Madrid 23 de noviembre de 2010
El
barroco palacio hotel Ritz y su majestuosidad se rindió a los píes de las
estrellas de Hollywood que allí se alojaban. Tener a parte del equipo de la
película Brigada 42 y, especialmente, a los famosísimos Mike y Mariana era uno
de los lujos de los que el Ritz podía presumir. Y, precisamente, en una de sus
preciosas suites se encontraba la actriz Mariana con su primo Gasti.
—Por
cierto lady, ha llamado el pretly man de Anthony, dice que cuando regresemos
quiere cenar contigo. ¡Qué suerte tienes, queen! Ya me gustaría que me llamara
a mí ese macho-man.
—¡Genial!
Le llamaré —respondió con desgana mientras miraba por la ventana de su
habitación.
—También
ha llamado, tatachannnnn, Marco Lomfieilo. El brasileño madurito que conocimos
en Boston. Ese que tanto se parecía al Gibson de hace años. ¿Recuerdas que casi
le envenenaste?
—Sí,
Gasti... cómo voy a haberlo olvidado.
Sonrió
al recordar. Aquel hombre se empeñó en invitarla a cenar en su casa y ella
intentó ayudarle a preparar la cena. El resultado fue desastroso. Si había una
mala cocinera, esa era ella.
—¿Sabes
lo que me ha dicho el muy ladrón? Que está deseando probar otro de tus guisos.
¿A qué es salado?
—Yo
lo catalogaría más como masoquista —susurró tocándose la cabeza.
—¿Qué
te pasa my love?
—Creo
que he cogido frío y estoy algo destemplada protestó Lali sentándose en la
cama.
Sin
esperar un segundo más Gasti, al ver el mal aspecto que tenía, se acercó al neceser
de medicinas.
—Oh,
my God, mi princesa. Tómate esto y verás que pronto se te pasa.
¿Pero
qué te pasa últimamente que solo tienes males?
—Creo
que es agotamiento, Gasti. No te preocupes, se me pasará.
Su
primo suspiró. Aquello le pasaba siempre que comenzaban la gira de promoción de
las películas. Demasiados viajes. Demasiadas ruedas de prensa y poco descanso.
Todo eso mataba a Lali.
Con
cariño la besó en la mejilla y le recogió su precioso cabello rubio tras la
oreja.
—Ahora
descansa un poquito, my life. Yo me voy a mi habitación. Si quieres algo call
me y vendré rápidamente.
—Vale,
no te preocupes te llamaré.
Con
una sonrisa, ella cogió la pastillita blanca que le ofrecía y tras llenarse un
vaso con agua se lo bebió mientras le veía abandonar la habitación. Diez
minutos después se encontraba peor. Intentó cerrar los ojos para relajarse y,
cuando parecía que empezaba a conseguirlo, alguien llamó a la puerta.
Se
levantó con esfuerzo y suspiró al ver quién era.
—¿Qué
te pasa? Tienes mal aspecto —dijo a modo de saludo Mike Grisman: su actual
ligue y compañero de reparto en la película.
—Estoy
fatal, Mike —murmuró mientras se metía de nuevo en la cama.
Incrédulo,
miró el reloj. En apenas hora y media tenían que estar en el Salón Real del
Ritz para la rueda de prensa y ella estaba aún sin arreglar.
—Mariana,
deberías levantarte de la cama, ducharte y...
—Estoy
muerta... creo que algo me sentó mal ayer.
—Seguro
que cenaste en exceso en esa taberna flamenca donde estuvimos.
—Al
volverse vio sobre la mesita una caja de bombones— . Si te comes esto parecerás
una vaca en la pantalla.
Deseo agarrarle del cuello y ahogarle.
Necesitaba mimos y arrumacos y él no demostraba ni un ápice de humanidad.
—Mike,
por qué no te vas y dejas que me reponga.
—Porque
ya estás repuesta —dijo tirando la caja de bombones a la basura—. Venga,
¡arriba! Y recuerda quién eres y por qué estamos aquí.
Su
poco tacto la puso enferma y sin poder remediarlo, gritó:
—¡Oh,
Dios! Eres... ¡Como mi padre! ¿Pero no ves que me encuentro mal? ¿Acaso crees
que miento? Y por cierto... que sea la última vez que tú me dices a mí que
recuerde quién soy. ¿Entendido?
