—Buenas tardes, señores. Bienvenidos al Parador
de Sigüenza. Mi nombre es Menchu. ¿En qué puedo ayudarles? —Les saludo una
simpática joven al verles. Calándose la gorra y las gafas de sol a pesar de que
ya había anochecido la joven dijo con voz segura:
—Hola, buenas tardes. Pasábamos por aquí y al
ver esta preciosodad de castillo hemos
decidido parar.
—Desean una habitación para pasar la noche? Lali
suspiró. ¿Qué hacía allí? Pero antes de que pudiera responder Gasti, tomando
las riendas del asunto, contestó conteniendo su espanglish.
—Como ya he visto que tienen calefacción,
quisiéramos alquilar el castillo entero —Lali le miró y él dijo con rapidez—
Vale, pensarás que me he vuelto crazy. Pero no. Todo tiene su porqué. Y vuelvo
a repetir, nosotros necesitamos el castillo entero y punto. La recepcionista,
tan sorprendida como Lali, preguntó al hombre de las mechas púrpuras: