lunes, 22 de diciembre de 2014

Capítulo 75

Mientras  todos  se  lo  pasaban  en grande  con los  graciosos  comentarios,  Paula  y Lali  se miraban con dureza a los ojos, Peter, en cierto modo, era un trofeo y ninguna de las dos estaba dispuesta a perderlo. Finalmente, Lali con tono desafiante dio un paso adelante.

—Vaya... vaya... mira a quién tenemos por aquí.

Aquel  tono  de  voz  hizo  que  Peter  la  mirara  extrañado.  ¿Qué  le  ocurría?  Paula  sonrió  y poniéndose las manos en la cintura siseó:

—Me alegra volver a verte mona. En especial porque aquí no trabajo y te puedo decir todo lo que me venga en gana sin miedo a represalias.

—Esto se pone interesante. Pelea de gatas —se mofó el Cachetón.

—¿Represalias? —preguntó curiosa Eugenia, la mujer de Nicolás.

Aprovechando el impacto de aquella palabra, Paula, en actitud sumisa, soltó delante do todos.

—Sí. Esta mujer se hospedaba en el parador y allí me dijo cosas muy desagradables. Incluso amenazó con hablar con mis superiores para que me despidieran si volvía a acercarme a Peter.

—Vaya... —susurró Lali sorprendida bajo la atenta mirada de este.

—Perra y mentirosa. ¿Hay algo peor? —se mofó Gasti al escucharla.

Lali fue a defenderse, cuando Peter, inflexible, dio un paso al frente y preguntó con el ceño fruncido:

—¿Es cierto lo que dice Paula?

—Pues no, no es cierto. Y me parece de muy mal gusto que precisamente tú me lo preguntes. — Volviéndose  hacia  la  mujer  prosiguió  muy  enfadada—:  Sí  mal  no  recuerdo,  tú me  insultaste, concretamente me llamaste zorra por haberme marchado aquella noche con Peter. Yo solo me limité a recordarte que era un huésped del parador. Nada más.

Paula sonrió. Aprovechando lo cerca que se encontraba de Peter, empujó a Gasti para quitarle de en medio, y con un descaro que dejó a todos patidifusos, posó su mano sobre la cintura de Peter.

—¿Acaso es mejor que yo en la cama? —Peter no respondió—. Porque nunca me has tenido tan abandonada como me tienes desde que ella apareció.

—Uooooo —susurró el Cachetón incrédulo.

Lucas, Damián y todos en general pasaban su mirada de la una a la otra, mientras la mujer de Nicolás las observaba boquiabierta. Eugenia conocía muy bien a Paula y sabía has— la donde era capaz de llegar para conseguir sus propósitos. Aquel juego sucio no le estaba gustando nada. Peter siempre había sido claro con ella y no le debía ninguna explicación. ¿Por qué comportarse así? Enfadada, fue a intervenir, pero Lali se le adelantó.

—Como respondas a la grosería que esta petarda te ha preguntado, le juro que me voy y no me vuelves a ver jamás.

—Uiss…no caerá esa breva se molo Paula.
Cada vez más molesta por la presencia  de aquella mujer, Lali, apretando los puños hasta clavarse las uñas en las palmas siseó:

—Eres odiosa ¿lo sabías?

—Mira mona ¡piérdete! —respondió Paula con soberbia.

Molesto por la escenita, se quitó de encima las manos de Paula, y acercándose a Lali que lo miraba con gesto duro gritó:

—Pero bueno, ¿qué clase de hombre crees que soy?

—No lo sé, según tú, no te conozco —respondió furiosa.

Aquel golpe bajo le dolió, pero consciente de cómo se habría puesto él si la escena si hubiera sido al revés, miró a Paula y, enfadado, dijo:

—Qué te parece si te marchas a engatusar a otro hombre y tenemos la fiesta en paz.

Molesta  por aquel  desprecio,  Paula taladró con la mirada a la joven que le robaba toda la atención de Peter y se marchó con un gran enfado. Lucas, para tranquilizar a su amigo, le dio un golpe en la espalda y mirando a Gasti dijo para atraer su atención:

—Vamos colega... te invito a una copa.

—Sí... vamos a pedir algo —asintió Damián.

