Peter no sabía por qué había aceptado comer con
su
exesposa.
Cuando Cheryl apareció en el restaurante, con su pelo rubio flotando en el aire y sus ojos azules brillantes, Peter sintió arrepentimiento.
Su chaqueta estaba abierta, y él pudo notar la
protuberancia de su vientre. ¡Dios
santo!
¡Estaba
embarazada!
Él no supo qué decir cuando la encontró.
—Me alegro de verte —dijo ella, dándole un beso en
la mejilla.
—Veo que
tengo que
darte
la enhorabuena… —contestó él
simplemente.
—Hablaremos durante la comida
—Cheryl sonrió.
—Tienes buen aspecto. Muy civilizado, no como un vaquero de Wyoming — dijo ella
mientras ponía
su
chaqueta en el respaldo de la silla.
Peter llevaba puesta
la chaqueta y la corbata que
usaba
para las reuniones.
—He venido aquí por negocios. Pero llevo los
vaqueros y las
botas para el viaje de regreso.
Cheryl se puso seria y dijo:
—Me alegro de
que
podamos encontrarnos así, en lugar de hablar por teléfono. No pensé que
volverías a
la Costa Este.
Cuando había llegado a D.C. la había
llamado y ella le había preguntado si podían verse
para almorzar.
—¿Eres feliz,
Peter?
—Casi —pensó en
Lali.
—Te he llamado porque entre nosotros
las cosas parecían… inconclusas. Sabes qué
quiero decir,
¿no?
—Ambos estábamos enfadados, decepcionados.
—Yo dije
cosas que no debí decir —dijo Cheryl.
—¿Como que
jamás me
perdonarías?
—Sí. Ahora que estoy embarazada
nuevamente,
y he
pasado el
primer trimestre, me doy cuenta
de que sólo te lo dije para hacerte daño, no porque fuera verdad.
—Creo que
lo dijiste en
serio en su momento.
Los ojos de Cheryl se llenaron con los recuerdos de su aborto, la tristeza y el vacío que
había
supuesto.
—Sí, supongo que sí. Pero quiero que sepas
que
ya no te culpo. Fue algo que
ocurrió.
Tenía
que decírtelo.
Y ahora llevaba en su vientre el bebé de otra persona.
—No estoy casada —le dijo Cheryl al ver
su
expresión, no tenía alianza.
Todavía no. Se supone que
nos
casaremos a
principios de diciembre.
«¿Se supone?»,
pensó él.
—Dime una cosa,
Peter. ¿Por qué
crees que
no funcionó lo nuestro? Aquello podía ser una
bomba. Tenía que
ir con cuidado, pensó Peter.
—No funcionó por muchas razones. En primer lugar no sabía
lo que
debía
ser
el matrimonio.
Yo
tuve un padre que no estaba nunca en casa. Sé que eso tuvo algo que ver con el divorcio de mis padres. Pero no sólo eso. ¿Sabes lo que quiero decir? Yo creí que si te cuidaba lo mejor que podía, te mantenía
y tenía sexo contigo
regularmente,
eso
era el matrimonio.
—Eso no era lo que yo esperaba… Mis
padres
siempre estuvieron juntos. No se han
separado ni una noche.
¡Mis
expectativas eran
tan distintas a
las tuyas…!
—Y ahora, al parecer, estás comprometida.
¿Con
el hombre adecuado?
Ella se puso colorada.
—La verdad es que no lo sé. Hace sólo seis meses que lo conozco. Yo quería…
Yo quería
un hijo
desesperadamente.
Conectamos…
Creo que
ambos
estamos
preparados para tener una familia.
—¿Pero?
—Tengo dudas de lo rápido que ha sido todo. No del bebé. Pero a medida que
se acerca la fecha de la boda, pienso en nuestro divorcio y en lo duro que ha sido…
—¿Por qué has
querido verme? —preguntó
Peter.
—He pensado que si hablábamos, que si finalmente se aclaraba todo entre nosotros, podría
pasar a otra historia
más
fácilmente.
—Ya no hay nada entre nosotros, a no ser que aún me guardes
rencor, algo por lo que no te
culparía —dijo Peter.
Ella agitó la
cabeza
vigorosamente.
—No, ya no te guardo rencor. Sólo que… No sé bien
qué hacer. Quiero un
matrimonio como el de
mis
padres, y no sé
si
Dennos puede dármelo.
