Horas después, antes de abandonar el
local, el Cachetón, sorprendiéndoles a todos pagó la cuenta en el Croll. Ciento
veinte euros.
—Joder macho ¿te ha tocado la
lotería? —rio Nicolás.
—No precisamente —murmuró
deteniéndose frente a Paula que estaba sobre uno de los sillones dándose el
lote del siglo con un desconocido —. Este maldito dinero es el resultado de un
trabajito del que no estoy muy orgulloso y que cada día me pesa más.
Ese comentario atrajo la atención de Eva. Aquella noche
estaba sacando mucho en claro en referencia a la relación de su hermano y Lali
y sin saber por qué, dejándose llevar por su instinto de periodista, asió al
Cachetón del brazo y preguntó para su sorpresa:
—¿Qué te parece si ahora soy yo la
que te invita a tomar algo en el Loop?
—¡Genial! —rio aquel.
—Ehh... yo me apunto —asintió el
Rúcula.
Menchu la
miró llena de
curiosidad y Eva
le guiñó el ojo. Dos
segundos después, tras despedirse de Nicolás y Eugenia, se
montaron en el coche del Rúcula dispuestos a pasarlo bien.
En el Loop, tras varios whyskies, al
Cachetón se le aflojo la lengua y cantó por soleares. Eva, sabedora de cómo
llevarle a su terreno comenzó a tirar del hilo y al final descubrió lo que
buscaba. Él le había quilado el móvil del bolso la noche de Nochevieja mientras
se divertía con los amigos porque Paula así se lo había pedido. Y después de
que aquella bruja enviara la información, volvió a dejarlo donde estaba. Un par
de días después, cuando el Cachetón fue consciente de lo que había hecho y en
el lío que había metido a su amigo Peter con la prensa, fue a pedirle cuentas a
Paula muy arrepentido. Esta, para cerrarle la boca, le dio tres mil euros. Un
dinero que no compensaba lo que le había hecho a su amigo.
Tras la explicación de aquel, Eva
entendió por fin porque las fotos habían llegado desde su móvil al de Yolanda.
Aquella bruja estaba en el baño averiado la noche de fin de año y se quedó con
la copla de todo lo que dijeron. Después solo tuvo que hacerse con el móvil de
ella, trabajito que hizo el Cachetón, y enviar la información a Yolanda Grecia.
Cuando aquella noche Eva se acostó
en su cama suspiró aliviada. Por fin conocía la verdad y tuvo claras dos cosas.
La primera, que Paula iba a recibir de su misma medicina. La segunda, que su
hermano tenía que saberlo.
Una semana después, todo Sigüenza
amaneció empapelado con fotos de Paula en una orgía con tres hombres. Ni que
decir tiene que el escándalo en el pueblo fue tremendo y que, avergonzada por
como todo el mundo la señalaba por la calle, hizo las maletas y se marchó. Algo
que muchas mujeres de la localidad celebraron encantadas, particularmente sus
excompañeros del parador.
Cuando regresó a su hogar en Los
Angeles, Lali estaba destrozada. Haber perdido a Peter era lo más dramático que
le había ocurrido después de la muerte de su madre y de su abuela y cuando
escuchó el mensaje que él le había dejado en su móvil, creyó morir. No quería a
salir de su casa. Solo quería llorar y compadecerse de sí misma. Su glamurosa
vida la ahogaba y nadie parecía darse cuenta de ello a excepción de Gasti y
alguno de sus amigos. Tres días después y mientras preparaba su maleta para
viajar a Tokio junto con todo el equipo de la película Brigada 42, aparecieron
su padre y su mujer en su casa.
La bronca que mantuvo con ellos fue
monumental, histórica. Eran incapaces de tener un ápice de humanidad ante los
sentimientos de ella. Se limitaron a reprocharle su inadecuado comportamiento
mientras su padre mandaba notas a la prensa para intentar explicar su boda años
atrás. Finalmente, cansada de escucharles, Lali tomó una decisión: les echó de
su casa. Lo que menos les importaba a su padre y a aquella odiosa mujer era
cómo se encontraba ella. Su padre se marchó muy ofendido. Su hija estaba tan
loca como su difunta mujer y su comportamiento, día a día, así lo manifestaba.
Como
siempre contó con Gasti,
su amiga Salma y pocos
más. Aquellos fueron quienes se preocuparon de que
comiera, durmiera y se marchara
de viaje a Tokio. Un cambio
do aires y distracción era lo que
necesitaba.
Una de las mañanas, tras haber
regresado de su viaje, la joven Mariana Espósito, en la preciosa suite de su
casa do Bel Air se probaba varios vestidos de noche. La gran gala de los Oscar
se acercaba y tenía que decidir que llevaría. Hacia mes y medio que había
regresado do España y su vida aun estaba patas arriba.
—Uis my love el vestido de Elie Saab
está hecho para ti.
—No me convence —suspiró ella
mirándose en el espejo. Veinte minutos después Gasti volvió a la carga.
—Por el amor de my life ese Dolce
& Gabbana te queda de infarto.
Lali se miró al espejo. Aquel
vestido de pedrería negra y corte sirena realzaba su figura pero tampoco le
emocionaba. Quitándoselo se sentó sobre la cama, cogió una galleta Oreo y su
primo murmuró:
—My love, tienes que cambiar tu
actitud. ¡Para de comer! —gritó quitándole la galleta—. De nada sirve que
continúes así. ¿No ves que lo único que haces es sufrir?
