —insistió aquel acercándose a ella para abrazarla.
Ahora entendía el agobio de su hijo
en muchas de las ocasiones en las que se habían reunido. Por fin
comprendía qué era aquello que
preocupaba a Peter de manera constante y que no había querido revelarle.
—Que fuerte maja. ¡Eres Mariana
Espósito! —murmuró Almudena con su bebe en brazos.
—Sí, y es divina ¿verdad? —asintió
Gasti sonriendo.
—Para mi es tan divina como siempre
—se mofó el abuelo Goyo—, El gorrioncillo sigue siendo el mismo pero con otro
pelaje diferente y mi cariño por ella no ha cambiado ni un ápice. Si ayer la
tenía cariño, hoy le tengo el mismo porque para mi es Lali, no la actriz esa de
joügusssss que vosotros decís.
—Gracias abuelo Goyo —murmuró
emocionada.
—Por cierto hermosa —rio el
anciano—. Tienes unos ojos que parecen dos luceros, no me extraña que mi nieto
esté así.
Todos miraron al fondo del pasillo
donde estaba Peter. Él, a diferencia del resto, no sonreía, discutía con
alguien. Desde el primer instante que supo que la noticia había saltado a la
prensa, sabía que aquello le acarrearía problemas con alguno de sus mandos.
Pero algo en él se rebeló. Era su vida y pensaba luchar como nunca por ella.
Por Lali. No quería perderla y se enfrentaría a quien tuviera que hacerlo, como
lo estaba haciendo en aquel momento.
La tensión se palpaba en el ambiente
y Eva para arrancarles una sonrisa cuchicheó:
—Fíjate tú que te veo
más guapa al natural —y con gesto divertido prosiguió—:
Ahora entendéis, al ver sus ojos, porqué la pequeña Ruth creyó que se le había
caído un ojo como al osito Sito el día de la cena de Nochevieja.
Todos miraron en dirección a Lali.
—Cuando me
caí en la cocina,
se me saltó
una lentilla. La
pobre Ruth fue la
primera en auxiliarme y al ver mi
ojo do otro color se asustó.
La familia rio al conocer el
verdadero significado de lo que la niña dijo aquella noche, pero a Lali se le
cortó la sonrisa al mirar a Peter y verle tan agobiado. Se sintió culpable por
aquella situación y decidió que debía marcharse cuanto antes o él terminaría odiándola.
—Uisss y yo que recuerdo que te dije
que tu pelo me parecía natural —rio Irene para atraer su atención—. Madre mía
¡que ojo tengo! Por cierto, cuando la lianta de mi Rocio se entere de quien
eres ¡le va a dar algo! Veras cuando se lo cuente a sus compañeros de
instituto. Su tito saliendo con Mariana Espósito ¡la actriz! Va a ser la
envidia de todos en el pueblo.
—Y cuando lo sepa Eugenia, la mujer de Nicolás.
Ella que te adora— apostilló
Almudena—.
¡Verás! ¡Verás!
—¿Saldremos en el HOLA? —se guaseó
Irene divertida.
El timbre del portero
automático de la casa no dejaba de
sonar. Aquello era una locura. La prensa estaba allí y quería información. Sonó el móvil de Eva, contestó y fue a abrir
la puerta. Menchu había llegado. Al entrar y ver a Lali con gesto confuso, la
abrazó y esta se lo agradeció.
—Oye... ¿y que vais a hacer ahora mi
hermano y tú? —preguntó Irene.
—Nada.
—¡¿Cómo que nada?! —gritaron las
hermanas al unísono.
—Sé lo que pensáis pero esto es imposible —aclaró
la actriz—. Él vive aquí y su
trabajo requiere algo que yo no le puedo dar. Además, es imposible que esto
salga bien. Imposible.
—Pero ¿por qué? —preguntó Almudena dejando
con mimo a su bebé en el sillón—
No os entiendo. Si Penélope Cruz que es española y Tom Cruise se
pudieron enamorar. ¿Por qué vosotros no?
—Uiss Penélope ¡qué divina! Y el
Cruise ¡que bombón! —afirmó Gasti encantado, pero al ver el gesto de su prima,
calló.
Tras unos segundos de silencio,
Almudena insistió.
—Si en la película Notting Hill el
amor ente una actriz y un librero inglés se hizo realidad, ¿Por qué no puede
ser real entre' vosotros?
Al escuchar aquello, Lali sonrió.
Eso era un amor de película. Justo lo que ella buscaba y en lo que Peter no
creía.
—Notting Hill es una película
preciosa, Almudena pero esto es el mundo real.
—Vamos a ver, Lali —volvió al ataque
Almudena.
Conocía a su hermano y por cómo se había comportado con ella sabía
que aquello para él no era una simple aventura— Creo que el hecho de que tú
seas una superestrella de Hollywood no quila que puedas enamorarte de alguien
que no lo sea. Además, ¿que pasa? ¿las actrices solo se pueden enamorar de
actores? Vamos... es como si me dijeras que los zapateros solo se pueden
enamorar de zapateras y los cajeros de cajeras.
La adoran ,tiene el apoyo incondicional d todos
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