miércoles, 4 de marzo de 2015

Capítulo 90

Al escucharla, la miró y apartándola hacia un lado, se acercó intimidatoriamente a Nicolás, que no se movió ni un ápice, y a un palmo de su cara murmuro:
 
— Bonito, vete comprando la pamela porque la vas a necesitar.

Nicolás, al ver sonreír a su amigo, le abrazó. Por fin había quitado el freno de mano. Todos a su alrededor más relajados comenzaron a reír y Peter con las pulsaciones a mil, miró a su hermana Eva y dijo: 

—Necesito dos cosas, urgentemente.

—A sus órdenes. Usted dirá Xman — se mofó está cuadrándose delante de él.

—La primera: búscame en tu maravilloso portátil nuevo, un billete de avión para Los Angeles. Todos aplaudieron.

—¿Y la segunda? —preguntó Eva emocionada.

—Que me des el teléfono móvil de Gasti. Tengo que hablar con él —y mirándoles a todos sentenció—: Me voy a por Lali para traerla a su casa.

—¡Olé por mi nieto! —gritó el abuelo Goyo encantado.

—Así se habla muchacho —aplaudió Manuel mientras todos alborozados  sonreían. Peter, por primera vez en varios meses, volvía a sentir que le latía el corazón de emoción.

A las nueve  y media  de la noche  del  veintiocho  de febrero,  Peter aterrizó  en el aeropuerto internacional de Los Angeles, más conocido como LAX. Una vez recogió su pequeña maleta, usó sus contactos como policía y logró salir por un lateral del aeropuerto para esquivar a la posible prensa. Su hermana ya le había avisado que a las puertas de su casa ya había más de una docena reporteros y en aquel aeropuerto también era muy posible que hubiera prensa. Cansado pero feliz, llamó a Gasti para indicarle dónde podía recogerle. Cuando este por fin llegó, gritó al verle:

—Por el amor de Diorrrrrrrr el Xman de mis más morbosos sueños ya está aquí.

Emocionados, se fundieron en un candoroso abrazo: —Te he echado de menos Gasti.

—¿Qué me estás contando divine mío?

—Lo que oyes —sonrió Peter.

Encantado por aquel comentario, el joven se acercó a él y le guiñó un ojo, arrancándole  una carcajada.

—A mi no me digas eso que rápidamente me emociono my love. Y mi crazy cabecita comienza a pensar en que viniste por mí y no por ella.

—Siento decepcionarte pero...

—Lo sé... lo sé... no seas cruel —río aquel.

Entre bromas se encaminaron hacia el coche con el que Gasti había venido a recogerle.

—Menos mal que has venido para solucionar esto de una vez por todas. Si llegas a tardar más creo que hubiera salido en el New York Times por asesinato —le dijo Gasti colgándose  de su brazo.

—¿Por qué?

—Lali se ha vuelto loca.

—¡¿Loca?! —preguntó preocupado.

—No para de comer galletas Oreo, escuchar la horrorosa música que a ti te gusta y encima ha engordado dos kilos. ¡Dos!

—¿Y eso es malo? —rio Peter divertido al imaginarla escuchando a AC/DC.

—¡Es terrible! Mi queen no debe continuar comiendo así. Y tras ganar ayer el Oscar ¡ya ni te cuento cómo llora!

—No te preocupes, yo haré que deje de llorar.

—¡¿Cómo no me voy a preocupar?!... ella es mi vida,

—Y la mía Gasti... y la mía —asintió Peter emocionándole.

Sin tiempo que perder, llegaron hasta un reluciente Porsche rojo y tras meter su pequeña maleta en el pequeño maletero Peter murmuró:

—Joder macho ¿este pedazo de cochazo es tuyo?

—Uiss... me encanta lo de macho. Me hace sentir fuerte y poderoso —se mofó y tirándole las llaves aclaró—: En cuanto al coche es de la queen y toma, conduce tú.

—Sin problema —asintió encantado y tras montarse murmuró—. Bueno, indícame donde está y vayamos a verla.

Gasti, con cara de circunstancias, le miró, se toco el pelo, después se alisó el pantalón blanco y tras quitarle una pelusilla a Peter de la camisa oscura dijo:

—A ver my love, como te explico yo esto sin que parezca terrible. —Peter frunció el ceño y este prosiguió—. Ella ha estado muy triste desde que regresamos primero de Spain y luego de Tokio y ¡oh my God! solo comía galletas Oreo...

—¿Dónde está? —exigió Peter al notar como aquel daba rodeos.