—No puedo hacer otra cosa —murmuró
arrancándole la galleta con gesto hosco.
—Sí... si puedes, mueve tu lindo
trasero y ve a buscar al Xman.
Durante todo aquel tiempo Lali había
pensado mil veces en coger un avión e ir en busca de la persona que más quería
en el mundo, pero el miedo la atenazaba y le recordaba que ella no sería más
que un problema para él. Días atrás Eva la había llamado por teléfono y le
había explicado lo que Garlos le había relatado y le reveló también la verdad
sobre cómo las fotos y la noticia llegaron a todas las redacciones. Escuchar
aquel relato consiguió que el corazón le latiera a mil. Saber que Peter aún
sentía algo por ella la hizo irremediablemente feliz. Pero tras analizar la
situación y darse cuenta de que él no había movido ni un dedo para ir a verla,
se desmoralizó. Estaba cansada de ser ella la que siempre fuera tras él. Quizá
la quisiera, pero no lo suficiente como para tragarse su orgullo herido e
intentar solucionar el problema.
—Toma, pruébate este Calvin Klein,
es precioso.
Como una autómata, Lali se levantó,
dejó la galleta y se probó aquel vestido clorado. Cuando se miró en el espejo
ni siquiera veía su reflejo.
—Es bonito, pero no.
Durante más de tres horas se probó
más de cincuenta vestidos. Todo eran diseños de Valentino, Vera Wang Louis
Vuitton, Dior, Gucci Première, Marchesa, Givenchy y nada, ninguno consiguió
emocionarla.
—Por el amor de Diorrrrr —protestó
Gasti—. Estoy agotado.
Lali se sentó en la cama, y vestida
con un body de raso gris marengo, se echó hacia atrás y se tumbó. Durante unos
segundos cerró los ojos y resopló.
—¿Y si no voy a los Oscar?
El chillido de horror que escuchó,
la hizo dar un salto en la cama.
—¡Ahhhhhh! Tú estás crazy. ¡Loca!
¡Loca! No digas eso. No-te-permito-que-digas-eso.
—Gasti, por Dios ¡qué susto me has
dado!
Con la mano en el pecho y gesto
desencajado murmuró:
—A ver my love, escúchame. Entiendo
que no tengas ganas de nada por culpa de ese man divino que vive en Spain, pero
si has decidido continuar con tu life, ¡adelante! y si quieres correr hacia él,
¡hazlo!, pero decide lo que quieres hacer.
Lali le miró.
No podía dejar de pensar en Peter.
Si realmente la quería, se había enfrentado a sus mandos e iba a hacerle cara a
la prensa, ¿por qué no se había puesto en contacto con ella? ¿Por qué se había
ido a Irak?
Sonó el móvil de Lali. Era Salma,
quien tras interesarse por su estado anímico, consiguió arrancarle una sonrisa.
Ella, Gasti, Mike Grisman y Jenny eran los únicos que se
preocupaban realmente por ella. Desde que había regresado de España no le habían
faltado sus llamadas y eso era de agradecer.
—¿Vendrás a la cena del día
veinticinco?
—No lo sé. La verdad es que no tengo
muchas ganas. Mike me ha pedido que vaya con él, pero no sé.
—Vamos a ver. Te lo voy a preguntar
y quiero la verdad ¿Estás con Mike? —le preguntó su amiga entre risas.
—No. Solo somos amigos. Pero
reconozco que esta muy pendiente de mí desde que llegue.
—La verdad es que Mike es un poco
estirado pero simpático. Aunque entre tu y yo, creo que no es tu tipo,
Aquello hizo sonreír a Lali.
—Salma, ¿por qué crees que es
estirado y que no es mi tipo?
—Ay cielito, aún recuerdo cuando
hace una semana hice la barbacoa en mi casa. Todos tan de sport, con los jeans
y él tan relindo con su traje beige.
—Sí, me acuerdo perfectamente —sonrió al recordar lo incómodo
que estaba aquel con los amigos mexicanos de su amiga.
—Y en cuanto a lo de tu tipo, tú
necesitas alguien diferente. Alguien que
te mire y Le haga vibrar. Alguien que te despierte con besos de mariposa,
recuerde el día de vuestro aniversario y no controle todo
lo que comes
y eso Mike Crisman,
por muy guapo que
sea, no lo
cumple ¿me equivoco?
—No. No te equivocas. Pero es tan
amable conmigo que...
—La amabilidad no es lo que a uno le
llena el corazón y aunque suene mal lo que te voy a preguntar lo haré: ¿que
pasa con el guapo español? ¿Le olvidaste ya?
Tras un corto silencio Salma
respondió por ella.
—No
contestes, ya lo hiciste. Mira cielo, piensa qué es lo que quieres. Yo
me casé con un hombre que nada tiene que ver con la meca del cine y mírame ¡soy
feliz! Me paso media vida viajando de acá para allá, y a veces discuto con él
por escenas algo hot que tengo que hacer en las películas, pero le quiero, me
quiere y me compensa mi vida con él.
—No es el caso Salma, ya te conté.
—Mira cielito, ya déjate de rollos
que no me convences. Entre dos personas que se quieren, solo hay que mirarse a
los ojos para llegar a un entendimiento. Si tú le quieres, y él le quiere,
déjale de orgullos, amárrale bien fuerte y cómete la vida con él.
Sube mas ase una maraton porfi
ResponderEliminarMe encantó como verdaderamente la apoyan.
ResponderEliminarXfin le dieron su merecido a Paula