—Está hoy animado el Croll —comentó Nicolas tras
besar a Eugenia.
—Sí. Con esto de la fiesta country parece que la
gente ha salido de sus casas a pesar del frío — asintió ella y mirando a su
marido que saludaba a Lucas insistió—: Churri mi Coca-Cola.
—Tomaaaaaa tu Coca-Cola, cielo. —Le entregó Nicolas
la bebida.
—Aisss el churri qué majo es —se mofó Lucas
haciendo sonreír a Peter.
Durante un buen rato los seis charlaron mientras
escuchaban a un grupo tocar su música. Una música que les incitaba a moverse
aunque solo fuera la punta del zapato. Eugenia sacó a Damián a bailar que
aceptó encantado. Nicolas al ver a su mujer tan animada sonrió. Adoraba a
aquella mujercita a pesar de que en ocasiones le volvía loco. Instantes después
Lucas, tras cruzar una significativa mirada con Peter, se levantó e invitó a
Paula a bailar.
Ella aceptó y segundos después, en la pista,
comenzó a mover sinuosamente sus caderas. Peter miraba divertido a la gente
pasarlo bien. Acostumbrado a la tensión de su trabajo ver que la gente sonreía
y se divertía era una de las mayores satisfacciones que podía Tener.
—¡Joder macho! La morena que está con Menchu, la
del parador, tiene un culito digno de forrar las mejores pelotas de tenis
—murmuró Nicolas señalando hacia la barra.
Peter miro hacia donde su amigo decía y asintió.
En la barra una joven de pelo negro se movía al compás de la música dejando
entrever su culito respingón mientras hablaba con un tío bastante más alto que
ella.
—Indiscutiblemente. Te doy la razón —asintió Peter
dando un trago de su cerveza. Poco después, Paula y Eugenia regresaron de
bailar con unos agotados Damián y Lucas, quienes tras despedirse de ellas y sus
compañeros, se alejaron en busca de alguna conquista.
Cuando la banda country lanzó los primeros sones
de la canción de Coyote Dax, No rompas más mi pobre corazón el local entero, en
especial las mujeres, se lanzaron a la pista. Como era de esperar, Paula y Eugenia
entre ellas. Desde su mesa, Peter observaba como la gente bailaba cuando reparó
en que sus compañeros estaban hablando con la morena que, minutos antes, Nicolas
y él habían estado observando.
Curioso, observó como aquellos desplegaban todas
sus buenas maneras en pro de llamar la atención de la chica, que parecía
encantada con aquel cortejo.
—Mira
—rio Peter a su amigo—. La morena del culito respingón ya tiene a dos más
babeando por ella. Nicolas dejó entrever una sonrisa. Estaba claro que sus
compañeros, aquella noche, triunfaban. De pronto, un saltito que dio la morena,
llamó la atención de Peter.
¿Dónde había visto hacer aquello antes?
Instantáneamente le vino una imagen a la cabeza. Aquel movimiento se lo habla
visto hacer a... ¡Imposible! pensó sorprendido. La que se movía con gracia
mientras hablaba con Lucas no podía ser ella. La actriz era rubia y aquella era
morena. Pero algo dentro de él le alarmó y ya no pudo dejar de mirar hacia
donde estaban aquellos. Nicolas al darse cuenta de que no quitaba el ojo de
encima al grupo, preguntó curioso:
—¿Te ha gustado la morenaza? Peter no respondió,
simplemente continuó observando. Deseaba que ella se diera la vuelta para verla
de frente.
Pero no, la morena, en ningún momento se giró.
Finalmente y sin poder contener un segundo más la necesidad de saber si lo que
creía era cierto o no, se levanto y se dirigió hacia sus compañeros. Con
disimulo, se acercó a la barra y se apoyó en ella. Aquel ángulo era estupendo
para verle la cara a la joven que ahora reía a carcajadas por algo que Lucas
decía. Cuando esta levantó el rostro para mirar a su compañero Peter respiro al
ver sus ojos oscuros.
No era
ella. Sonriendo pidió otra cerveza al camarero cuando, de nuevo, ella repitió
el movimiento. Aquel gesto y como ella cambiaba el peso de una pierna a otra
volvieron a atraer su atención. Tras pagar su consumición cogió el botellín y
se dirigió hasta donde aquellos estaban, pero antes de llegar se dio la vuelta.
Todo aquello era una tontería, debía olvidarlo.
Lali, al ver por el rabillo del ojo que el
hombre que la había tratado como a una rata se acercaba, intentó permanecer
tranquila, a pesar de que era verle y hervirle la sangre. Desde que había entrado
en el bar, le había visto junto a la tetona del parador y por sus movimientos y
sus continuos besitos en el cuello intuyó que entre ellos existía algo más.
En un
principio no le importó, pero por alguna extraña razón, no podía dejar de mirar
en su dirección. Y cuando vio que Peter se acercaba un extraño júbilo la
inundó, que desapareció justo en el momento en que él decidió dar media vuelta.
Cuando Peter regresó junto a Nicolas, su amigo le preguntó:
—¿Está tan buena la morenaza como se ve desde
aquí? Peter volvió a mirar hacia aquellos que continuaban de risas y asintió:
—Te lo aseguro. ¡Tremenda! Ambos rieron. En ese
momento, se acercó Paula, que ya estaba cansada de bailar, y se sentó sobre las
piernas de Peter. Dos minutos después, él la besó apasionadamente, excitado por
las cosas que le decía al oído.
Lali que observaba con disimulo desde su
posición, no perdía detalle. Parapetada por la gente que, por lo general, casi
siempre era mas alta que ella, comprobó cómo Peter sonreía a la mujer que, con descaro,
se le había sentado encima a horcajadas movía las caderas con provocación. Ver
el sensual gesto de Peter y como le mordía los labios la estaba poniendo
cardiaca. Desde su posición, y sin quitarle ojo, se excito al ver como aquel
pasaba su mano lentamente por la espalda de aquella.
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