—A estas horas, y como anoche ganó el Oscar, debe estar en una fiesta en casa del guapísimo Anthony Wellinford y...

—¡¿Y?!

—Pues que el bellezón de Anthony bebe los vientos por ella y al aceptar mi queen su invitación, estoy seguro de que intentará algo más que una copa y... —al ver que Peter daba un golpe al volante Gasti gritó— . A ver Xman ¿qué esperabas? que guardara luto por ti toda su life. Además, tú no querías que yo le dijera que venias.

Arrancando el coche, Peter lo miró y dijo en tono tenso:

—Guíame hasta la casa de ese Anthony.

En su alocada carrera por llegar a aquel lugar Gasti no paró de parlotear, pero a excepción de las indicaciones que aquel le daba, Peter no escuchaba más. Solo quería llegar hasta ella, mirarla y saber que todo se podría solucionar.  Cuando aparcaron,  el coche frente a una preciosa  casa en Beverly Hills Peter se bajó y siguió a Gasti hasta la entrada con determinación.

En el interior de aquel lujoso hogar, cientos de personas reían y bailaban al son de la música. Avanzó entre la multitud en busca de ella, pero no la vio. Se cruzó con varias parejas que, sin ningún tipo de pudor, se besaban desaforadamente sobre unos sillones de cuero blanco, eso le preocupó. Imaginarse  a Lali en aquella situación con el tal Anthony hizo que su mandíbula  se tensara y maldijera.

Al llegar a un lateral del salón barrió con la mirada la estancia y, cuando la localizó, se le cortó la respiración. Allí estaba ella. Vestida con un sensual vestido rojo, con una abertura lateral que le llegaba hasta su torneado muslo por donde se podía admirar su estilizada y larga pierna. Sin ser consciente de que era observada, Lali sonrió a un joven moreno y le invitó a bailar. Segundos después, ella movía sus caderas al ritmo de la música.

Gasti, al ver como Peter maldecía y tensaba la mandíbula le agarró del brazo.

—Vamos a ver Xman. Ella cree que tú no quieres saber nada de ella. ¿Qué esperabas?

Sin quitarle la vista de encima, Peter suspiró. Gasti tenía razón. Él había sido cruel con ella y era normal que intentara rehacer su vida. Pero una cosa era que lo intentara y otra que él fuera testigo de cómo aquel imbécil con cara niño le besaba el cuello allí mismo sin que él hiciera nada por evitarlo.

Deseó  ir  hasta  ella.  Llevársela con premura a  algún sitio  donde  pudieran estar  a  solas, arrancarle aquel vestido rojo y hacerle con verdadera pasión el amor. Así estuvo cinco mi nulos hasta que ya no pudo mas y a codazos, se abrió camino hasta ella, que al verle aparecer se quedó paralizada y blanca como la cera. ¿Qué hacía Peter allí?

Sin dejarla decir nada, y a sabiendas de que no debía hacerlo, Peter la atrajo hasta él y la besó reclamando su boca con urgencia y pasión. Aquel beso y su vehemencia dejaron a Lali sin fuerzas y cuando sintió que él se separaba unos milímetros aprovechó para empujarle y gritar.

—¿Qué estás haciendo? —al ver que él no respondía se puso las manos en las caderas y al ver a su primo gritó—: ¿Por qué le has traído aquí?

—Aisss queen no te enfades. Él me pidió verte y yo no pude decir que noooo.

Bloqueado todavía por lo que había sentido al devorarle la boca, Peter la cogió del brazo y, dando un tirón de ella, dijo:

—Vámonos. Tengo que hablar contigo.

Incrédula, se soltó de su mano y vociferó al sentir que Anthony se acercaba a ella por detrás:

—No... yo no tengo nada que hablar contigo.

Ver como aquel tipo con cara de niño posaba sus manos sobre la cintura de Lali hizo que a Peter le subiera la rabia hasta el pecho.

—Tú y yo tenemos que hablar. Ven conmigo.

Anthony, al escuchar aquello, se interpuso entre los dos dejando a Lali a su espalda y encarándose a Peter.

—Esta es mi casa y yo no te he invitado. Por lo tanto, o sales tú solo o haré que te echen.

—Lali ven conmigo —exigió aquel.

—Ella no va a ir a ningún sitio. Está conmigo y no va a moverse de aquí ¿entendido? —siseó el guaperas acercándose a aquel más de lo normal.

Peter no le escuchó. Intentaba contactar con los ojos de Lali, algo que ella no le permitía y al sentir sobre su hombro la mano de aquel guaperas, le dio rienda suelta a su furia.

