martes, 27 de enero de 2015

Capítulo 77

Tres minutos después abandonaron el baño felices y contentas, Cuando quedó vacío, la puerta del aseo «Averiado» se abrió y de él salieron Paula y un atontado Cachetón.
Con una pérfida sonrisa que no deparaba nada bueno, ella arrancó el cartel de la puerta y, mientras se bajaba el vestido rojo, miró al atocinado que se subía la bragueta y dijo:

—A ver Cachetón, tienes que hacerme un favorcito, cielo.

—Tú dirás Paulita —sonrió aquel.

Con la maldad reflejada en sus ojos le besó, ya casi podía padalear su triunfo...
El dos de enero, a las siete y veinte de la mañana, el sonido de su móvil despertó a Peter. Él se movió y notó la presencia de Lali a su lado dormida, sonrió y la abrazó. Cogió el móvil de la mesilla y, al ver que era su padre, contestó:

—Dime, papá.

—Hijo tenemos que hablar urgentemente.

—¿Qué pasa? — preguntó alarmado.

De pronto, el timbre de la puerta comenzó a sonar insistentemente, y el teléfono de casa también. Aquel sonido hizo que la joven actriz pegara un bote sobresaltada y, con el pelo revuelto, miró a Peter asustada.

—¿Qué pasa?

—Nada, cielo no te preocupes. Duerme —respondió conmovido al ver que aún estaba medio dormida.

Lali volvió a tumbarse, atravesándose en la cama como solía hacer siempre, se tapo con el nórdico y volvió a dormirse.

—Peter ¿sigues ahí?

—Sí papá —dijo levantándose—. Pero espera que han llamado a la puerta.

—Es la prensa. No abras y escúchame. ¿Qué es eso de que has estado casado con Mariana Espósito? Vamos, con Lali.

—Qué —susurró saliendo de la habitación en calzoncillos blancos.

Aquella noticia, los ladridos de Senda y el maldito ruido de la puerta le estaban bloqueando como pocas veces en su vida. Lo primero que pensó fue en su hermana ¡la mataría!, pero segundos después desechó la idea. Su padre continuaba al otro lado de la línea.

—Una foto tuya y de Lali sale en el periódico. En primera plana. Pero, ¿cuando te has casado ron ella?

—¡¿Cómo?!

—Te leo el titular —prosiguió  su padre—:  «Geo español  casado con la gran diva del cine americano». ¿Qué quiere decir esto Peter?

—Joder... joder... —resopló al intuir todo lo que se le venía encima—. Papá, eso es algo que ni tú ni nadie debería saber. Ocurrió hace tiempo, es algo sin importancia y...

—¿Sin importancia? ¿Pero cómo puedes pensar que para mi no tiene importancia tu boda? Peter, por Dios, que eres mi hijo.

—Mira papá, luego te llamo —contestó antes de cerrar el móvil.

En ese momento, se abrió la puerta de la habitación de invitados y apareció Gasti con su pijama color rosa chicle.
—Todos los días amanezco hermoso, pero lo de hoy es una exageración —dijo con coquetería. Peter le miró, pero ni siquiera pudo oír lo que decía. Estaba bloqueado. Gasti, al verle de
aquella guisa, medio desnudo con aquellos bóxer blanco susurró:

—Por el amor de my life... genéticamente eres lo más. Por cierto ¿sigo dormido? Porque si es así aprovecho y te doy un kissssss de tornillo.
Al ver que aquel no sonreía, se extrañó.

—¿Qué ocurre divine?

—La prensa.

Al escuchar aquello a Gasti se le borró la sonrisa de la cara, se llevó las manos a la cabeza y gritó:

— Oh my God. ¡Esto es un desastre! —y rápidamente  añadió—:  Tenemos  que salir  de aquí cuanto antes. No pueden verla. Si la ven confirmarán que es ella y...

—Senda —voceó Peter a la perra—. ¡Basta ya!

Los ladridos cesaron, pero el incómodo  pitido del portero automático  continuaba.  Sin poder contener un segundo más su mal humor, Peter bajó los escalones de dos en dos. Pero, de repente, el pitido cesó y dos segundos después la puerta de su casa se abrió y ante él aparecieron sus hermanas Irene y Eva.

—Madre del amor hermoso Peter, la que hay liada ante tu puerta con la prensa —dijo Irene acalorada.

—Oh sí, cielo. La prensa es horrible, y te lo digo con conocimiento de causa —asintió Gasti que había bajado tras Peter vestido con el pijama.

Más blanca que la cera Eva miró a su hermano y antes de que este preguntara aclaró:

—Peter, yo no he sido. Te lo prometo.

Irene aún sorprendida por la noticia, le enseñó el periódico a Peter y mientras entraban en la cocina preguntó:

—¿Estás casado con Mariana Espósito? —al ver que aquel no la miraba, volvió sus ojos hacia Gasti
—, Pero de verdad que la chica que ha estado estos días con nosotros es ella. ¿Es Mariana Espósito?

—Sí querida, es ella. Ya de nada sirve decir lo contrario —asintió Gasti preparándose un café. Peter, sin apartar los ojos de su hermana Eva, le arrancó el periódico de las manos a Irene.
—Sí tú no has sido, me puedes explicar cómo coño han llegado estas fotos aquí.

—No lo sé —gimió Eva desconcertada.

Ella no había sido y su móvil estaba en su bolso, como siempre, a buen recaudo. ¿Cómo podían haber llegado aquellas fotos a la agencia EFE? Cuando su amiga Yolanda la llamó para darle la enhorabuena por la noticia, al principio no sabía a qué se refería hasta que aquella se lo aclaró. Durante horas, intentó que las fotos no salieran publicadas, pero sus intentos fueron en vano. Aquello era un bombazo informativo imposible de parar.

—Me lo prometiste y creí en ti —siseó enfadado—, ¿Cómo has podido hacerlo? Sabes lo que esto significa. ¡Me has vendido!

—Te estoy diciendo que yo no he sido —se defendió.

—¿Y cómo quieres que te crea? Estas fotos solo las tienes tú en tu maldito móvil —siseó señalando el periódico.

—Pues tienes que hacerlo. Nunca te vendería. Nunca —gritó descompuesta.

—Venga no os peleéis intercedió Irene . Vosotros siempre lo habéis solucionado todo hablando. Gasti intentó echar una mano a la hermana mayor.
—Vuestra hermana tiene razón. Atora necesitamos una solución al problem, no más problemas, porque cuando Lali se levante y lo sepa... Oh my God. Se va a disgustar y mucho.

—Joder Eva —gritó Peter desencajado —. ¿Entonces quien ha sido? Te repito que estas fotos solo las tenías tú. Te dije que las borraras. ¡Te lo dije!

—Lo sé... lo sé...

—Pero no... —continuó malhumorado— la señorita metomentodo no las borró y ahora míralas, aquí están. En primera plana, en todos lados para ocasionarme problemas. ¡Joder!

—A ver  love... el problema también será para mi chica. No lo olvides —susurró Gasti. Pero Peter no le escuchaba. Estaba cegado por la ira y Eva, plantándose ante él, gritó:

—Peter, escúchame. Esto tiene que tener una explicación, y te aseguro que la encontraré, pero créeme, yo no he sido. Te lo juro por mamá. Por favor, créeme.

1 comentario:

  1. Pobre Eva,en k lio la metieron.
    Espero k cuando sepan k fue Paula ,logren k la despidan

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