—No
—respondió con gesto nada agradable—. Lo que veo es que no tienes ganas de asistir
a la rueda de prensa. ¿Crees que a mí me apetece pasar por todo ese infierno de
preguntas? Ah, no... no te voy a permitir que te la saltes. Si yo voy, tú
también. Por lo tanto, arriba, dúchate y arréglate que falta te hace.
Enfadada
por las cosas que le decía, la joven se levantó como un resorte de su cama y
dándole un empujón gruñó:
—Fuera
de mi habitación, cretino.
—Mariana...
—sonrió acercándose a ella para besarla—. Venga, sé buena y arréglate,
preciosa. Tenemos trabajo. Allí abajo habrá más de cien periodistas y necesito
que estés perfecta a mi lado para promocionar la película.
—
¿Acaso crees que no soy una profesional? —bramó ella quitándoselo de encima.
Tal y como se encontraba lo que menos le apetecía era sexo. No tenía cuerpo
para ello.
—Yo
no he dicho eso, preciosa. Solo te digo que te tomes una pastillita, te pintes,
te arregles y terminemos con esto.
—Oh,
sí... por supuesto que terminaremos con esto. Sin más, continuó empujándole
hasta que logró echarle de su habitación. Una vez se quedó sola, suspiró
resignada, fue hasta la papelera y cogió la caja de bombones. La abrió, pero
cuando fue a meterse uno en la boca se arrepintió.
Debía
cuidar su apariencia y no podía engordar. Finalmente dejó la caja sobre la mesa
y se olvidó de los bombones. Tenía que ducharse y arreglarse. Como decía
siempre su padre "el show debía continuar".
Dos
horas después ya en el salón Real, después de pasar por el photocall, la rueda
de prensa estaba en pleno apogeo. Uno de los periodistas acreditados se dirigió
a Lali en español:
—Señorita
Espósito, ¿es cierto que su abuela era española? La famosa y sofisticada
actriz, vestida con un traje gris perla y un moño italiano, asintió.
—Sí.
Asturiana para más señas. Ella siempre me habló de su Asturias y de España como
un lugar maravilloso para vivir.
—
¿Se ha planteado alguna vez buscar casa en Asturias o en otro lugar de España?
A
pesar de su dolor de cabeza sonrió y respondió.
—Me
encantaría, aunque mi vida y mi trabajo están en Estados Unidos.
—
¿Qué sintió cuando supo que estaba nominada como Mejor Actriz en los Oscar por
su película La lluvia y el viento?
—Me
sentí muy feliz. Estar nominada por la Academia significa que has conseguido
emocionar y convencer a crítica y público.
—¿Es
cierto que entre usted y Mike Crisman existe algo más que amistad? El galán al
oír su nombre la miró. Él no entendía nada de español y ella, a pesar de lo
enfadada que estaba con él, sonrió y se lo tradujo. Ambos sonrieron. Aquella
pregunta les perseguía allá donde fueran y finalmente, ella se apresuró a
contestar.
—Nos
hemos conocido en el rodaje de Brigada 42 y se puede decir que somos compañeros
y buenos amigos. El periodista de la prensa de corazón insistió.
—
¿Amigos con derecho a roce?
Aquel
comentario hizo que la sala prorrumpiera en carcajadas. Mike volvió a mirar a
su compañera y esta le tradujo de nuevo la pregunta. Mientras él sonreía
cómplice, la actriz respondió con una sonrisa en los labios.
—Amigos
y compañeros de rodaje.
Las
preguntas continuaron hasta que, de pronto, se oyó el grito de una de las
reporteras y un desenfrenado caos se produjo en el salón. De pronto sonaron un
par de detonaciones. Nadie sabía lo que pasaba, pero todo el mundo se tiró al
suelo. Lali, asustada, miró en dirección a Mike pero este ya no estaba sentado
en su silla. Él y todo el que pudo, había desaparecido dejándola sola ante el
peligro. Horrorizada, vio a Sean, su guardaespaldas, inconsciente en el suelo y
se asustó. Se oyeron de nuevo unos disparos y se metió como pudo debajo de la
mesa. Estaba aterrada y respiraba con dificultad hasta que vio aparecer junto a
ella a su inseparable primo Gasti gateando.
K mande a Mike a hacer puñetas ya mismo.
ResponderEliminarVaya!!!!,esto si k no me lo esperaba.Disparos