—Cheryl, este tal Dennos no va a poder dártelo. Ambos tendréis que trabajar para lograrlo.
Y lo
más probable es que no sea como el de tus padres. ¿Has hablado
con
él sobre esto?
—No quiero herirlo. No quiero que piense que no tengo sentimientos hacia él.
Los
tengo. Sólo que no
sé si son lo suficientemente profundos.
—Entonces,
no te cases.
—¿Ni siquiera por el bebé?
—Sobre todo por el bebé. El bebé necesitará dos
personas convencidas de
que quieren estar juntas. Espera unos meses, hasta que nazca el
niño. Hasta que estéis
seguros.
Vino la camarera
y Cheryl abrió la
carta con expresión
frustrada.
En aquel momento, Peter se dio cuenta de que Cheryl siempre había esperado de él que fuera un padre además
de marido. Ella había esperado de él respuestas
que
él no podía dar siempre.
Ella había esperado un tipo de amor que él
jamás había comprendido.
Lali era muy distinta.
Era independiente y decidida.
De pronto echó de
menos a
Lali y sintió ganas de volver a verla.
—¿Qué
tal hoy? —preguntó Lali a Peter.
Estaban
en la cocina de
su
casa. Peter había llegado la
noche
anterior de
D.C. Aquel día Tiffany y Amy habían ido a
su
casa a trabajar.
—Es una buena
empleada, y Amy se ha quedado muy tranquilita.
—¿Has estado en
casa?
—He trabajado con el ordenador en
la cocina. Tiffany ha aprendido a usar
rápidamente el programa que
suelo usar.
—Me alegro… —dijo Lali—. La veo cómoda
ahora con Amy.
—La toma en brazos cada vez que llora. Yo le he dicho que no se preocupe por
mí
si llora.
—Creo que
simplemente
le gusta tenerla en brazos.
Hubo un silencio prolongado. Y entonces ella le preguntó lo que no le había
preguntado la noche anterior cuando él
había
llamado.
—¿Y? ¿Cómo te fue
en el viaje?
Lo vio cruzarse
de brazos,
defensivamente.
—Me fue bien.
—¿Cuándo sabes si
has
conseguido el
contrato?
—No lo sé.
—Evidentemente no te apetece hablar de ello.
—No puedo hablar de
ello.
Peter le agarró la mano y tiró de ella.
—¿Importa acaso? —le preguntó.
—Supongo que
no.
Él le había contado sobre su pasado, sobre su exesposa. ¿Qué
más
importaba? Pero ¿compartiría su alma? ¿Su corazón? ¿Su vida?
Peter la abrazó y tocó su nariz con la suya. Ella sintió una excitación que le recorrió todo el
cuerpo cuando
él la besó.
—Te he echado de
menos —dijo Peter.
Él la besó. A ella le dio igual lo que hubiera hecho en D.C. Él había admitido que
la había echado de menos.
Ella lo amaba.
Empezaba a ver un futuro para ellos.
Pero él tenía razón. Ella aún soñaba con el traje de novia. Y él le había dejado claro que no quería
casarse
otra
vez.
Peter la besó en
la comisura
de los labios.
Ella le acarició el
cabello.
Como siempre, cuando Peter la besaba, su mundo dio vueltas, su cuerpo cantó, y su mente se
abandonó a las
sensaciones.
Peter metió la mano por debajo del suéter y le acarició el vientre. Ella se
estremeció.
Él dejó de besarla, la miró a los ojos, y volvió a besarla. Ella se entregó a aquel
beso, y entonces él bajó la
guardia y dejó en
libertad el deseo.
La pasión explotó entre ellos, pero Peter pareció mantener el control. Empezó a frenar su ritmo,
y terminó apartándose.
—Tiffany debe de haber terminado de dar de comer a Amy —dijo.
Lali sabía que Peter tenía razón. Tenían que ser prácticos. Ahora ella tenía
la responsabilidad de una joven madre soltera y su bebé. No podía pensar primero en ella.
Lali respiró profundamente y trató de recomponerse.
—¿Quieres quedarte
a cenar? —le
preguntó.
—Me gustaría.
Lali tenía que
tener cuidado, se
dijo.
La habían abandonado muchas veces.
Pero una
vocecita
en su interior le decía que aquella
vez sería diferente.
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