domingo, 25 de mayo de 2014

Capítulo 32

—Está hoy animado el Croll —comentó Nicolas tras besar a Eugenia.
—Sí. Con esto de la fiesta country parece que la gente ha salido de sus casas a pesar del frío — asintió ella y mirando a su marido que saludaba a Lucas insistió—: Churri mi Coca-Cola.
—Tomaaaaaa tu Coca-Cola, cielo. —Le entregó Nicolas la bebida.
—Aisss el churri qué majo es —se mofó Lucas haciendo sonreír a Peter.

Durante un buen rato los seis charlaron mientras escuchaban a un grupo tocar su música. Una música que les incitaba a moverse aunque solo fuera la punta del zapato. Eugenia sacó a Damián a bailar que aceptó encantado. Nicolas al ver a su mujer tan animada sonrió. Adoraba a aquella mujercita a pesar de que en ocasiones le volvía loco. Instantes después Lucas, tras cruzar una significativa mirada con Peter, se levantó e invitó a Paula a bailar.
Ella aceptó y segundos después, en la pista, comenzó a mover sinuosamente sus caderas. Peter miraba divertido a la gente pasarlo bien. Acostumbrado a la tensión de su trabajo ver que la gente sonreía y se divertía era una de las mayores satisfacciones que podía Tener.
—¡Joder macho! La morena que está con Menchu, la del parador, tiene un culito digno de forrar las mejores pelotas de tenis —murmuró Nicolas señalando hacia la barra.
Peter miro hacia donde su amigo decía y asintió. En la barra una joven de pelo negro se movía al compás de la música dejando entrever su culito respingón mientras hablaba con un tío bastante más alto que ella.
—Indiscutiblemente. Te doy la razón —asintió Peter dando un trago de su cerveza. Poco después, Paula y Eugenia regresaron de bailar con unos agotados Damián y Lucas, quienes tras despedirse de ellas y sus compañeros, se alejaron en busca de alguna conquista.
Cuando la banda country lanzó los primeros sones de la canción de Coyote Dax, No rompas más mi pobre corazón el local entero, en especial las mujeres, se lanzaron a la pista. Como era de esperar, Paula y Eugenia entre ellas. Desde su mesa, Peter observaba como la gente bailaba cuando reparó en que sus compañeros estaban hablando con la morena que, minutos antes, Nicolas y él habían estado observando.
Curioso, observó como aquellos desplegaban todas sus buenas maneras en pro de llamar la atención de la chica, que parecía encantada con aquel cortejo.
 —Mira —rio Peter a su amigo—. La morena del culito respingón ya tiene a dos más babeando por ella. Nicolas dejó entrever una sonrisa. Estaba claro que sus compañeros, aquella noche, triunfaban. De pronto, un saltito que dio la morena, llamó la atención de Peter.
¿Dónde había visto hacer aquello antes? Instantáneamente le vino una imagen a la cabeza. Aquel movimiento se lo habla visto hacer a... ¡Imposible! pensó sorprendido. La que se movía con gracia mientras hablaba con Lucas no podía ser ella. La actriz era rubia y aquella era morena. Pero algo dentro de él le alarmó y ya no pudo dejar de mirar hacia donde estaban aquellos. Nicolas al darse cuenta de que no quitaba el ojo de encima al grupo, preguntó curioso:
—¿Te ha gustado la morenaza? Peter no respondió, simplemente continuó observando. Deseaba que ella se diera la vuelta para verla de frente.
Pero no, la morena, en ningún momento se giró. Finalmente y sin poder contener un segundo más la necesidad de saber si lo que creía era cierto o no, se levanto y se dirigió hacia sus compañeros. Con disimulo, se acercó a la barra y se apoyó en ella. Aquel ángulo era estupendo para verle la cara a la joven que ahora reía a carcajadas por algo que Lucas decía. Cuando esta levantó el rostro para mirar a su compañero Peter respiro al ver sus ojos oscuros.
 No era ella. Sonriendo pidió otra cerveza al camarero cuando, de nuevo, ella repitió el movimiento. Aquel gesto y como ella cambiaba el peso de una pierna a otra volvieron a atraer su atención. Tras pagar su consumición cogió el botellín y se dirigió hasta donde aquellos estaban, pero antes de llegar se dio la vuelta. Todo aquello era una tontería, debía olvidarlo.
Lali, al ver por el rabillo del ojo que el hombre que la había tratado como a una rata se acercaba, intentó permanecer tranquila, a pesar de que era verle y hervirle la sangre. Desde que había entrado en el bar, le había visto junto a la tetona del parador y por sus movimientos y sus continuos besitos en el cuello intuyó que entre ellos existía algo más.
 En un principio no le importó, pero por alguna extraña razón, no podía dejar de mirar en su dirección. Y cuando vio que Peter se acercaba un extraño júbilo la inundó, que desapareció justo en el momento en que él decidió dar media vuelta. Cuando Peter regresó junto a Nicolas, su amigo le preguntó:
—¿Está tan buena la morenaza como se ve desde aquí? Peter volvió a mirar hacia aquellos que continuaban de risas y asintió:
—Te lo aseguro. ¡Tremenda! Ambos rieron. En ese momento, se acercó Paula, que ya estaba cansada de bailar, y se sentó sobre las piernas de Peter. Dos minutos después, él la besó apasionadamente, excitado por las cosas que le decía al oído.

Lali que observaba con disimulo desde su posición, no perdía detalle. Parapetada por la gente que, por lo general, casi siempre era mas alta que ella, comprobó cómo Peter sonreía a la mujer que, con descaro, se le había sentado encima a horcajadas movía las caderas con provocación. Ver el sensual gesto de Peter y como le mordía los labios la estaba poniendo cardiaca. Desde su posición, y sin quitarle ojo, se excito al ver como aquel pasaba su mano lentamente por la espalda de aquella

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