jueves, 7 de agosto de 2014

Capítulo 41

Peter... Peter... ¡me aplastas!

Alertado él se echó hacia atrás con un rápido gesto.

Lo siento, canija, pero eres tan preciosa que me haces perder el control.

Ella sonrió. Si tenía algo claro era que era una mujer sexy, aunque no fuera tan voluptuosa como la siliconada del parador. Por ello le be con descaro y tras pasarle la lengua por el labio inferior preguntó:

¿Te gusta lo que ves? Quiso averiguar.

Sinceramente sin luz, ver, veo poco ¿Por qué preguntas eso?

No soy tan voluptuosa como la mujer del parador. Ella es alta, curvilínea, con grandes pechos y yo soy consciente de que clase de mujer soy y....

Me excitas tú. Me gusta lo que toco y más si es natural dijo posando una de sus grandes manos sobre uno de sus senos deseoso de disipar sus dudas.

Consciente de que ella estaba receptiva, le pa su mano libre por la cintura para pegarla más a él y eso le excitó aun más. Ella era pequeña, suave y delicada, al tiempo que tentadora, sexy y deliciosa. Aquella joven estrella de Hollywood nada tenía que ver con las mujeres exuberantes con las que él se acostaba, pero su naturalidad resultaba absolutamente sexy. Morbosa.

Encantada  con lo que le había  dicho, suspiró  y sonrióElla conocía  su potencial,  pero por primera vez en su vida, al estar en los brazos de aquel hombre había dudado. Excitada por como la tocaba  y en especial,  al sentir  la dureza  de su entrepierna,  soltó su bolso  que cayó al suelo  y acoplándose le respondió con ardor.

Durante unos minutos se besaron, se mordisquearon, se excitaron hasta que él la cogió en brazos sin ningún esfuerzo y la llevó hasta su habitación. Una vez allí, la po sobre la cama y con sumo cuidado, se tumbó sobre ella, le quitó las gafas, la peluca, le revolvió su melena rubia y entre risas dulzonas comenzó a besarle el cuello. Acalorada y sin poder apartar sus manos de él, le acarició por debajo de su camisa vaquera. Tocar aquel duro abdomen y sentir como sus músculos se tensaban a su tacto le pareció lo más morboso vivido con un hombre hasta el momento.

En el exterior de la casa una tormenta con rayos y truenos descargó sobre Sienza, mientras en el interior otra tormenta diferente se libraba. Sin mediar palabra y sin luz, Lali le quitó la camisa a Peter, mientras recorría con sus manos la curvatura de sus bíceps. Animado por la situación él le desabrochó la blusa lila y, subiéndole el sujetador con deleite, le mordisqueó los pechos. Agitada al sentir la magnitud de aquella pasión suspiró de placer y se arqueó contra él pidiéndole en silencio lo que quería. Necesitaba sentirle dentro. Quería que la poseyera ya. Y llevando sus manos al cinturón de los vaqueros de él comenzó a desabrochárselo. Dos segundos después los pantalones de ambos volaron por la habitación.

Ven, ponte amurmuró él con voz ronca deseoso de cumplir su objetivo.

Sin pestañear se acomodó dispuesta recibirle. Estaba meda, caliente y tremendamente excitada cuando de pronto escuchó un pitido desconocido.

No... Joder, ahora noooooooooo maldijo Peter.

Al sentir la tensión en su cuerpo, la muchacha preguntó con la voz entrecortada por el momento:

¿Qué ocurre? ¿Qué suena?

Peter, incorporándose, le pidió silencio con la mano. Después cogió su móvil y tras escuchar a alguien al otro lado concretó:

En media hora estoy allí.

Una voz colgó el teléfono se movió con rapidez mientras ella aún excitada y medio desnuda sobre la cama le observa ha a oscuras moverse por la habitación.

Peter... le llamó.

Enfadad por  senti la  decepción  en  su  voz  y  molest por  tener   que  marcharse   tan repentinamente, tras vestirse con rapidez se acercó hasta ella y la be con ardor.

... tengo que marcharme. Me han llamado de la base. Ha ocurrido algo y tengo que ir.

¿Que te vas? preguntó sobresaltada.

Sí.

Pero... pero ¿cómo puedes irte en un momento así? protestó indignada.

Él  la entendió  y dándole  otrbreve  pero  intento  beso  en los  labios  respondió  mientras  su entrepierna y todo él se debatía por terminar lo que había empezado:

Lo siento, canija, pero el deber me llama. Es mi trabajo. Al ver su cara de sorpresa preguntó con rapidez :
¿Quieres quedarte aquí o prefieres que te acerque al Parador?

Molesta por tener que acabar tan pronto lo que se perfilaba como una noche perfecta respondió levantándose para coger la maldita peluca:

Llévame al parador.

Minutos después los dos estaban en el interior del coche, serios y confusos. Una vez llegaron al parador Peter detuvo el vehículo. Lali abrió la puerta para salir cuando sintió que la mano de él tiraba de ella para que se volviera a mirarle.

Lo siento. Te aseguro que me gustaría tanto como a ti estar en estos momentos haciéndolo que deseo. Y lo que deseo y me enloquece en estos momentos eres tú. No lo dudes. Te prometo que en cuanto vuelva te resarciré por este infortunio. En ese momento ella sonrió y él se relajó. Mi trabajo requiere este tipo de sacrificios y solo puedo pedirte disculpas una y mil veces.

Durante unos segundos ambos se miraron a los ojos y el enfado de Lali se Transformó en preocupación. Su trabajo era peligroso, pero decidió no decir nada. No era el momento. Por fin y tras besarle en los labios murmuro para alivio de él:

Me debes una noche. A que, ten cuidado con lo que haces porque quiero esa noche. ¿Me has entendido?

Él sonrió y tras darle otro rápido beso dijo mientras ella saa del coche:

Te llamaré.

Peter se alejó bajo la lluvia mientras ella, preocupada, se dirigió hacia su habitación.

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