A las nueve, vestida con un pantalón color lila a juego con la blusa y un bonito abrigo negro, esperaba en la puerta del parador cuando vio el coche de Peter
acercarse. Un extraño nudo se le puso en el
estómago y comenzó
a respirar
con dificultad. ¿Qué
le pasaba?
¿A qué se
debía
aquel nerviosismo de adolescente? Hacía viento y el olor a humedad y el oscuro cielo le hizo suponer que iba a llover, y mucho. Controló sus emociones como pudo y sonrió al hombre que se bajaba del coche para saludarla y abrirle la puerta con galantería.
Sin mediar palabra, ni rezarse siquiera, se metió en el coche y el sonido de la música que sonaba le envolvió. Dos segundos después, subió él por la puerta del conductor. Cuando Peter quitó el freno de mano de su coche Lali se recostó en el asiento y preguntó divertida:
—¿A qué se debe esta cena?
Él no respondió y ella, sabedora de su encanto personal, cuchicheó:
—Venga, confiésalo. ¿A que me echabas de menos? Peter sonrió de buen
humor:
—Lo confieso. Echaba de menos tu incesante parloteo. Pero por si me vuelves loco, te advierto que tengo en el coche toneladas de cinta para taparte la boca.
Divertida por aquello sonrió y señalando hacia el CD del coche preguntó:
—¿Cómo puedes escuchar este horror de música?
—¿Horror de música? Pero si AC/DC son buenísimos.
—Lo de buenísimos,
lo será para ti —se mofó—. Para mí solo son sonidos estridentes
y, a veces, desesperantes. No te voy
a negar que alguna balada heavy me guste, pero vamos, cuando se ponen a gritar, no es lo mío.
Aquello que decía, era lo mismo que en infinidad de ocasiones había escuchado a Eugenia,
la mujer de Nicolás.
—A ver, sorpréndeme estrellita —dijo con mofa mientras conducía—, ¿Qué música te gusta?
—El Soul, el Rhythm and Blues...
Esperaba que dijera cualquier tipo de música pero no
justamente aquella. Lali movió cómicamente la cabeza con un gracioso gestó que a él se le antojó encantador.
—Es buena esa música, ¿ehhh? —dijo.
En ese momento Peter no supo a qué música se refería.
—Aunque me cueste reconocerlo, no es mi estilo. Es más, ¿esa no es música para ancianos?
La nueva mueca que ella hizo como contestación le provocó una carcajada. Aquella actriz, a la
que había visto en infinidad de comedias románticas
y películas de acción, era tremendamente graciosa y su gesticulación le provocaba una sonrisa permanente.
Boquiabierta aún por lo que él había dicho en referencia a
sus gustos musicales, se retorció en el
asiento del coche y frunció el ceño.
—¿Música para viejos? —y sonriendo aclaró—: Oh my God!!! Estás muy equivocado si piensas asi.
—Es que esa música es—Preciosa —cortó ella y al ver que sonreía prosiguió— Me encanta bailar con la música de Beyoncé, de mi amiga Jennifer López o la salsa de Marc. Pero cuando estoy en mi casa y me quiero relajar siempre escucho Soul o Rhythm and Blues —y mirándole extrañada preguntó—: De verdad me estás diciendo que en tu vida has escuchado a
Al
Green, Ray Charles, Aretha Franklin, Marvin Gaye o canciones como por ejemplo, At Last de Etta James, en la versión de Beyoncé.
—No.
—¿En serio?
—Te lo prometo —Vaya...
—Sí... vaya —se mofó él.
—Pues si me lo permites buscaré remedio urgentemente para ello —susurro incrédula mientras él conducía.
Peter sin poder, ni querer evitarlo la miró. Era increíble que la chica que llevaba a su
lado y que parecía tan sorprendida por lo que descubría de él, fuera quien era.
Allí estaba ella, la mujer más querida en la meca del cine, explicándole con vehemencia
que la música soul, era el resultado de combinar el gospel y el R&B. Durante minutos la escuchó hablar de lo mucho que le gustaba Etta James y
su canción favorita. No sabía quién era aquella cantante pero merecía la pena dejar que hablara
solo por ver cómo
le brillaban los ojos mientras
le relataba la cantidad de veces que escuchaba aquella canción para relajarse antes de un rodaje.
Horas antes, cuando Peter llegó a su casa y entró en la habitación donde ella había dormido la noche anterior, se tumbó sobre la cama y cuando el suave olor de ella le envolvió deseó volver a verla. Esperar hasta la noche del día siguiente se le hacía eterno y decidió arriesgarse. Era una locura querer volver a ver Mariana Espósito, pero era una locura atrayente y divertida y por primera vez en mucho tiempo se dejó llevar por el corazón. Y
ahora que la tenía allí a su lado, hablando sobre música con tanta pasión algo en él se bloqueó, echó el freno de mano y sorprendiéndose a sí mismo la atrajo hacia él y la besó.
Fue un beso tierno, pero tan sumamente devastador que hizo que ambos temblaran a pesar de que el climatizador del coche marcara veintitrés grados. Una vez se separaron, la joven, atónita por aquel increíble beso clavó sus ojos en él.
—Vaya...
—Sí... vaya —repitió él.
Soltándola como si le quemara, Peter prosiguió
su camino y condujo lo poco que quedaba para llegar a su destino bajo la lluvia. Ambos permanecieron callados y solo
se escuchaba la atronadora música de AG/DC hasta que llegaron a la puerta de su casa. Al llegar, detuvo
el vehículo, salieron con rapidez y entraron en el interior del chalet entre risas. Guando Peter dio al interruptor de la luz, no se encendió. A oscuras, cerraron la puerta y él murmuró:
—Debe ser cosa de la tormenta.
Un rayo iluminó la estancia y los dos sr miraron. Ambos eran adultos y sabían lo que querían. Se
deseaban. Acercándose a ella la arrinconó contra la puerta de entrada y agachándose para tomar su boca volvió a besarla. Le tomó los labios de tal manera que a ella le temblaron las rodillas y hasta el corazón. Sentir como aquel apoyaba su fibroso y enorme cuerpo contra el de ella mientras la besaba con vehemencia fue asolador.
Al fin se ánimo Peter 👏🙈
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