lunes, 25 de mayo de 2015

Capítulo 2

El estallido de un claxon le llamó la atención. Se dio la vuelta. Una vieja  y azul  camioneta  estaba  parada  ociosamente  en  la  acera. El chico en su interior saludó con la mano. Finalmente. Ella se ajustó la atiborrada mochila en el hombro y levantó su bolsa de lona de la congelada acera mientras trataba de no olvidar su bolso y su bolsa de compras llena de regalos de Navidad.

Se las arregló para abrir la puerta del pasajero.

Hola, ¿Lali? —Su despeinado cabello castaño estaba levantado en la parte superior como si acabara de pasar las manos a través de él. Sus expresivos y oscuros ojos danzaban sobre ella. Candela había dicho que este chico era de buen ver, y no había exagerado.

Sí, ¿eres Peter? Apuesto o no, Lali se obligó a sí misma a no gritarle por casi hacerla morirse de frío.

Él asintió con amabilidad, pero con una breve sonrisa real. Sal de la camioneta vistiendo solo una sudadera gris con capucha de la Universidad de Wisconsin sobre sus anchos hombros. Parecía inmune al clima mientras se daba la vuelta y lanzaba su pesada bolsa llena de ropa para lavar en la parte trasera de la camioneta. No una pala para la nieve, algunas grandes cubetas cubiertas y una enorme bolsa de lona en la parte trasera de la camioneta. Peter se puso de pie, alto y esbelto,  tal  vez  medía  un  metro  ochenta  con  sus  botas.  tomó  su mochila, pero ella la alejó.

—Gracias, pero la voy a llevar conmigo. Mi laptop está ahí.

Está bien. —Él tomó la bolsa de compras.

También voy a llevar ésta en la parte delantera. Son regalos. —No podía imaginar lo regalos cuidadosamente envueltos rodando en la parte trasera de su sucia camioneta.

Él levantó una ceja.

Como quieras. —Se dio la vuelta y se metió de nuevo mientras Lali maniobraba con las bolsas restantes en la cabina del camión. Fue difícil caber bien con el abrigo y los guantes en el asiento y con su mochila y un par de otras bolsas más amontonadas en el suelo. Apretó sus bolsas en el suelo a sus pies y miró su café caliente. Debería ser agradable.

Se limpió con el guante helado a través de la nariz que moqueaba.

—Rayos, qué frío está haciendo allá afuera. —Lali se abrochó el cinturón de seguridad, agradecida de estafinalmente en la cálida cabina y fuera de la profunda congelación. Se quitó los guantes y el sombrero, girando las rejillas de aire caliente hacia ella, y frotándose las manos frente al aire caliente. ¿No iba, al menos, a disculparse por llegar tan tarde?

—Aquí, déjame encenderlo. Peter ajustó la ventilación para que soplara a toda velocidad. La temperatura ya estaba en el nivel más cálido. Sus ojos encontraron los de ella, y le ofreció una sonrisa amistosa.

—Gracias. —Suspiró mientras el aire caliente descongelaba sus dedos.

Lali  no  estaba  preparada  para  sus  ojos  conmovedores enmarcados por cejas oscuras, y tenía la forma de la boca más perfecta. ¿Cómo se  suponía  que iba  a  pasar  cinco  horas  con  este chico? Al lado de él se veía como una perdedora total con su nariz goteante y sus ojos llorosos. Se echó hacia atrás y se concentró en la carretera. Él estaba comprometido, fuera de los límites. Además, su llegada con retraso era un gran punto en su contra.

—Así que, ¿eres una amiga de la hermana pequeña de Matt? — Puso la camioneta en marcha y se alejó de la acera.

Sí,  Candela.   Somos   compañera d habitación.   Gracias por llevarme. Me salvaste de dos muy largos viajes en autobús que habrían parado en cada pueblo rural, tomandome todo el día.

—No hay problema. Crystal River está a solo diecinueve kilómetros de la casa de mis padres.

Alcanzó en el bolsillo de su abrigo un pañuelo y se sola nariz. Se imaginó que su nariz se habría vuelto de color rojo brillante. Siempre lo hacía cuando tenía frío. No sabía qué decirle a este chico, y ellos iban a pasar muchas horas juntos. Se limpió la nariz y tiró el pañuelo.

—¿Y cuál es tu especialidad?

Ingeniería. ¿Y la tuya?

Finanzas.

—¿En serio?

Sí, ¿qué hay de malo con eso?

—Nada. —Él sonrió y se le iluminó todo el rostro. Sus ojos brillaron y un pequeño hoyuelo apareció en un lado de su mejilla. Ella se sint como un trol a su lado.

—Simplemente no pareces el tipo de chica de números. Ella frunc el ceño.

Bueno, lo soy. —¿Qué aspecto tenía para él?

—No era mi intención hacerte sentir mal. Pareces más del tipo creativo. Hizo un gesto hacia los regalos envueltos en papel brillante que saan de su bolso y el diseño de cachemira de su mochila.

