Un gato se arremolinó entre sus
piernas. Lali sonrió y lo levantó. El gato ronroneó cuando ella
le rascó debajo de la barbilla. Parecía muy pequeño, aunque no
era un
bebé.
—He pensado en tener un
gato —murmuró Lali.
—¿Por qué no lo has hecho?
—Porque paso muchas horas
fuera de casa. No me parece justo tener un
animal doméstico para dejarlo tanto tiempo solo.
—Los gatos son independientes, al menos eso es lo que
he oído.
—Aun los animales más independientes necesitan alguien que los
cuide y que los quiera, y que les
hagan compañía.
—¿Hablas por experiencia? —preguntó Peter.
Ella lo miró a los ojos, y notó que él la había descubierto.
Lali bajó el gato al
suelo y protestó:
—No estoy hablando de
mí.
—¿No?
—No. Estoy satisfecha con mi
vida.
—¿No necesitas alguien que te cuide, y que te haga compañía? —le preguntó
Peter en tono seductor.
—A veces me
gustaría
tener a alguien que
me abrazara
por la noche —
respondió ella
sinceramente.
—¿Sólo que te
abrace?
Cuando Peter le tocó la cara, ella no pudo desviar la mirada. No
se pudo mover. Sólo sentía la excitación de estar cerca de él.
Peter la acarició con el pulgar.
—Eres una mujer hermosa.
¿Le había dicho alguien alguna vez que era una mujer hermosa?, se preguntó Lali.
Su cinismo le hizo preguntarse si Peter estaría alimentando su ego por alguna
razón.
Aunque por lo poco que
sabía de él no era
ese tipo de hombre.
Ella se hundió en sus
ojos grises, y su cuerpo se estremeció de los
pies a la cabeza.
¿Podría aquel hombre
despertar la pasión que
ella jamás había sentido?,
se preguntó.
Peter le agarró la cara, le levantó la
barbilla y
le dijo:
—He soñado con
hacer esto nuevamente.
Al parecer,
aquella atracción
definitivamente era
mutua.
Sus labios se posaron
sobre los de ella, y ella perdió todo sentido de la realidad, sumergida en aquella sensación de intenso placer.
Fue un beso lleno de intenso deseo. Sus labios
estaban calientes y su lengua se
deslizó por entre ellos.
Aquella lengua
tenía una
gran maestría erótica. Cada espacio que
tocaba parecía
vulnerable,
y ella
levantó los brazos y le
rodeó el cuello, y se apretó más a él.
Cuando Peter sintió sus pechos, gimió, deslizó sus manos por su espalda y la
apretó más contra él.
Aquel beso fue
suave al principio,
pero
desembocó en
un intenso fuego.
¿Adónde iba a llevarlos ese
beso?
Al parecer, Peter sabía adónde los iba a llevar exactamente, porque la
excitación de su cuerpo era evidente. Lali la sentía contra ella.
Y lo peor era que ella estaba
dispuesta
a seguirlo.
La atmósfera
era íntima.
La música country se oía
a la distancia. Y ella
notaba
el latido acelerado de su corazón. La excitación crecía entre ellos. Peter hundió sus manos en su trasero y antes de
que ella supiera
qué iba a hacer él, notó que le subía la falda. Ella llevaba pantys, pero a él eso no pareció frenarlo.
Sintió sus manos deslizándose por dentro de sus braguitas
y agarrar con ellas
su trasero. Lali pensó que explotaría de deseo. Sus caricias eran
tan íntimas…
Sin embargo, él no
la conocía…
¿Qué diablos
estaba haciendo ella?, pensó Lali. Al ritmo que iba aquello, pronto estarían revolcándose en el heno.
¿Cómo podía
salir de aquella situación con su dignidad
intacta?
Primero dejó de responder a su beso, y luego arqueó el cuerpo,
poniendo un poco de distancia
entre ellos.
Eso fue
todo
lo que le llevó. Al parecer, Peter lo comprendió enseguida. Peter quitó las manos y soltó su falda. Cuando lo miró, vio una expresión en él que
no pudo descifrar. Ella tuvo la sensación de que
tenía
práctica
en poner un gesto neutral. Había sido una herramienta de su
trabajo. Y suponía que debía de hacerlo a
menudo en su vida
personal también.
Se dijo otra vez
que no lo conocía.
—¿Debo disculparme por esto? —preguntó él.
—¿Quieres hacerlo? Peter la miró y sonrió.
—¡Maldita sea,
no! —luego dejó de
sonreír—.
Pero tú no eres la típica
mujer que disfrutaría con un
revolcón en el pajar, ¿verdad?
Ella no sabía qué
decir exactamente.
—No pensaba
que lo fuese
antes de anoche. ¿Tú haces esto… a
menudo?
—Desde mi divorcio he
sido bastante
célibe. Y tengo que ser sincero contigo, Lali, hay una razón para ello. No quiero asumir la responsabilidad de un matrimonio nunca más.
No creo en
la posibilidad de
una relación para toda
la vida. No existe tal cosa. Y tengo la impresión de que tú todavía la estás buscando. Ésa es la razón por la que
es mejor que esto no vuelva a pasar.
—Quizá estés equivocado.
—¿Te apetece un revolcón
en el granero? ¿No vas a arrepentirte después? ¿No
sueñas con un
traje
de novia y una luna de miel?
Su respuesta debió de vérsele en la cara.
—Eres transparente, Lali.
Enfadada y un
poco a la
defensiva, ella respondió:
—Y tú tienes un ego monumental. Te conozco desde hace cinco minutos. ¿Por qué
iba a estar pensando en
un traje de novia y una luna
de miel? ¿E incluso en
un revolcón contigo en el granero?
—Estaba
hablando hipotéticamente. Volvamos a la pista de baile, ¿quieres?
* * * * *
Cuando Peter vio a Lali acunando a la pequeña Amy en el hospital el
siguiente
jueves, sintió una punzada
en el corazón. Aquel cuadro le
oprimió el
pecho.
Lo que había pasado el
sábado por la noche debía servirle
para alejarse de ella. Pero Lali había contratado sus servicios. Se merecía saber lo que había averiguado
y lo
que iba a hacer.
Lali lo vio por el cristal y le
hizo señas de que esperase
un momento.
Peter miró su reloj y supo que la hora del almuerzo de Lali iba a terminar y
que pronto se
marcharía del hospital.
Cuando Lali se puso de pie y acurrucó a Amy en sus brazos él se dio la
vuelta.
Había renunciado a la idea de tener niños. Para él, eso requería
una
esposa. Y él
no sabía ser un buen esposo. Su propio padre había sido un
modelo nefasto. Había
sido piloto y apenas había estado en casa, y
Peter sospechaba que debía de haber habido algo más
durante sus
viajes. Había oído discutir a sus padres. Había oído los
ruegos de su madre para que su padre se asentara, creara su
propia empresa de transportes aéreos y se quedase
en casa con
su
familia.
Su padre en aquellas ocasiones
le había dicho a su madre que se lo pensaría, pero
nunca lo había
hecho. Aquel estilo de vida
le había satisfecho y no había querido cambiarlo.
Y Peter había
visto todo aquello. Tal vez había aprendido que la
profesión de un hombre estaba antes que su familia. Cuando había conocido a Cheryl, no había
pensado muy concienzudamente en lo que hacía. Después
de todo llevaba cinco años
como agente del FBI cuando la había conocido, y jamás
se
le había ocurrido que su trabajo pudiera
ser
un problema….
Hasta
que
se habían casado.
Volvió a mirar hacia el
nido, y lamentó haberlo hecho. Lali
le estaba dando
un beso en la frente
a la pequeña.
Cuando salió del nido, él se dio cuenta de que no sabía si sonreírle o fruncirle el ceño.
Después de lo sucedido en el granero, habían elegido pasos de baile separados.
Y de regreso a su casa, apenas habían
hablado.
—He llamado a tu móvil,
pero
me salió el contestador —le
explicó él.
—No puedo tenerlo encendido
en el hospital. ¿Qué
ha sucedido?
—Tengo los nombres de las mujeres que compraron el hilo en la tienda de
Laramie.
Voy a volar allí mañana.
—Quiero ir contigo.
—Lali, no hay razón para
que vengas conmigo.
—Sí, la hay.
Amy va a irse con
una familia
de acogida mañana. Ésta es
probablemente la última
vez que la tenga en brazos. Quiero encontrar a
la madre.
—¿Es que piensas
que
no soy capaz de hacerlo?
¿No
es por eso que me contrataste?
—¿No ven más cuatro ojos que dos? Y tal vez el volver a Laramie me refresque
la memoria sobre
las chicas con las que
hablé allí.
—Probablemente no consigas nada.
—Es posible. Pero es un
riesgo que quiero correr —lo miró y agregó—: ¿Hay alguna razón por la que no quieres
que
vaya? ¿Tu avión
sólo puede llevar a una
persona?
—Cabes perfectamente en el avión.
—Esto es muy importante,
Peter. Peter admiró su determinación.
—No puedes enmendar lo que
te pasó en la infancia
—dijo él.
E inmediatamente se arrepintió. Se dio cuenta de que él había hecho lo mismo
desde que su amigo había sido secuestrado a
los
nueve años.
—No es verdad —dijo ella.
—¿No? No sé qué piensas
que
pasó con
Amy. Pero aparentemente su madre no
la quiso. La abandonó. Se terminó la historia.
—Ése no es
el fin de la historia. ¿Sabes si su madre necesita ayuda?
¿Si tiene familia? ¿Si es una adolescente
que no ha podido hacer otra
cosa? No me digas que
se terminó la historia…
—Tú quieres que haya una
razón
para que tu madre
te haya abandonado.
Después de un
momento de
silencio, ella asintió.
—Por supuesto que sí.
Sé
que la hubo. Pero jamás sabré cuál fue. ¿Ves? Hay que
impedir que a Amy le pase lo mismo. Sé lo que eso puede causarle. Mis orígenes son
la razón de que esté
en esto. ¿Acaso es malo eso?
Tenía razón. Él también había querido mejorar una situación
después
de perder a un amigo. ¿No era eso lo que hacía cada vez que intentaba encontrar un niño? Había perdido un
amigo, había perdido un
matrimonio, y había
perdido un bebé.
Y quería compensarlo ayudando a encontrar niños.
¿No intentaba compensar todo aquello reuniendo a los padres con
sus hijos?
—De acuerdo. Nos
iremos
a las
ocho de la mañana, siempre que el tiempo lo permita.
¿Puedes venir al hangar?
—Sí, claro. ¿Hay algo en
particular que deba
llevar?
—¿Lo dices
por
si tuviéramos un accidente y sobreviviéramos y tuviéramos que vivir en
el terreno salvaje
de Wyoming durante una
semana?
—Tienes un enorme sentido del melodrama, Peter. Deberías
haber sido un escritor de melodramas —le dijo ella—. No, nada de eso. Estaba pensando en la
comida.
Peter se rio estrepitosamente.
Lali era una mujer a su medida y
eso le gustaba.
—Pensaré
en la comida cuando lleguemos a Laramie. Lali
miró su reloj.
—Debo irme. Tengo que hacer una visita a domicilio y no quiero llegar tarde lo miró con sus grandes ojos marrones—. Vamos a encontrar a la madre de Amy, ¿no?
—Haremos todo lo posible —respondió Peter