viernes, 11 de abril de 2014

Capítulo 25

Al día siguiente de su encuentro con Lali, Peter aún no daba crédito a lo que había ocurrido. Mariana Espósito, la gran diva del cine americano, había estado en su casa. En un principio pensó contárselo a Nicolas, pero luego calibró las consecuencias y decidió que no era una buena idea. De todas maneras quedó con él para tomar algo. Ambos estaban sentados en una terraza de su pueblo cuando oyeron una voz tras ellos.
—Hola cucarachos. Ya es hora de que os vea el pelo. ¿Me invitáis a una birrita?
Levantando la cabeza Peter sonrió al ver al Cacheton. En todos aquellos años su vida había cambiado poco. Seguía siendo en cierto modo el mismo descerebrado que años atrás, con la diferencia de que ahora regentaba la panadería de su padre. Sentándose junto a ellos que tomaban unas cervezas y tras dejar sobre la mesa unas revistas que llevaba en las manos, ordenó al camarero:
—Pepón tráeme una birra fresquita. —Después mirando a sus amigos dijo—: Qué, ¿algo nuevo que contar?
—No —dijeron al unísono.
Fuera del trabajo nunca comentaban con nadie lo que ocurría durante la jornada, ambos lo tenían muy claro. No les gustaba.
—Joder colegas, la movida que os perdisteis la otra noche —contó encendiéndose un pitillo—. Resulta que el Pistacho, se f...
—¿Pistacho?—preguntó Nicolas divertido.
—Sí, joder, el hijo de Luciano, el de los frutos secos. —Al ver que asentían continuó—. Se fue a Ámsterdam una semanita y el tío ha vuelto alucinado.
Trajo unas setitas buenísimas de allí y la otra noche le dio una a la Geno, la hija del Tomaso el camionero, y no veas el globazo que se pilló la colega, —Cacheton—sonrió Peter aprovechando que el sol calentaba aquel día para ser diciembre—. Qué te parece si no nos cuentas esas cosas a nosotros. ¿Te recuerdo en que trabajamos?
—No me jodas, tío. Vosotros para mí sois mis coleguitas, y no unos jodidos cucarachos.
—Lo de cucarachos me toca las narices —se mofó Peter.
Aquel estúpido mote era por el que muchos llamaban a los Geos por su indumentaria negra.
—Además — prosiguió el Cacheton sin escucharle—, sabéis que yo, desde hace tiempo, paso de meterme esas guarradas. Yo solo me meto lo que cultivo y... Nicolas miró a su amigo y poniéndole una mano en el hombro le indicó:
—Cierra la bocaza.
No queremos saber nada de lo que cultivas —sonrió al escucharle—. De verdad, Cacheton. Tú haz lo que quieras con tu vida, pero no nos cuentes absolutamente nada ¿vale?
—Y mirando las revistas que había dejado sobre la mesa cogió una y dijo—: ¿Desde cuándo lees prensa del corazón? ¿Te has vuelto ahora modosete?
—Son para mi madre, y no me jodas, hombre, que a mí me van más las tías que a un jilguero el alpiste —se defendió rápidamente—. Me ha llamado la vieja al móvil y me las ha encargado. Y yo que soy un buen hijo se las compro y se las llevo.
Hay que tener contenta a la Aurora. Todos sonrieron. Aurora, la madre del Cacheton, era una buena mujer y bastante cruz tenía con aguantar al descerebrado de su hijo. Nicolas, cogiendo una de las revistas, la hojeó hasta que en su interior encontró un reportaje que captó su interés y, tras mirar a su amigo Peter, que por su gesto supo de lo que iba el tema, dijo:
—Vaya, aquí pone que la actriz Mariana Espósito ha terminado su gira por España. Peter le devolvió la mirada y no dijo nada, aunque le llamó de todo solo con los ojos. Ni siquiera cogió la revista para verla. No le interesaba. Pero el Cacheton se la quitó de las manos para ver las fotos.
—joder, lo buena que está esa Barbie Malibú. Es que la lamería desde el dedito gordo del pie hasta...
—Nos alegra saberlo —cortó Peter quitándole la revista y cerrándola. Pero el Cacheton volvió a abrirla y enseñándole una foto de la actriz con un escotado y sexy vestido azul, riendo y abrazada a Mike Grisman en Sevilla continuó.
—Vamos a ver, tronco ¿Desde cuándo ves tú a pibonazos como este por el pueblo? Vamos... ni que fuera normal verlos pasear por la calle. Peter no respondió. Era una suerte que el Cacheton no relacionara a Mariana Espósito con la joven que se casó con él años atrás. Eso le reconfortó. No pensaba contar nada de lo ocurrido el día anterior en su casa, y menos a aquel, cuando Nicolas intervino.
—Lo dice hasta mi preciosa mujercita. Siempre dice ¡qué actriz más guapa!
—¡Qué coño guapa! —exclamó el Cacheton mirando de nuevo la revista—. Esta tía lo que está es buenísima ¿Pero tú has visto que cuerpazo tiene? A esta la cogía yo y la ponía mirando pa cuenca. Vamos, lo bien que nos lo íbamos a pasar los dos.
Peter cogió su cerveza y dio un buen trago. No iba a entrar en aquello. No quería. Siempre le había molestado oír hablar de Lali. Algo increíble y, sobre todo, incomprensible para él, pero así era. Nicolas, divertido por como aquel bebía dijo gesticulando:
—A mí lo que me encanta es su trasero. Tiene ese típico trasero redondo y respingón que nos vuelve locos a los tíos y...
—Y esos morritos —añadió el Cacheton mientras Peter se movía incómodo en su asiento—. Debe ser un lujo mordisquear ese morrito inferior y tirar de él. Joder ¡pero si me estoy poniendo cachondo solo de pensarlo!

—Eso lo deben de pensar muchos —apostilló Nicolas divertido—, El otro día vi en la taquilla de un compañero una foto en bikini de Mariana Espósito. Una de su última película, Brigada 42, y ¡joder ¡estaba como un tren! 

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