Gasti, tras mirar a su prima y pedirle calma con la mirada, se colocó el flequillo y, caminando junto a aquellos dos hombres impresionantes, murmuró:

—Con vosotros, guapetones, voy al fin del mundo.

El Cachetón, al ver a Paula alejarse de aquella manera, fue tras ella. Quizá aquella noche tenía posibilidades. Nicolás asió a su mujer por la cintura y también desaparecieron, dejando a Lali y a Peter solos en medio del bullicio del local. De repente, sonó por los altavoces:

Gorrioncito que melancolía.... En tus ojos muere el día y a... Excusa si la culpa ha sido mía...
Durante unos segundos se miraron con el desafío instala do en sus ojos. Ella estaba indignada y necesitaba un respiro, pero aquella canción...

Peter, por su parle, deseoso de arreglar cuanto antes el desafortunado incidente extendió su mano en un gesto conciliador.

—Ven, canija.

—No —respondió retirándose el flequillo de la cara—. Cuando estoy enfadada, necesito mi tiempo. Déjame en paz.

—De acuerdo —asintió pacientemente mientras la voz de Sergio Dalma seguía cantando:

Yo sin ti... moriré

Yo sin ti... sufriré Yo sin ti... quemare, todo el sueño mío...
Peter recorrió lenta y pausadamente su bonito cuerpo mientras daba un trago a su bebida. Pasados quince segundos, ni uno más, él preguntó:

—¿Ya has tenido suficiente tiempo gorrioncito?

Aquella  palabra. Aquella  canción. Aquella  sonrisa,  sus ojos y su voz, la hicieron sonreír  y finalmente se rindió y fue a su encuentro. Sin necesidad de salir a la pista donde varios amigos bailaban acaramelados con sus parejas, comenzaron a moverse al ritmo de la música. Con los ojos cerrados, se dejaron llevar por la melodía mientras aspiraban su olor y sentían cómo la excitación creía entre ellos.

—Olvida a Paula. Ella nunca ha sido significado nada para mí.

—Vale... pero ella parece no saberlo.

Conmovido por lo que sentía al tenerla entre sus brazos le susurró al oído:

—A mí solo me gustas tú.

—Sí... pero no me quieres.

Aquel reproche, le aguijoneó el corazón:

—Lali,  no  compliques  las  cosas  por  favor,  Tú  y yo  sabemos  que  es  imposible  —dijo mirándola a los ojos.

Sabía que estaba metiendo la pata por momentos con sus ridículos sentimientos y para hacerle sonreír, la joven levanto el brazo y lo sacudió.

—Aun llevo la pulsera todo incluido, así que cierra el pico y mímame.

Peter sonrió. Sonreír con ella era lo más fácil del mundo y cuando vio que ella hacía lo mismo preguntó:

—¿Sabes que voy a tener que cambiar de táctica contigo canija?

—¿Por qué?

—Porque me vuelves loco y te estoy comenzando a... querer.

Escuchar aquello para Lali fue, como diría Gasti, «lo más». Aquel impresionante hombre que la miraba con sus preciosos ojos oscuros le acababa de decir que la quería.

—Vayaaaaa...  por fin he conseguido que me dijeras algo de película —susurró con una boba sonrisa.

—Mira... no compliquemos más las cosas. Olvida lo que he dicho en este último minuto.

—Ni lo pienses —sonrió ella—. Has dicho que me quieres y eso no lo voy a olvidar.


Sobre las seis de la mañana la fiesta estaba en todo su apogeo. Todos se divertían y Paula, no había vuelto a acercarse a ellos. Lucas y Damián comprobaron lo buen amigo que podía ser Gasti. Aquel, con todo su plumaje y gracia, les había ayudado a conocer a unas chicas encantadoras con las que la noche pintaba muy bien.

3 comentarios:

  1. K pesadez la d Paula,más arrastrada no puede ser.

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  2. es verdad que regalada esta paula, espero se resuelva tus problemas, y te voy a esperar obvio, besos Naara.
    Volvio Dani de ficslaliter http://ficslaliter.blogspot.com.ar/2015/01/capitulo-diez.html?showComment=1420817421070#c767538167941146630

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  3. Me encanta tu nove por que dejaste de subir dale quiero leer como arreglan lo que se viene porfissss nuevo capitulo

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