También soy creativa. Simplemente me gusta cuando las cosas tienen sentido. Cuando algo está correcto o incorrecto. Todo siempre es congruente, y cuando no lo es, puedes arreglarlo.

Él miró el espejo lateral y se incorpo a la autopista.

—Suena como si estuvieras en el camino correcto.

—Gracias. —Ella aspiró.

—¿Te importa si escucho el partido de hockey?

Lali estaba bastante segura de que ese era un código para Ya no quiero charlar contigo.

—No. Adelante.

Después de unos minutos escuchando el zumbido de la cobertura del partido de hockey, deslizó los audífonos y le subió el volumen a su música. Se había quedado despierta hasta la mitad de la noche estudiando  para  su  examen  de  Estadística.  Inclinó  la  cabeza  hacia atrás, usando su abrigo como una almohada y cerró los ojos.

Peter miró y le sonrió a su pasajera dormida. Sus audífonos se habían caído y su cabeza colgaba hacia un lado, con la boca abierta. Debía estar realmente muy cansada para dormir durante los dos primeros períodos del partido de hockey.

Lali parecía una típica estudiante de primer año, joven y despistada. La novedad de la universidad aún no había desaparecido. Estaba ansiosa, nerviosa y claramente motivada. No es que él fuera demasiado viejo y mundano en su segundo año, pero los últimos siete meses lo habían empujado a través del infierno y de regreso.

Miró a Lali de nuevo. Sus largas pestañas yacían sobre sus mejillas sonrosadas como alas de mariposa. No llevaba mucho maquillaje, y a él le gustaba eso.

Su teléfono so y rápidamente lo agarró para no despertar a Lali.

Hola dijo en voz baja.

—Por favor, dime que ya casi estás aquí.

Frunc el ceño al escuchar la voz molestamente familiar.

—Ni siquiera estoy cerca.

—Pero le dije a mi madre que estarías a tiempo para la cena. Suspiró.

Paula, te dije que no llegaría a tiempo para comer y que me iba a quedar en casa esta noche. Acabo de terminar mi último final esta mañana. Necesito un descanso.

Bueno, yo no. No te he visto desde Acción de Gracias y luego mi abuela murió y se estropeó todo el fin de semana.

Peter no podía creer que había accedido a casarse con ella; dado por hecho, lo había engañado, pero él iba a remediar esa situación muy pronto. Esta vez no iba a dejar que Paula lo arruinara cuando tratara de terminar con ella. Su relación había durado demasiado tiempo y por todas las razones equivocadas.

Estaallí en la tarde de la víspera de Navidad. Tú y yo necesitamos hablar —dijo.

—¿Te estás transfiriendo para acá? ¡Oh por Dios! Ese sería el mejor regalo de Navidad.

—No, no me estoy transfiriendo. Me voy a quedar en Madison. Ella sabía porque él quería hablar y se seguía engañando a misma de que esto no iba a terminar.

—Odio Madison. Desde que llegaste al has cambiado. De repente quieres cosas diferentes. —Su tono quejumbroso rechinaba como uñas sobre una pizarra.

Salir de Ashland fue la mejor cosa que alguna vez hizo. Le abrió los ojos a todo lo que la vida tenía para ofrecer.

¡Oh! Antes de que lo olvide. Paula cambiaba de tema más rápido que lo que los músicos cambiaban de clave—. Hoy estuve en el centro comercial y vi un abrigo súper lindo con una capucha forrada de piel. Estaba retenido para alguien en las cajas registradoras. El feo empleado con una gran nariz dijo que era el único que quedaba y que yo no podía tenerlo.

Peter supo, sin escuchar otra palabra, que Paula había intimidado al pobre empleado para que se lo vendiera.

¡Pero hice que me lo vendiera! ¡No puedo esperar para que lo veas! ¡Es increíble!

Después de un silencio incómodo, el  incesante parloteo de Paula continuó.

Entonces, ¿qué me compraste?

Paula, vamos a hablar mañana. ¿Tu madre y tu padre van a estar allí?

—¿Por qué? ¡Oh por Dios! ¡Quieres fijar una fecha!gritó en el teléfono y Peter deseó poder aplastar la maldita cosa en pedazos—. Voy a mantenerme despierta  toda la noche para esperarte  a  ti  y  a  tus padres.

—No. ¡No quiero fijar una fecha y no voy a ir! Escucha, no voy a llegar a casa hasta tarde, tengo que llevar Miró a Lali, a un amigo.

—No es justo. La voz de Paula se convirtió en un mohín—. Pero tienes que venir el día de Navidad. Le dije a mamá que pasarías todo el día conmigo. Ella quiere que la ayude a preparar la cena. Si tú estás aquí, no voy a tener que hacerlo.

Peter suspi.

—Sabes que no puedo hacer eso. Siempre ayudo a servir la cena en el centro para personas mayores el día de Navidad.

Lali se mov y abrió los ojos. En el instante en que vio a Peter, se sentó y miró hacia el frente.


Escucha. Tengo que irme. Hablamos pronto. Col antes de que Paula pudiera discutir u obligarlo a prometer algo que no podría cumplir.

3 comentarios: