jueves, 28 de mayo de 2015

Capítulo 5

Peter no había visto una tormenta de invierno a de mala en años. Las condiciones de la carretera habían cambiado de malas a apenas visibles, y durante los últimos kilómetros, apenas vio otros coches en la carretera.
La nieve caía en un constante manto blanco. Los faros iluminaban la nieve, y los copos se precipitaban a toda velocidad como si fueran una nave espacial en una pecula de ciencia ficción.

—¿Por qué no lo araron? preguntó Lali desde el otro lado de la oscura cabina.

—Podrían estar esperando hasta que más nieve se acumule o quis no han llegado aún a esta carretera.  —Otra gran ráfaga golpeó la camioneta, causando que Peter agarrase el volante con más fuerza. Los vientos aullaban—. A veces cuando hay grandes vientos, las roturas son sacadas hasta que las condiciones ceden.

Eso parece una mala idea.

—Lo  es  si  estás  varada  a —respond él  centrándose  en  la carretera.

Como nosotrosdijo ella.

Él detectó la presión en su voz.

—Nada por lo que preocuparse. Te llevaré de una sola pieza. — Quería extender el  brazo y palmear su pierna en confortación pero imaginó que dos manos en el volante serían mejor.

Tengo esperanza de que lo hagas tentó ella. Él se rió por lo bajo.

—No hay problema. En Ashland, tenemos grandes lagos hechos de nieve proveniente del Lago Superior. Confía en mí. Tengo un doctorado en conducir carreteras cubiertas de nieve.

Una hora después, solo habían pasado cincuenta kilómetros. El hielo se había acumulado bajo el parabrisas. Incluso con el descongelante en alto, el hielo acumulado hacía difícil ver la carretera.

Miró a Lali y la encontró agarrando el reposabrazos.

—¿Crees  que  deberíamos  desviarnos  por  algún  otro  lugar? — preguntó ella.

Peter no quería admitir la derrota cuando estaban demasiado cerca, pero las carreteras definitivamente se habían deteriorado.

—Solo tenemos otros veinticuatro kilómetros, y creo que podemos llegar sin problemas. Pero va a llevar un tiempo, a menos que la nieve se manifieste y aclare un camino.

En la distancia, visualizó el borroso brillo de las luces a un lado de la carretera. Un minuto después llegaron a una combinación de gasolinera/tienda de alimentos. El  brillo de las luces superiores de la estación iluminó el edificio cubierto de nieve.

—¿Qué dices de desviarnos a un lado y ver si hay un actualizador del tiempo?

Me parece bien.

Además, después de esa enorme soda, podía usar el baño. Alguien había arado la estación hacia no mucho tiempo, a que estaba mucho mejor que la actual carretera. Peter fue al lugar de aparcamiento frente a la tienda. Los fuertes vientos habían perforado la nieve a un lado del edificio y lo limpiaron hasta aclararlo en otro.

—¿Por qué no vas primero? Si ambos abrimos las puertas al mismo tiempo el viento podría soplar todo aquí afuera dijo Peter.

Lali se deslizó en el abrigo y agarró el bolso.

Todo equipado. —Salió; el viento sopló su cabello directamente hacia atrás mientras empujaba la puerta para cerrarla y corrió hacia dentro.

Peter forzó su puerta hasta abrirla. Perforando el frío aire en su exhalación. Entrecer los ojos para evitar que la nieve perforara sus ojos y corrió unos pocos pasos hasta la puerta de entrada.

¡Oh! Tembló y sacud la cabeza. La nievle cayó del  pelo como un mal caso de caspa.

—Oh Dios mío, está helando ahí fuera. —Lali se abrazó a si misma del frio mientras se dirigía al servicio.

Las coloreadas luces de Navidades centellearon desde las ventanas de  la  tienda,  iluminando  un  expositor  de  tabaco  de  mascar.  El mostrador  de  ventas  incluímultitudes  de  expositores  de  mecheros, duros  caramelos  de  vacaciones,  dulce  dleche  de  Amish,  y  una docena de otras impulsivas gangas. Un anciano, tal vez en los sesenta, vistiendo una camiseta roja de franela y gafas que a Peter le recordaba a su abuelo, permanecía detrás del mostrador. La guirnalda de papel rojo decoraba las paredes de cigarros.

Es muy molesto conducir ahí fuera —comentó el hombre.

—Los últimos kilómetros han sido lo peor. ¿Ha escuchado algunas mejoras? —preguntó Peter.

El radar mostraba una amplia masa de nieve de precipitación cubrir lo más  alto  de  Wisconsin  y  extenderse  por  MinnesotaCuando  Peter revisó el radar esa mañana, las predicciones de nevada eran bajas.

—Pensé que la tormenta estaría al norte de nosotros. —Miró a la nube blanca que cubría la mayor parte del monitor.

—Los hombres del tiempo de hoy no son mejores que los de hace treinta años. Todo ese equipo de alta tecnología y solo predijeron ocho centímetros de nieve. Ahora están diciendo de doce a veinte antes de que esta cosa esté hecha.

Peter miró fuera a las condiciones pasadas.

—¿Ha visto algo de arado? Solo nos quedan veinticuatro kilómetros para ir y un arado de seguro nos haría la vida más cil.

—No durante un tiempo. Es difícil decir lo que harán con eso al ser las vacaciones y demás.

Lali apareció llevando una sonrisa encantadora. Notó el radar.

¡Mierda Santa! Mira eso.

Peter contuvo la sonrisa mientras ella miraba la pantalla. Su brillante cabello castaño fluía sobre sus hombros. Ella giró los ojos ámbar hacia él, con las largas y oscuras pestañas agitadas.

—¿Qué piensas? ¿Podemos atravesarlo?

Eso es de lo que estábamos hablando. Sino intentamos atravesarlo ahora, no sé cuándo lo haremos. Este es el único frente al final de la tormenta. Va a durar mucho rato.

Lali frunc los labios mientras se concentraba en la pantalla del radar.


—Si no quieres conducir más esta noche, hay un pequeño motel, en el Do Drop Inn, delante de la carretera a unos dos kilómetros o así. El empleado gesticuló hacia el norte.

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