Le lanzó un derechazo y milésimas de segundo después aquel estaba espatarrado en el suelo para sorpresa de todos. Lali se agacho a ayudar a Anthony y tras comprobar que estaba bien le dio un empujón a  Peter y gritó:

—Fuera de aquí. Fuera de mi vida. No quiero saber nada de ti. No me interesan las personas como tú ¿pero tú que te has creído? ¿Que eres indispensable en mi vida? ¿Acaso crees que puedes entrar y salir a tu antojo? —Sentir su oscura mirada se le resecó la boca y finalmente murmuró—: Tú y yo ya no tenemos nada que ver. Todo quedó claro en tu último mensaje. ¡Vete!

Sabía que se merecía aquel golpe bajo pero incapaz de dar su brazo a torcer insistió:

—Tengo que hablar contigo cielo. Dame un segundo, solo un...

—No. No voy a darte ni un segundo más de mi tiempo porque no te lo mereces. —Y, mirando a su aturdido primo, gritó—: Gasti, sácalo de aquí si no quieres que llame a seguridad y se meta en un buen lío.

Peter intentó zafarse de la mano de Gasti, pero al ver que ella se daba la vuelta y comenzaba a atender al joven al que él había golpeado se sintió mal. No solo por lo que había hecho, si no por cómo Lali le había hablado. Finalmente, al ver como todo el mundo en la fiesta le miraba, decidió desaparecer de allí sin mirar atrás. Lo que no pudo ver fueron los ojos de Lali plagados de lágrimas.
A día siguiente, tras pasar la noche en la bonita casa de Beverly Hills de Gasti, Peter comía algo mientras miraba por la ventana. Eran las cuatro de la tarde, no había pegado ojo y estaba cansado, pero su cabeza no le dejaba descansar. Pensó en coger el primer avión de regreso a España, pero algo en él no le permitía rendirse. Tenía que volver a intentarlo y cuando Gasti entró por la puerta de la calle le miró y preguntó:

—¿La has visto?

El joven se sirvió un café, se sentó frente a él y resopló.

—Sí... y le he prometido que te metería en el primer avión con destino a Spain.

—Sabes que eso no va a ser posible ¿verdad?

Tras dar un sorbo a su café y poner los ojos en blanco Gasti con un gracioso gesto murmuró:

—No esperaba menos de ti divine.

Por primera vez desde la noche anterior Peter sonrió.

—Ella está en su house viendo por vigésima vez West Side Story.

—¿Viendo qué? —preguntó sorprendido Peter.

—West Side Story —y al ver su cara aclaró—: Conoces esa película ¿verdad?

Peter suspiró y negó con la cabeza. No la conocía pero sí recordaba haber oído a Lali hablar sobre aquella película.

—Oh my God. Esto sí que es terrible, mira que no conocer  una de las maravillas  del cine americano. Imperdonable.

—Lo siento, pero el cine no es lo mío —se disculpó Peter—. ¿Que tiene de especial esa película para que ella la vea tantas voces?

—Es la película que se pone siempre que está triste o deprimida, es la historia de Romeo y Julieta  pero entre estadounidenses  de origen irlandés  e inmigrantes  puertorriqueños.  Los Sharks contra  los  jets.  Un amor  imposible  que  termina  en tragedia  como  en el  argumento  de  Willian Skakespeare. ¿De verdad que no sabes de qué hablo?

—Pues no —insistió Peter.

Gasti incapaz de creer que no supiera sobre lo que hablaba comenzó a cantar:

I like to be in AMERICA! Okay by me in AMER1CA! Everything free in AMER1CA! For a small fee in AMER1CAAAAAA

—¿En serio que nunca has oído this canción?

Peter asintió. Si que había oído esa canción. Ya sabía a que película se refería y mirándole preguntó conteniendo el aliento.

—¿Regresó sola a casa anoche?


—Sí my love —Peter respiró—. Según me ha contado mi amigo Lionel que estaba en la fiesta, cuando nos fuimos nosotros  ella se también se marchó...  sola y very... very  enfadada. Y yo que vengo de su casa he comprobado que ha dado unos días libres al servicio para poder estar tranquila y llorar por las esquinas sin que nadie la vea. Oh my God cuanto sufre mi queen.

3 comentarios:

  1. A fuerzas no Peter.
    Jajjajajaja,pobre Gasti ,lo k sufre x los dos.
    Lali está más k dolida,ella hizo d todo x Peter ,y él no la supo valorar.
    Recién ahora se da cuenta Peter.

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  2. Buenisimo sube mass
    Atte: Daniela

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  3. Buenisimo sube mass
    Atte: Daniela

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